El indiscreto encanto de la política
El discreto impacto de la IA en la campaña electoral
Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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La irrupción de la inteligencia artificial (IA) en la campaña electoral ha transformado el panorama político ecuatoriano.
Todos vimos al exministro Félix Wong declarar en una entrevista radial que el presidente “no tiene la culpa de que la gente no se compre su propio generador”; a Diana Atamaint exigiendo la renuncia de Daniel Noboa; o a Verónica Abad admitiendo haberse reunido en varias ocasiones con Luisa González.
A esto se suma la proliferación de cuentas en redes sociales, disfrazadas de medios de comunicación, que difunden campañas de desinformación con imágenes generadas al tono del texto, diseñadas para confundir al público.
En este contexto, los videos e imágenes falsas manipulados con IA, conocidos como deepfakes, han introducido nuevos niveles de confusión y desinformación entre los votantes.
Aunque el uso de contenido engañoso en campañas electorales no es algo nuevo en Ecuador, las tecnologías actuales han llevado los montajes audiovisuales a niveles de detalle y sofisticación sin precedentes.
Ahora, cualquier persona con conocimientos básicos de informática puede crear y distribuir este contenido.
El verdadero riesgo de estas herramientas no reside únicamente en su capacidad para engañar masivamente, sino en su potencial para erosionar la confianza en la información política.
En un entorno donde cualquier contenido puede ser fabricado y difundido a gran escala, la distinción entre lo real y lo artificial se torna cada vez más borrosa.
Sin embargo, no todo es negativo. La democratización de estas tecnologías también está equilibrando el terreno de juego político. Hoy en día, organizaciones políticas y candidatos con presupuestos limitados pueden analizar grandes volúmenes de datos para diseñar mensajes personalizados y efectivos.
Por otro lado, activistas ciudadanos —en su mayoría jóvenes— están utilizando la IA para generar imágenes, análisis, estadísticas y reflexiones que fortalecen sus causas políticas y sociales.
Esta accesibilidad puede fortalecer la democracia, pero también amplifica los riesgos de manipulación.
Mientras las regulaciones intentan mantenerse al día con el avance tecnológico, la responsabilidad recae cada vez más en las plataformas digitales, los medios de comunicación y los ciudadanos.
La alfabetización digital y el pensamiento crítico son ahora esenciales en esta nueva era, donde la realidad política se muestra más maleable que nunca.
En última instancia, la tecnología debe estar al servicio de la democracia, y no al revés.