Punto de fuga
Enséñenles a pensar
Periodista desde 1994, especializada en ciudad, cultura y arte. Columnista de opinión desde 2007. Tiene una maestría en Historia por la Universidad Andina Simón Bolívar. Autora y editora de libros.
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No son solo 1.7 millones de niños y adolescentes que en estos días hacen de aulas, patios y pasillos un hervidero (sus voces agudas y sus cuerpos inquietos, como testimonio de la renovación de la vida; como promesa del futuro). Son también 1.7 millones de oportunidades de que algo, finalmente, cambie. Y para bien. No es tarea fácil, pero tampoco imposible, a condición de que se les dote de la única herramienta que sirve para todo, en cualquier contexto y para toda la vida: pensar.
Estos días, los titulares relacionados al inicio del régimen escolar de la Sierra y la Amazonía están enfocados en el regreso de la cívica al currículum. El gobierno la vende como la poción mágica que arreglará el calvario de inseguridad por el que pasa el Ecuador. Parece que ni Presidente ni Ministra se han detenido, precisamente, a pensar en que mayoritariamente quienes desde hace ya demasiados años tienen hundido al país en el lodazal de la corrupción y la violencia recibieron clases de cívica alguna vez. Al parecer, esas clases les sirvieron exactamente para nada.
Hecha la observación, también es necesario señalar que la cívica que recibieron quienes hoy son asambleístas o exdiputados, exministros, exalcaldes, expresidentes, empresarios, funcionarios de toda ralea, etcétera, no será la misma materia que el Ministerio piensa empezar a impartir. Por suerte. En este nuevo enfoque se agradece que la convivencia social sea prioritaria frente a la recitadera vaciada de sentido de todo lo relacionado con los símbolos patrios.
Sin embargo, no importa cuántos métodos de resolución de conflicto les enseñen o cuánto se les trate de inculcar los valores de la cultura democrática o los secretos de la comunicación asertiva, si primero no se les ha preparado para pensar, de poco o nada servirán esas enseñanzas.
Sin un aceitado y permanentemente ejercitado pensamiento crítico, que funcione como un reflejo, como una segunda forma de respirar casi, los cambios para bien nacerán truncados o avanzarán a paso de moribundo. Porque alguien que no piensa críticamente está condenado a creer a ciegas, a obedecer, a callar, a seguir instrucciones (del político de turno o del producto de moda). Y todos continuaremos hundidos en este lodazal infame.
Parte fundamental de pensar es hacer y hacerse preguntas. El método socrático de llegar al conocimiento a través de una sucesión de preguntas que elevan la calidad del razonamiento entre quienes las intercambian se conoce como mayéutica y aunque suena sofisticado es simplísimo. Todos los niños que en el mundo han sido y serán empiezan a aplicarlo aproximadamente cuando cumplen 4 años, que es cuando entran en la edad del por qué, famosa por enloquecer a los padres que tienen que ver cómo se enfrentan a la incesante preguntadera.
Pues eso, solo toca aplicarse en que la escuela y el colegio cultiven esta sana costumbre de preguntar, pero sobre todo de preguntarse, cosas. Es el único camino para no comer cuento, para no ser carne de cañón de los desalmados de signo político o económico. El único camino para ser personas enteras y no solamente consumidores, nombres en un padrón electoral, usuarios o porcentajes en una estadística.
En periodismo se practicó durante buena parte del siglo XX el método de la pirámide invertida que consistía en responder a lo largo de la nota periodística a preguntas en orden de prelación: qué, quién, cuándo, dónde, cómo y por qué. Luego se desechó en favor de métodos más narrativos y, sinceramente, ahora ya no sé, porque estoy perdida en este ámbito en el que cualquier hijo de vecino con cuenta en alguna red social se cree periodista. Fin de la digresión; decía: de todas las preguntas de la pirámide invertida, la fundamental siempre ha sido por qué. A esa debe añadirse otra que ayuda mucho a la hora de ejercer el pensamiento crítico: para qué. A quién o a qué beneficia, perjudica, impacta esto que está pasando, pasó o está por pasar.
Más que nunca, los 4.1 millones de estudiantes de educación básica y secundaria que tiene el país (2.4 millones pertenecen al régimen Costa y 1.7, a Sierra-Amazonía) necesitan estar equipados con los métodos del pensamiento crítico, porque les espera mucha confusión, en un mundo lleno de fake news, fake nudes, fake love, en fin, mucho, mucho fake, donde el criterio formado y la capacidad de discernimiento harán una enorme diferencia en la calidad de vida.
Todo bien con las clases de cívica, dénselas, pero por el amor de dios enséñenles a hacer y a hacerse preguntas, es decir, enséñenles a pensar.