Esto no es político
Esmeraldas, la olvidada

Periodista. Conductora del podcast Esto no es Político. Ha sido editora política, reportera de noticias, cronista y colaboradora en medios nacionales e internacionales como New York Times y Washington Post.
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Las imágenes de la enorme mancha negra que tiñe el río Esmeraldas, el principal afluente de la provincia que lleva su nombre, son impactantes y reflejan, una vez más, lo más doloroso del histórico abandono que viven sus pobladores. Este nuevo desastre ambiental fue causado por el rompimiento del oleoducto, ocurrido, aparentemente, tras un deslizamiento de tierra.
El nuevo derrame no solo amenaza la salud y el acceso al agua potable, sino también la biodiversidad que hace de esa provincia un espacio importante de conservación. Los reportes de la espesa capa de crudo que cubre el río Caple, en Quinindé, muestran tan solo uno de los flancos afectados por el derrame y que provocan picazón en los ojos y dolor de garganta, producto de la contaminación.
Varios medios también han reportado las manchas de petróleo en la playa Las Palmas, en plena ciudad de Esmeraldas. Este balneario, además de otros dos, Camarones y Las Piedras, ha sido cerrados, mientras aumentan las declaraciones de funcionarios municipales que afirman que hay niños con manchas de petróleo sobre sus cuerpos. El gobernador de esa provincia confirmó que producto del derrame, hay más de 4.000 atenciones médicas registradas en el ministerio de Salud. Además, hay por lo menos tres cantones que no tendrán acceso a agua potable durante una semana.
La emergencia ambiental no es un evento aislado; es un síntoma más de una enfermedad crónica: la explotación sin reparos y el olvido sistemático de una provincia sumergida en la violencia y la falta de presencia estatal.
Esmeraldas produce riqueza gracias a sus recursos naturales que hoy se ven en un enorme riesgo. El problema también es que esa riqueza no se ha traducido en bienestar para sus habitantes. Es la provincia con la tasa más alta de desempleo (8.6%) y con enormes necesidades básicas insatisfechas. Siete de cada diez personas no tienen sistema de alcantarillado y 4 de cada 10 no tienen acceso a agua por red pública, según los datos del censo nacional de 2022 y es la tercera provincia con mayor índice de necesidades insatisfechas, detrás de Orellana y Morona Santiago.
¿Cómo, una población que vive rezagada del resto del país puede pretender tener una vida digna?
Y ese es uno de los mayores problemas para perpetuar la pobreza: un estado ausente que no cumple con sus obligaciones mínimas con la provincia a la que solamente regresa a ver cuando hay problemas. ¿Y cómo no va a haberlos si su población sobrevive en un contexto de violencia y olvido permanentes?
En 2022, Esmeraldas se convirtió en una de las zonas más violentas del mundo — con 81 homicidios por cada 100.000 habitantes— y la tercera más peligrosa de América Latina, sólo detrás de Colima, en México, y la Región Capital de Venezuela.
¿Qué futuro pueden tener los jóvenes que nacen y crecen allí? Si no es la violencia la que los coopta, es la pobreza la que los aplasta. Todos los cantones de la provincia —excluyendo la ciudad de Esmeraldas– registran niveles de pobreza superiores al 80% y pobreza extrema mayor al 44%, según los datos registrados en el Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial 2015-2025. Tienen una tasa de desnutrición crónica infantil alta, superior al 20%, y la tasa de mortalidad infantil supera el promedio nacional, mientras que el analfabetismo alcanza 5.7%.
No se puede además obviar que Esmeraldas es una provincia con una alta población afro en un país racista, en donde, además, las niñas y mujeres enfrentan riesgos adicionales; esta es una de las provincias que tiene más registros de niñas que se casan tempranamente, antes de cumplir los 18 años. Según un informe presentado por UNFPA y Plan Internacional en 2023, el 35,7 % de las mujeres de 18 a 49 de esa provincia, se habían casado o unido antes de los 18 años.
En ese contexto, el más reciente derrame petrolero es solo otro capítulo en esta historia de precariedad que vive la población y de la que el resto el país parece no tener noticias, como si se tratara de una realidad que nada tiene que ver con el Ecuador.
Los funcionarios municipales y gobiernos locales han declarado en medios su preocupación por la lenta respuesta gubernamental. Varios expertos consideran que la información oficial es escasa y que aún es difícil determinar la magnitud de los daños, pero algunos ya se atreven a hablar del mayor desastre ambiental registrado en la historia.
Hay además diversas especies en riesgo; el refugio de vida silvestre Manglares Estuario Río Esmeraldas también fue afectado por el derrame. Allí conviven seis tipos de mangles y al menos 25 especies de mamíferos, entre ellos venados, perezosos, monos y nutrias.
Y mientras la respuesta estatal llega lenta y a medias, las preguntas son incesantes. ¿Cuántos litros de petróleo se derramaron? ¿Cuál es la magnitud de los daños? ¿Quiénes son los responsables? ¿Cuánto tiempo tomará remediar? ¿Qué montos se destinarán a esa reparación u cómo?
En medio de un período electoral, en el que los distractores están a la orden de cada campaña, el país no puede olvidarse de lo que verdaderamente importa: la vida de los esmeraldeños que están sufriendo, una vez más, el coletazo del abandono estatal.
El estado debe hacerse responsable, no solamente de mitigar este derrame, sino de recordar que hay una deuda histórica con Esmeraldas y atender a esta provincia que es un espejo incómodo de aquello que hoy está destruyendo al país: la violencia, la corrupción y el abandono.