Tablilla de cera
Noboa no llegó a los pobres
![](https://imagenes.primicias.ec/files/avatar/uploads/2024/07/02/668425ed520a0.jpeg)
Escritor, periodista y editor; académico de la Lengua y de la Historia; politico y profesor universitario. Fue vicealcalde de Quito y embajador en Colombia.
Actualizada:
Aunque el presidente Daniel Noboa puede enorgullecerse con justicia del resultado obtenido en las elecciones del domingo —porque no hay duda de que su período presidencial ha sido de gran dificultad por la violencia del crimen organizado, la paralización de la economía, el déficit fiscal, la sequía y los apagones, y que su estructura política es muy reciente—, su estrategia no resultó tan exitosa que le permitiera vencer en una sola vuelta.
Al contrario, hoy Ecuador está abocado a una cuarta vuelta de elecciones. Cuarta porque ya en 2023 pasaron a la segunda vuelta Luisa González y Daniel Noboa, en ese orden, y ganó Noboa. Por eso, el domingo, cuando los dos se enfrentaban de nuevo (junto a 14 otros candidatos que solo estaban de comparsas), se habló de una “tercera vuelta”, y dado que los resultados obligan otra vez a un balotaje, podemos hablar de una cuarta vuelta entre los dos.
Los resultados de la primera vuelta muestran que Noboa y González empataron en el primer lugar con 44% cada uno, Leonidas Iza se ubicó en tercer lugar con 5%, y Andrea González quedó cuarta con menos de 3%. Cada uno de los demás candidatos recibió menos del uno por ciento de la votación. Son tan misérrimos esos números que sumados los votos de los 12 no alcanzan el 4% del total.
Aunque ya se preveía esta polarización, el resultado es excepcional porque jamás ha habido una concentración tan alta de votos en los dos candidatos de más alta votación en primera vuelta.
El antecedente más parecido (lo recordaba el analista Javier Rodríguez Sandoval en su columna de Substack) es el de las elecciones de 2013, cuando Rafael Correa alcanzó 57%, Guillermo Lasso obtuvo 23% y Lucio Gutiérrez, 7%, que, como se ve, añado yo, se diferencia por la distancia que aquella vez hubo entre los dos primeros y porque sumados las dos votaciones llegan a 80% y no a 88% como en la actualidad.
Ahora bien, aunque es clara la diferencia regional de la votación, pues la RC gana en la Costa, Imbabura y las dos provincias del norte amazónico, y ADN lo hace en la Sierra y las demás provincias de la Amazonía, hay aspectos más importantes que se deben analizar.
Una pista nos dio PRIMICIAS con su artículo “Noboa triunfó en Quito con el voto de la zona urbana, pero González ganó en los sectores populares” en el que se muestra que en las elecciones de primera vuelta, el candidato-presidente Daniel Noboa obtuvo el triunfo en la capital, con un 49,99% de los votos. Sin embargo, Luisa González obtuvo el triunfo en 30 de las 65 parroquias de Quito, incluidas algunas de las más grandes y pobladas.
Casi todas las parroquias urbanas votaron mayormente por Noboa, y entre ellas se destaca el triunfo apabullante en Rumipamba, donde obtuvo 72,88% de la votación, seguida por La Concepción con 68,35% e Iñaquito con 67,83%.
Mientras tanto, González ganó en todas las parroquias rurales de Quito, con mayor votación en Checa con 55,49%, y superando el 50% en Guayllabamba, Yaruquí, El Quinche, Píntag, Púellaro, pero también ganó en parroquias urbanas como La Ecuatoriana (42,11%), El Condado (43,63%), Comité del Pueblo (44,49%), Turubamba (42,36%), Guamaní (43.52%) y la parroquia más grande, Calderón (43,98%), lo que muestra que el voto de los sectores populares favoreció a González.
Otra conclusión es que la RC ha recuperado músculo electoral. El mismo analista Javier Rodríguez Sandoval dice que la comparación más apropiada no es la del 44% de Luisa González en 2025 con su 34% de 2023. Sino que lo importante está en los detalles.
Recuérdese que la RC había venido bajando significativamente en sus preferencias electorales desde la década de 2010. Por ejemplo, Andrés Arauz en 2021 tuvo un rendimiento electoral muy inferior al de su antecesor Lenín Moreno en 2017.
