El indiscreto encanto de la política
Conclusiones de una Cumbre “Ibero-ecuatoriana”
Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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Cuenca brilló como sede de la XXIX Cumbre Iberoamericana. A pesar del enorme reto de cumplir con los exigentes requisitos de un evento de tan alto nivel, la ciudad anfitriona ofreció el mejor rostro del Ecuador.
La impecable organización recibió aplausos unánimes de periodistas, empresarios y funcionarios gubernamentales de toda la región.
Este éxito fue el resultado de una coordinación entre diferentes niveles de gobierno, el sector privado y la academia, una articulación positiva que ya es marca registrada de la ciudad.
Este reconocimiento no es menor, pues proyecta a la "Atenas del Ecuador" como un destino idóneo para albergar eventos internacionales de alto nivel.
Por otra parte, el XV Encuentro Empresarial Iberoamericano, celebrado en el marco de la Cumbre, también fue un éxito.
Más de 1.200 empresarios de la región intercambiaron experiencias, cerraron negocios y asistieron a ponencias de primer nivel que abordaron temas coyunturales con profundidad y perspectiva.
De los debates sobre innovación, sostenibilidad e inclusión, surgieron compromisos concretos para afrontar desafíos comunes, como la informalidad laboral y la empleabilidad juvenil.
Sin embargo, la sombra que empañó la Cumbre fue la escasa participación de líderes regionales.
Con solo cuatro jefes de Estado presentes, esta vigésima novena edición será recordada como la de mayor ausencia de mandatarios. Especialmente llamativa fue la ausencia de presidentes latinoamericanos, por lo que este encuentro iberoamericano terminó siendo, en la práctica, un evento “ibero-ecuatoriano”.
Aunque esta falta de convocatoria responde, en parte, a compromisos y emergencias internas en varios países, también refleja tensiones recientes, como el conflicto diplomático con la embajada de México y la suspensión de funciones de la vicepresidenta Verónica Abad.
Asimismo, la ausencia de una declaración oficial conjunta evidenció la incapacidad de la región para alcanzar consensos en temas clave, subrayando la crisis estructural de este espacio creado hace más de tres décadas para fomentar la integración regional.
Concluida entre elogios por su organización y críticas por su limitada convocatoria y falta de acuerdos políticos, esta edición de la Cumbre se presenta como un reflejo de los éxitos y retos que enfrenta Iberoamérica en el contexto global.