El indiscreto encanto de la política
El 2024 de Noboa: hacemos un balance de lo bueno y malo
Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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“Hacemos el balance de lo bueno y malo”, canta Ana Torroja en 'Un año más', recordándonos que este cierre de calendario invita a reflexionar sobre lo vivido y proyectar lo que está por venir.
Este espíritu de reflexión debe acompañarnos al evaluar el 2024 del gobierno de Daniel Noboa, especialmente considerando que sus intenciones de reelección han marcado la agenda política.
En seguridad, la temprana declaratoria de conflicto armado interno permitió un despliegue completo y permanente de las fuerzas del orden en todo el territorio, algo sin precedentes en la historia reciente.
Aunque la medida fue aplaudida por varios sectores, sus resultados han sido insuficientes. Prácticamente todas las encuestadoras coinciden en que la inseguridad sigue siendo el principal problema para los ecuatorianos.
Las cifras de homicidios, aunque han disminuido un 16% respecto a 2023, siguen siendo alarmantes. Además, los indicadores de extorsión y secuestro son incluso superiores a los del año anterior.
El enfoque militarista no ha estado acompañado de una estrategia integral que involucre a la Asamblea Nacional, los GAD provinciales y cantonales, el poder judicial y la ciudadanía para atacar las raíces de la inseguridad.
En resumen: acciones de alto impacto mediático que no han resuelto los problemas estructurales.
La crisis energética fue otro punto crítico. A pesar de que el Gobierno sabía que el estiaje se aproximaba, su respuesta fue tardía e improvisada.
Los apagones programados y no programados erosionaron la confianza ciudadana y afectaron gravemente la economía, perjudicando a algunos sectores incluso más que la pandemia.
Las promesas incumplidas, los contratos opacos y las confusas vocerías empañaron el manejo de esta crisis. Finalmente, las lluvias regresaron al austro, y los apagones cesaron, por ahora.
La relación entre el Ejecutivo y el Legislativo fue fluida mientras el pacto entre el Gobierno, el correísmo y los socialcristianos se mantuvo sólido.
Sin embargo, cuando el Gobierno optó por la polarización como estrategia de campaña, la relación se deterioró. El año termina con un legislativo dividido entre noboístas y el resto.
En el ámbito económico, Noboa impulsó reformas que, en principio, fortalecieron las reservas internacionales, mejoraron la reputación del país ante los multilaterales y dieron oxígeno a la caja fiscal.
Asimismo, las exportaciones cerraron el año con un incremento superior al 8% respecto a 2023, y el riesgo país cayó a aproximadamente 1.200 puntos.
Sin embargo, Ecuador termina 2024 con el peor desempeño económico de la región: decrecimiento del PIB, caída en las ventas industriales y un retroceso en el empleo pleno.
En síntesis, el 2024 de Noboa ha estado marcado por la lógica de la reelección. Decisiones como la consulta popular, los sui géneris bonos para jóvenes preocupados por el medio ambiente o el subsidio a las tarifas eléctricas parecen diseñadas para maximizar su popularidad en el corto plazo.
Quedan pendientes reformas fundamentales en sectores clave como salud, educación, seguridad social y energía.
“Y decimos adiós y pedimos a Dios/Que en el año que viene/A ver si en vez de un millón/Pueden ser dos”, canta Torroja, deseando una mejora para el nuevo año, por modesta que sea. Ecuador, que así sea.