A su vez, Luisa González, aunque alcanzó una votación similar a la de Arauz en 2023, perdió fuerza en algunos de los bastiones importantes: Manabí, Los Ríos, Guayas y El Oro, revelando fisuras en la fuerza electoral del correísmo.
En cambio, el rendimiento electoral de Luisa González el del domingo es muy superior al de 2023, pero no sólo en los bastiones de la RC, sino también, y lo hace notar el analista mencionado, en algunos de los territorios menos favorables para el correísmo.
En Tungurahua, la provincia de peor desempeño del correísmo en las últimas elecciones —provincia en la que el presidente, en su (tardía) entrevista del martes se ufanaba de su triunfo—, la RC acaba de alcanzar 22%, después de dos elecciones consecutivas en las que obtuvo porcentajes por debajo de 15%.
Rodríguez hace notar que el mismo patrón se observa en provincias como Napo o Pastaza. En Loja, la votación de la RC no había superado el 23%, y el domingo fue 33%.
En Pichincha y Azuay, provincias donde el correísmo había retrocedido muchísimo, Luisa González sacó 10 puntos más de lo alcanzado en las dos elecciones anteriores.
Esto se puede ver muy claramente en el gráfico elaborado por Rodríguez Sandoval y que reproduzco aquí con su autorización. En él se compara, provincia a provincia, la votación de Arauz en 2021, la de González en 2023 y la de González 2025.
Claramente se ve, en azul obscuro como en todas las provincias la votación de Luisa esta vez es la mejor, con mucho. Lo segundo que se nota es cómo, aunque en 2023 le fue peor que a Arauz en algunas provincias, esta vez superó las marcas de Arauz.
![thumb](https://imagenes.primicias.ec/files/content_image_simple_414_238/uploads/2025/02/12/67ad1d4dbbcea.jpeg)
Quienes solo ven que hay una preferencia regional muy marcada, lo que es verdad y lo demostró también PRIMICIAS con un mapa estupendo, reconocer el crecimiento de la votación correísta en todo el país es lo primero que deberían hacer los estrategas de Noboa.
Una vez reconocido aquello y analizada la votación por cantones y clases sociales, van a tener que concluir que el camino al triunfo en la cuarta vuelta es muy difícil.
Repito, Daniel Noboa tuvo una votación excelente después de un año muy difícil (violencia, apagones, déficit fiscal que le llevó a tener que subida del IVA y a retirar los subsidio a los combustibles), pero va a tener que cambiar de estrategia porque con la que aplicó solo llega a las clases alta, media y media baja, y no a los sectores populares.
Sus videos dándose chapuzones en las frígidas aguas del lago de San Pablo o en las tibias olas del mar de Olón, sus trotes matinales en ropa deportiva, sus escenas familiares con su guapa mujer y sus hijitos, no llegan al pueblo. Aun esos videos divertidos, con el niño gordito bailando maravillosamente, repelen porque se ve que es a la salida de su mansión.
Aunque en publicidad se conoce que los modelos guapos y la vida lujosa vende, porque apela a lo aspiracional de la gente, en publicidad electoral eso puede resultar contraproducente.
Noboa, además, centró su publicidad en él y no en la gente. Otro millonario, Mauricio Macri, ganó las elecciones presidenciales en Argentina sin hablar demasiado (lo que le conviene a una persona lacónica como Noboa) pero escuchando a la gente. Sentado en una sala modesta con una familia, compartiendo una comida con un gaucho, atendiendo una reunión de obreros, en una rueda con albañiles, solo escuchando.
Una estrategia que diseñó Jaime Durán quien logró con Macri uno de sus mayores triunfos de su vida de consultor político, y que podría pensar en algo así para Noboa (a pesar del fracaso de Informe Confidencial con sus encuestas que hicieron creer, que nos hicieron creer, que Noboa estaba adelante y no detectaron el crecimiento del correísmo).
Si el presidente no sale del esquema de tiktoquero e influencer y si no se convierte en un político de verdad, que plantea un norte, que insufla esperanza y que escucha a la gente, si no se conduele de los pobres y no se le ve con ellos, no podrá ganar la reelección presidencial.