Punto de fuga
Por Inocentes…
Periodista desde 1994, especializada en ciudad, cultura y arte. Columnista de opinión desde 2007. Tiene una maestría en Historia por la Universidad Andina Simón Bolívar. Autora y editora de libros.
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Tenemos un gobierno que resuelve, porque es previsor, oportuno y eficiente; un gobierno que respeta los procedimientos y la Constitución. ¡Qué lujo de gobierno que tenemos, que ya casi nos tiene afuera del hoyo en el que nos encontró! Todo va sobre ruedas, porque contamos con funcionarios capaces y diligentes, ministros expertos y exitosos en sus áreas. Ya no sabemos lo que es malvivir a causa de la delincuencia, ese azote del pasado.
Aquí nunca nadie ha sufrido una desaparición forzada. El Estado ecuatoriano sería incapaz. De hecho, muy pocos saben quién fue Pedro Restrepo (1943-2024), que en paz descanse —exitoso empresario colombiano que vivió hasta el final de sus días en Ecuador acompañado de su esposa y sus tres hijos (Santiago, Andrés y María Fernanda). Es más, Josué e Ismael Arroyo, así como Saúl Arboleda y Steven Medina, no desaparecieron en manos de soldados ecuatorianos y celebraron alegres la Navidad del 2024, en compañía de sus respectivas familias.
Aunque parezca inverosímil, los ecuatorianos no sabemos lo que es un apagón desde que sufrimos la Hora de Sixto, allá por los años noventa del siglo pasado. Disfrutamos de energía eléctrica a placer y jamás de los jamases hemos tenido que paralizar nuestras vidas ni hemos perdido plata a causa de inconvenientes de este tipo. ¡Qué va, eso sería subdesarrollo puro y duro! Aquí, por suerte, no sabemos lo que es eso.
Qué alegría da ver cómo las obras públicas desde más o menos el año 2007 se han construido con una pulcritud y un celo admirables para hacer rendir el presupuesto nacional. Ni un sobreprecio, ni una obra mal hecha o hecha sin que haya necesidad, solo con el fin de robar; tampoco compras o contratos de emergencia mal utilizados —ya sea por viveza o ineptitud— que hayan terminado en obras no entregadas o entregadas en condiciones inaceptables. Eso sería imposible en un país de gente tan honesta y espabilada como la ecuatoriana.
Y la lista de bendiciones sigue: algo debemos haber hecho bien para merecer esta Asamblea Nacional y estos asambleístas ejemplares, gente de primera donde las haya. También nos hemos salvado de las garras del narcotráfico y el crimen organizado internacional para poder mantener nuestra envidiable condición de isla de paz. Ni qué decir del sistema de justicia impoluto y jueces caídos del cielo con los que contamos. Nada que hacer, somos suertudos.
No les canso más y les dejo que empiecen a disfrutar desde ya del feriado eterno que graciosamente nos ha concedido el Presidente, porque aquí nadie necesita trabajar ni producir más, ¡qué va, si tenemos superávit!
Feliz Día de los Inocentes (¿o de los giles?). Disculparán esta larga e insoportable inocentada, es que estoy tratando de reírme para no llorar.