El indiscreto encanto de la política
Noboa vs. González: estrategias, errores y el pulso final rumbo al balotaje.

Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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Hace 23 días, apenas 19.756 votos separaron a Daniel Noboa de Luisa González en la primera vuelta. Si algo quedó claro, es que ningún candidato tiene garantizada la victoria, y cualquier traspié en los próximos 39 días hasta el balotaje puede ser determinante.
Al día siguiente de la elección, las campañas partieron de estrategias distintas. El correísmo siempre tuvo en su hoja de ruta un escenario de segunda vuelta, por lo que la adaptación fue inmediata.
En cambio, el equipo de Noboa -como lo han señalado públicamente- estaba convencido de que el presidente sería reelegido en una sola vuelta.
Esta diferencia fue clave. Luisa González, siguiendo el plan, viró rápidamente su discurso hacia un tono más moderado, buscando suavizar su imagen para captar al heterogéneo segmento de indecisos.
Noboa, en cambio, comenzó la nueva fase con un aire de derrota, manteniendo la narrativa polarizadora que le funcionó en la primera vuelta, pero que ahora se mostraba menos efectiva para sumar nuevos apoyos.
A esto se sumó una serie de cambios en su equipo de gobierno y campaña, lo que generó incertidumbre interna. Tres semanas después, ambos candidatos han afinado sus mensajes y tácticas con el objetivo de inclinar la balanza a su favor.
La candidata correísta apuesta por contrastar el pasado “glorioso” de la Revolución Ciudadana con el presente “caótico” bajo Noboa. Su campaña enfatiza mensajes de esperanza, unidad y justicia social, encapsulados en el lema #RevivirEcuador.
Su estrategia se apoya en la maquinaria territorial del correísmo, movilizando su estructura para fidelizar el voto duro y captar a los desencantados con el gobierno actual. Noboa ha convertido su gestión en su principal activo de campaña.
Su estrategia se centra en la seguridad con un discurso de ‘mano dura’, incluyendo propuestas audaces como la solicitud de tropas extranjeras para combatir la narcodelincuencia.
Ha priorizado recorridos en mercados, barrios populares y zonas afectadas por el temporal invernal, donde, con el respaldo gubernamental, entrega bonos, ofrece obras y moviliza recursos para reforzar su imagen de liderazgo activo.
Su narrativa de “renovación política” sigue presente y el discurso polarizador de la primera vuelta ha ido perdiendo protagonismo, lo que le ha permitido sumar apoyos de organizaciones políticas y actores clave que comulgan con el anticorreísmo, consolidando su posición de cara al balotaje.
Sin embargo, estar en el poder lo expone a críticas constantes, especialmente por el incremento de la inseguridad, la contracción económica y el desempleo.
En una contienda tan cerrada, gana quien comete menos errores. La campaña de González ha sido golpeada por declaraciones de sus propios aliados que reviven temores sobre la “desdolarización”, la “ley mordaza” y los supuestos vínculos del movimiento con el crimen organizado.
Si bien es una figura clave dentro de su base electoral, la injerencia de Correa sigue representando un obstáculo para captar votos indecisos.
Noboa, por su parte, ha tomado decisiones que han generado controversia en pleno proceso electoral. La adjudicación del campo petrolero Sacha, por ejemplo, ha generado críticas en un momento políticamente sensible.
Asimismo, el uso de todo el aparataje estatal para su campaña, en muchos casos sin respetar la Constitución, ha sido criticado por varios sectores.
Más allá del resultado, el próximo gobierno deberá enfrentar un país dividido y urgido de respuestas concretas. La campaña termina el 13 de abril, pero el verdadero reto no es ganar, sino gobernar.