Punto de fuga
En manos de un desertor
Periodista desde 1994, especializada en ciudad, cultura y arte. Columnista de opinión desde 2007. Tiene una maestría en Historia por la Universidad Andina Simón Bolívar. Autora y editora de libros.
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En inglés hay una frase de origen militar devenida en coloquial para decir que alguien por voluntad propia no asoma, anda desaparecido, se hizo plumas o simplemente no quiere dar la cara. Se trata de “missing in action”, que suele abreviarse como MIA y cuya expression equivalente en español sería “perdido en combate”. Aunque en el caso del presidente Noboa sería MII, o sea, “missing in inaction”. Porque hacer-hacer, no parece que esté haciendo lo que debería.
El país se viene cayendo a cachos desde hace meses y a él solo se le ocurre aplicarnos el “silent treatment”; otra perla de la cultura pop gringa que viene muy bien para el caso y que se refiere a cuando alguien castiga a otra persona sin dirigirle la palabra. O al menos eso es lo que nos da a entender con su silencio de desertor. O, peor aún, cuando nos dirige la palabra (por aproximadamente dos minutos) es para hablar de algo que en ese preciso momento no nos interesa.
Desertor es la palabra que mejor describe al presidente Noboa. Desde que asumió el poder (en este punto, uno ya no puede evitar preguntarse para qué, cuáles eran sus motivaciones, porque para solucionar las graves crisis por las que atraviesa el país claramente no era)… decía, desde que asumió el poder, sabiendo en lo que se metía, Noboa casi no ha salido de su ostracismo político, mental y físico, que además de ser autoimpuesto se ha convertido en un problema mayúsculo para el país que supuestamente gobierna.
Desde enero de este año, por decreto (suyo), estamos en guerra. Y nuestra desgracia es tener por comandante en jefe a un desertor, en lugar de a un estratega. Contentarse con mandar a sus lugartenientes a morir al frente (¿han notado cómo quema ministros como si fueran fusibles?) es una actitud muy loser y como política de gobierno es directamente suicida -kamikaze, para seguir en la vena bélica. Al principio era solo con el crimen organizado, pero con el tiempo ha ido evolucionando hacia una guerra con tantos frentes abiertos a causa, principalmente, de su actitud desertora (¿o será más quemimportista?), que ya dan ganas de rendirse.
Tratar de reencaminar al desertor y sus enablers (o sea sus alcahuetes), hacerles entender y empatizar con la angustia y los problemas por los que pasan 18 millones de personas es lo mismo que intentar arrear una colonia de gatos, que es la traducción literal de otra frase anglófona chusca y apropiada para esta situación: “herding cats”*. La ameritan las situaciones demasiado absurdas, imposibles, estériles, inmanejables… es decir, todo eso que, tristemente, nos está pasando ahorita.
Pues nada, que nos desertaron, que nos toca buscarnos la vida en otra parte y cerrar este horrible capítulo. Algo así como cuando a uno le hacen ghosting (te palabrean primero y luego se esfuman) y no queda más que asumir la realidad: el hombre casi ni nos habla, ¿para qué vamos a seguir esperando algo de esta persona? Amigos, dense cuenta.
*Esta vistosa expresión -según Wikipedia, así que podría ser apócrifa- al parecer salió de la genialidad de los Monty Python en la desopilante película ‘La vida de Brian’.