¿Estamos preparados para afrontar que el precio de nuestro petróleo este debajo de USD 50 por barril?

Asesor empresarial en estrategia y finanzas corporativas. MBA de la Escuela de Negocios Darden de la Universidad de Virginia. Exasesor McKinsey and Company y finanzas en JPM, CLSA, ABN-AMRO y Valpacífico. Exejecutivo senior Progressive Insurance e IPG.
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En primer lugar, con la aspiración de llevar a cabo un proceso electoral en un contexto de estabilidad, sin contratiempos y en total paz, es imperativo que participemos en las urnas de manera masiva y responsable.
Desde una perspectiva estratégica para los negocios, aunque aún es prematuro evaluar los efectos netos de las sobretasas arancelarias impuestas por el presidente Trump, a escala nacional resulta crucial integrar una resiliencia estratégica junto con una gestión eficiente del riesgo. Estas herramientas permitirán manejar de manera adecuada la inevitable disrupción económica provocada por dichas políticas.
En segundo lugar, el incremento en la producción petrolera por parte de los países miembros de OPEP+, combinado con la incertidumbre global generada por las mencionadas sobretasas arancelarias, ha llevado a una significativa disminución en el precio del petróleo WTI, ubicándose esta semana entre 55 a 60 dólares por barril. Este entorno de incertidumbre ha alcanzado tal magnitud que Goldman Sachs ha advertido acerca de la posibilidad de que el precio del crudo WTI podría descender en escenarios extremos a niveles tan bajos como los 40 dólares por barril. Para Ecuador, donde el promedio de los contratos de servicio se sitúa en 39 dólares por barril, esta coyuntura podría rememorar situaciones críticas experimentadas durante los años 2015 y 2016.
Es preocupante constatar que, en el marco del debate presidencial, ninguno de los binomios finalistas incluyó propuestas claras respecto a políticas de Estado orientadas hacia el sector de hidrocarburos (petróleo y gas natural), especialmente considerando un escenario adverso marcado por una caída pronunciada en los precios del petróleo. A esto se suma que el presidente Trump aboga por un crudo más barato, como indicó su asesor Peter Navarro al expresar que el objetivo del mandatario implica alcanzar un precio WTI de 50 dólares por barril. Según Navarro, este nivel sería suficiente para reducir al menos un punto porcentual la inflación en Estados Unidos.
Es importante destacar que, incluso antes del evento disruptivo del 2 de abril, el precio del petróleo ya se encontraba en niveles relativamente bajos cuando se ajusta por la inflación acumulada en Estados Unidos. Esta realidad tiene implicaciones variadas para Ecuador; por ejemplo, para los consumidores ecuatorianos que poseen vehículos, este escenario podría implicar una reducción superior en los precios de las gasolinas ECO, Extra y Premium durante las semanas venideras. Y del diésel industrial que no tiene subsidio.

Desde una perspectiva estratégica más amplia, es fundamental reconocer que esta problemática no es coyuntural sino estructural. Antes del citado evento de abril, la Administración de Información Energética (EIA) proyectaba un rango viable para el precio del WTI entre 50 y 55 dólares hacia 2027-2028, conforme a las políticas petroleras impulsadas por el presidente Trump. Este planteamiento subraya la necesidad de adaptar nuestra estrategia nacional a un entorno internacional cambiante.

Para la determinación del precio de la canasta petrolera ecuatoriana, el WTI sirve como referencia base, al cual se aplica un descuento que oscila entre 6 y 8 dólares debido a su viscosidad. Sin embargo, es posible que este castigo pueda reducirse debido al arancel especial del 25% impuesto por Estados Unidos sobre el crudo venezolano. Esta medida podría incrementar la demanda por el crudo ecuatoriano en refinerías ubicadas cerca del Golfo de México, lo cual aliviaría parcialmente esta penalización.
Sin embargo, el país enfrenta simultáneamente una preocupante disminución en la producción petrolera, pasando de un pico de 565.000 barriles diarios (bb/d) a aproximadamente 474.000 bb/d. Esta reducción representa una pérdida anual estimada en 2.000 millones de dólares (aproximadamente cuatro puntos porcentuales del IVA), lo que afecta significativamente los ingresos asignados a GADs, universidades, comunidades de la región amazónica y al presupuesto general del Estado.
A esto se añade la inminente amenaza de nuevas reducciones en la producción derivadas del programa de cierre del ITT y el declive productivo en campos maduros, cuya productividad disminuye cada año si no se implementan inversiones significativas en exploración y desarrollo de nuevos proyectos. Además de estos factores estructurales, destacan riesgos operativos recientes, como los problemas enfrentados por el Sistema Oleoducto Trans-Ecuatoriano (SOTE), cuya interrupción afectó gravemente la producción durante varias semanas en 2020.
Un escenario pesimista, con un precio WTI fijado en 50 dólares por barril, implicaría una caída adicional en los ingresos petroleros ecuatorianos cercana a 2.500 millones de dólares únicamente por efecto.

Se debe considerar la reducción del costo del subsidio al diésel para evaluar con precisión la disminución neta de ingresos.
Esta potencial contracción de los ingresos petroleros acentuaría las dificultades fiscales enfrentadas por el país. Actualmente, la deuda asciende a USD 82.000 millones, y para finales de 2024, los atrasos acumulados del gobierno ecuatoriano alcanzaron USD 5.609 millones, una cifra similar a los USD 5.562 millones registrados en diciembre de 2023.
El binomio presidencial que resulte electo deberá abordar varias cuestiones clave, entre ellas:
- La sensibilidad fiscal ante las fluctuaciones en el precio y la producción del petróleo.
- La evaluación del rol y la estructura de los contratos petroleros vigentes.
- El análisis del impacto que tendrá la transición energética global en la demanda a largo plazo de petróleo
- La identificación y consideración de los impactos de primer, segundo y tercer orden derivados de la aplicación de la sobretasa arancelaria implementada
Negocios y estrategia
El fomento de una mayor inversión privada resulta imperativo. Un ejemplo relevante se encuentra en México, donde la presidenta Claudia Sheinbaum anunció que el empresario Carlos Slim Helú, principal accionista de CLARO, participará en proyectos estratégicos relacionados con Petróleos Mexicanos (PEMEX).