Lo invisible de las ciudades
¿Es el megapuerto de Chancay una amenaza para Ecuador?
Arquitecto, urbanista y escritor. Profesor e Investigador del Colegio de Arquitectura y Diseño Interior de la USFQ. Escribe en varios medios de comunicación sobre asuntos urbanos. Ha publicado también como novelista.
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Se ha hecho mucho revuelo sobre la inauguración del megapuerto en las costas peruanas de Chancay, a 70 kilómetros al norte de Callao. Su presencia en las costas del Pacífico sudamericano podría cambiar dramáticamente las reglas de juego, en la cancha del comercio y la logística de la región.
Se trata de un megapuerto que aspira a conectar Sudamérica con China, en casi la mitad del tiempo que le toma a la carga viajar actualmente. Si los contenedores suelen hacer viajes en promedio de 40 días, considerando los trasbordos que se hacen en Panamá o Manzanillo, Chancay quiere bajar ese tiempo a 28 días.
Inicialmente, el nuevo puerto peruano pretende mover un millón de TEUs (medida de carga, equivalente a un contenedor de 20 pies) durante su etapa inicial. Como para tener un referente, según la CEPAL, todos los puertos de Guayaquil —incluyendo el puerto de aguas profundas en Posorja— mueven un total aproximado a los 2.2 millones de TEUs. Su infraestructura cuenta con 4 muelles de desembarque, que se ampliarán posteriormente a 15. Está equipado con grúas y vehículos portacontenedores, que son operados por un software logístico y consumen energía eléctrica para desplazarse. Su profundidad de 17.8 metros le permitiría recibir naves tipo “Súper Post Panamax”, cuyo calado alcanza los 16 metros. El barco con mayor calado que ha atracado en puertos guayaquileños tenía apenas unos 13 metros; y pudo ingresar al Golfo de Guayaquil, por contar apenas con el 20% de su capacidad de carga.
Chancay está generando temores e incertidumbre en la región. A nivel geopolítico, Estados Unidos ha expresado su preocupación por el aumento de capitales chinos en Perú. A nivel logístico, Chile y Ecuador ven con preocupación que el nuevo puerto absorba parte de sus respectivas demandas de transporte naviero. Conviene entonces verificar si estos miedos tienen fundamentos reales, a fin de ver si los puertos y los especialistas ecuatorianos en logística deben o no poner sus barbas en remojo.
Al menos —en primera instancia— no creo que Chancay se convierta en el puerto de salida de los productos ecuatorianos a China. La distancia por tierra desde Huaquillas hasta el mencionado megapuerto es de un par de días. Las exportaciones ecuatorianas aumentan sus riesgos de pérdida, al aumentar el tiempo de manipulación y traslado, por su condición de productos perecibles. Incluso, podríamos decir que las condiciones geográficas nos favorecen. Actualmente, existe una discreta cantidad de productos peruanos que cruzan nuestra frontera, para ser llevados por barcos, desde Puerto Bolívar al resto del mundo.
También debemos resaltar, que Chancay es un puerto privado. El accionista mayoritario es COSCO, una empresa pública china especializada en operaciones navieras y portuarias. Es poco probable que otras empresas similares, como DP World, dejen sus actuales instalaciones en Callao y Guayaquil. Más bien, el megapuerto de Chancay podría impulsar una renovación de las instalaciones de quienes compiten con COSCO a escala mundial. De dicha competencia, Guayaquil podría beneficiarse en primera fila. Seguramente, considerando la creciente rivalidad comercial entre China y Estados Unidos, empresas norteamericanas estarán interesadas en tener posibilidades de competir y mantener su carga sin ser manipulada por sus actuales competidores.
La competencia suele ser la que dinamiza los mercados. Quizá lo que necesitábamos para fortalecer aún más el mercado portuario y naviero en el Golfo de Guayaquil sea un megapuerto en la región con quién competir. Más que borrarnos del mapa portuario, Chancay podría posicionarnos en el mismo, como una alternativa. Queda en nuestras manos, convertir este desafío en una oportunidad que nos beneficie.