Lo invisible de las ciudades
La Mariscal y la 10 de Agosto: dos problemas, una solución
Arquitecto, urbanista y escritor. Profesor e Investigador del Colegio de Arquitectura y Diseño Interior de la USFQ. Escribe en varios medios de comunicación sobre asuntos urbanos. Ha publicado también como novelista.
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Ayer tuve el agrado de participar en el evento “Volver a habitar la ciudad vaciada: conversaciones sobre La Mariscal”; un evento organizado por la iniciativa La Mariscal sur; y auspiciado por varias instituciones, que se sienten comprometidas con el rescate de este barrio tradicional. Hubo un grupo de conferencistas especializados en arquitectura y urbanismo; tanto del sector público como privado.
La conferencia magistral fue dada por Carlos Montoya, arquitecto colombiano que participó en la reorganización y reconstrucción del Medellín posterior a los tiempos de la narco-violencia, entre los años ochenta y noventa.
La mayoría de conferencistas, provenientes del sector público, la empresa privada, las universidades y el gremio de la arquitectura, complementaron sus ponencias con varios planos de La Mariscal, resaltando información valiosa; como normativa de uso de suelo, presencia de edificaciones patrimoniales, edificios abandonados, zonas inseguras, etc.
Me llamó profundamente la atención notar que los planos de edificaciones abandonadas e inseguridad coincidían en algo: las zonas más críticas del barrio se ubican cerca de la avenida 10 de Agosto. Mientras más nos alejamos de esta, y más nos acercamos a la avenida 12 de Octubre; menos problemas hay de tugurización e inseguridad.
El sector más dejado a su suerte se encuentra entre la avenida Amazonas y la calle Versalles; y tiene a la 10 de Agosto como su arteria vial principal. De la Amazonas a la 6 de Diciembre encontramos un sector que tiene actividades, pero cuyo uso coexiste con lo informal y lo ilícito.
Aunque vale la pena decir, que dicha situación comienza a mostrar señales de mejoría. Adicionalmente, esta es la zona con mayor concentración de instituciones culturales y edificaciones patrimoniales.
Finalmente, de la 6 de Diciembre a la 12 de Octubre, tenemos el sector que funciona de manera eficiente como barrio. Ahí encontramos un alto uso residencial con comercios en las plantas bajar. Ahí el barrio subsiste, a pesar lo ocurrido en los sectores descritos previamente.
No es novedad que la 10 de agosto es un sector problemático de la ciudad. Pero creo que hemos cometido el error de tratar a La Mariscal y a la 10 de Agosto por separado; cuando el mejoramiento de las condiciones de esta vía podría ayudar a rescatar -al menos- a media Mariscal.
Como he expresado en ocasiones anteriores, existen dos factores que esta avenida que perjudican su atmósfera barrial: una es la presencia del Trole; que si bien desde su origen ha brindado beneficios en el transporte público de la ciudad, ha requerido intervenciones severas en su infraestructura vial, que rompen la continuidad peatonal de las calles transversales.
El otro factor negativo es la tipología predominante en las manzanas colindantes a la vía. Salvo honrosas e importantes excepciones, la 10 de Agosto está configurada por edificios entre 8 y 12 pisos, aproximadamente, adosados entre sí y de muy mala resolución arquitectónica. La mezquindad de la luz y los espacios estrechos caracterizan a dichas construcciones.
Son el producto de una época en la que aún explorábamos las bondades del modernismo; errores construidos, gracias a los cuales aprendimos a vivir, a habitar y a construir mejor.
Para repoblar ese sector debemos rescatar dichos edificios, facilitando la intervención arquitectónica, mucho más allá de lo estético. También es bueno aspirar a convertir la 10 de Agosto en una suerte de paseo verde longitudinal.
Quizá se acerque la hora de dar el siguiente paso evolutivo y que nuestro Trole sea reemplazado por un tranvía. Con todos esos factores, ¿a quién no le gustaría vivir en ese sector de La Mariscal?