Lo invisible de las ciudades
¿Está Trump dispuesto a jugar Risk con el planeta?
Arquitecto, urbanista y escritor. Profesor e Investigador del Colegio de Arquitectura y Diseño Interior de la USFQ. Escribe en varios medios de comunicación sobre asuntos urbanos. Ha publicado también como novelista.
Actualizada:
Hace un par de días, el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, dio unas inesperadas declaraciones, en una rueda de prensa, desde su residencia en Mar-a-Lago, Florida. Trump insiste en su interés de adquirir Groenlandia; así como en anexar a Canadá a la Unión y recuperar el manejo del canal de Panamá.
De manera explícita, Trump dejó sobre la mesa la opción de usar medios de presión para alcanzar dichos objetivos; tanto económicos, como militares.
Todo apunta a que Trump viene con intenciones reales de tener un impacto geopolítico no antes visto. Mientras él hablaba sobre presionar a Dinamarca con aranceles elevados, para que endose su soberanía sobre Groenlandia, su hijo mayor visitaba dicha isla, “como turista”. En la misma rueda de prensa, Trump habló de rebautizar al Golfo de México como “El Golfo de América”. Eso deja abierta la puerta a una política con México, muy similar a la que pretende con Canadá, con tendencia a la anexión.
El Donald Trump que asumirá la presidencia ya no es el ejecutivo populista, que ingenuamente se dejaba frenar por sus asesores. Ya no es ajeno al manejo del poder. Por eso, en esta ocasión se ha rodeado de personas que sean más fieles a él que al Estado. Ya con todo el conocimiento adquirido durante su anterior presidencia, Trump parece estar dispuesto a dejarnos un mapamundi geopolítico totalmente diferente al actual.
Con la esperanza de equivocarme, todo indica que Trump estaría dispuesto a consolidar la fragmentación geopolítica mundial; quedándose él con este lado del mundo, dejándole a China quedarse con Taiwán. La semana anterior, el presidente de China, Xi Jinping, daba un discurso, anunciando la inevitable integración entre China y Taiwán. Dichos comentarios se dan sospechosamente cercanos a los de Trump. Con Taiwán se le incluiría también una patente de Corso a China, para los conflictos que sostiene con Tailandia y Filipinas, respecto a sus fronteras en ultramar.
En cuanto a Europa, podemos esperar que Trump deje que el problema entre Rusia y Ucrania se convierta en un conflicto más frontal, entre Rusia y Europa. Trump no le debe fidelidades a ningún bando. Si bien tiene grandes simpatías con Putin, sabe que una Rusia debilitada y venida a menos le conviene. Europa ya se está haciendo la idea de que tendrán que asumir -a la brava y a la brevedad posible- la competencia de su defensa. Muy a su manera, podría ser que Trump se siente a ver dicha pugna y reconocer al vencedor.
Me quedan escenarios inciertos para Japón, India y Australia. Queda claro que Medio Oriente será un espacio donde Israel y los saudíes comenzarán a aumentar sus áreas de influencia, por encima de Irán. Rusia ya no tiene cómo impedir esto, luego de la caída de Siria.
Lo que queda por preguntarnos es: ¿cómo quedaría Sudamérica en este escenario? Posiblemente, en condiciones algo mejores que las de África. Seguramente, seríamos una especie de Puerto Rico enorme.
¿Habría como impedir semejantes distopías? Todos estos escenarios, que parecen disparates, pueden ser más cercanos a la realidad, con unos Estados Unidos bajo el mando de quien sabe que no hay quién le impida hacer lo que le da la gana. ¿Acaso Rusia o China estarían dispuestos a usar su armamento nuclear para defender a Latinoamérica o a Groenlandia? Lo dudo.
¿Cómo nos afectarían estas aspiraciones de Trump como país? A mí me preocuparía saber, qué viene después de una ocupación -militar o no- del canal de Panamá. Los estadounidenses siempre han tenido claro, que el mejor punto para defender el frente occidental de dicho paso naviero son las islas Galápagos.
Espero, por todos los medios posibles, estar equivocado. Que todo lo expuesto aquí continúe perteneciendo al campo de la ciencia ficción.