Esto no es político
¿Orgullo de qué?
Periodista. Conductora del podcast Esto no es Político. Ha sido editora política, reportera de noticias, cronista y colaboradora en medios nacionales e internacionales como New York Times y Washington Post.
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Que si el Presidente de la República está invitado a la posesión presidencial de Estados Unidos o no; que si se sienta en primera fila o no; que cuánto cuesta y de qué está compuesto el outfit que viste su esposa, han sido parte de la conversación digital en estos días.
Los detractores de Daniel Noboa, burlándose antes de hora de una invitación que, supuestamente no se hizo; los fanáticos aplaudiendo como si la seguridad, la democracia y la economía de Ecuador estuviese estrictamente atada al hecho de que Noboa esté o no en primera fila.
Por supuesto que las relaciones con Estados Unidos —el principal socio comercial de Ecuador— son fundamentales y es importante preservarlas, pero de ahí a hacer apología de un viaje presidencial y convertirlo en orgullo nacional sólo demuestra cuán baja está la vara en el país.
Mucho más cuando la política de relaciones internacionales de este gobierno —si es que hay alguna— ha sido sumamente errática; desde la invasión a la sede diplomática de México en Quito, hasta el fracaso de la Cumbre Iberoamericana en Ecuador, pasando por las penosas declaraciones de Noboa, recogidas en el perfil hecho por Jon Lee Anderson y publicadas en The New Yorker en junio de 2024.
Al ver a Noboa en primera fila, cerca del presidente argentino, Javier Milei, queda la duda de qué tan incómodo pudo haber sido posar para la foto con un mandatario del que Noboa tiene tan bajo criterio. Según recogió The New Yorker, el mandatario no escatimó calificativos para sus pares de varios países. De ellos, el que peor opinión le merece es su par argentino. “No sé por qué piensa que es tan genial. No ha logrado nada desde que asumió la presidencia. Parece muy engreído, lo cual es muy argentino, en realidad”, recogió la revista.
Tratar de posicionar como un logro — a través de las decenas de cuentas en redes sociales y pasquines propagandísticos disfrazados de medios, pagados quién sabe con qué fondos— unas fotos de la canciller o el mandatario y su esposa, es muy penoso.
Los ciudadanos tienen el derecho y la obligación de exigir resultados de sus gobernantes. Parte de construir democracia es exigir cuentas. Y los medios de comunicación y periodistas también tenemos una enorme responsabilidad en ello.
Ojalá, el viaje presidencial sea más que las imágenes banales que pretenden vendernos. Ojalá, en algún momento, los ciudadanos puedan exigir más y mejor de todos los gobernantes y todos los aspirantes a serlo.
El país está en un punto de quiebre y enfrenta una crisis muy profunda; hay cientos de familias que lloran a sus seres queridos, asesinados en medio de esta ola imparable de violencia, ¿y lo importante es reportar cuánto cuesta el outfit de la esposa del presidente?
Habrá, por supuesto, quien piense que sí. En una democracia, cada quien es libre de hacerlo, de consumir el medio que más le guste y como medio, publicar lo que mejor les parezca, sin embargo, si no empezamos, por lo menos, a hacernos preguntas sobre los mínimos que, como sociedad, debemos exigir a los gobiernos, medios, políticos y demás, siempre seguirán ofreciendo lo mínimo y, lastimosamente, una sociedad que se conforma con lo mínimo, está destinada al fracaso.
Que el orgullo de ser ecuatorianos no dependa del sitio en el que se sienta un mandatario, si no de las soluciones que ofrece a su gente; de las muestras de empatía con los dolores de sus ciudadanos, de la capacidad de abandonar sus afectos y desafectos personales para gobernar un país diverso, en el que caben todos, incluso sus más fervientes detractores.