Tablilla de cera
El presidente que habla de “cagaditas y cagadotas” y se juega su futuro
Escritor, periodista y editor; académico de la Lengua y de la Historia; politico y profesor universitario. Fue vicealcalde de Quito y embajador en Colombia.
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Es la primera vez en la historia del Ecuador que un presidente de la República pronuncia las palabras “cagaditas y cagadotas” en una entrevista de televisión. También es la primera vez que un primer mandatario dice “chuta”, “trambólico”, “cero Polito cero” y otras expresiones folclóricas.
Pero también es la primera vez que un presidente de la República dice “por supuesto que estamos jodidos”, reconociendo con sinceridad, aunque poca finura, el calamitoso estado del país. “No estoy diciendo que estamos bien. ¿¡Cómo vamos a estar bien!?”, exclamó en otro momento.
Y eso de que el presidente sonaba sincero se lo reconoció, al final de la entrevista de una hora y pico del domingo, Rafael Cuesta.
Y creo que lo fue. Sincero, digo. Su manera de hablar —que no es precisamente muy culta ni muy precisa (al joven le falta vocabulario en español, aunque creo que sí lo tiene amplio en inglés)—, incluso ese tono coloquial, esos giros de chico poco refinado, hicieron de la entrevista del domingo un acontecimiento.
Además de que por fin hizo lo que muchos hemos estado sugiriendo, entre ellos este servidor desde esta columna y en entrevistas de radio y televisión: que el presidente salga de su enclaustramiento, que abandone la política de incomunicación, que no se dedique solo al TikTok, que hable, que explique, que enfrente.
Siempre el mejor portavoz de un Gobierno es quien lo preside: es el único que tiene una mirada global de la situación y quien, finalmente, toma las decisiones, por lo que puede explicarlas.
También es verdad, por otro lado, que no se lo puede quemar con constantes apariciones, salvo que se adopte una política como la de las mañaneras de AMLO, una cosa nunca vista, divagaciones diarias que encantaban a los mexicanos y desesperaban a los afuereños.
Pero una entrevista como esa del domingo era indispensable, y ahora el presidente debe concederlas de manera periódica, quizás cada 15 días mientras dure la emergencia. Si siguen los apagones de 14 horas, quizás debe darlas cada semana, para que cuente los avances de las soluciones que anunció.
La popularidad de Noboa cayó en picada en los dos últimos meses por llevar al extremo una máxima que suele haber entre los expertos de la comunicación política: los ministros están para dar las malas noticias y el presidente solo las buenas.
A esto se unió una concepción muy equivocada de la comunicación gubernamental que nació del éxito que tuvieron en la campaña electoral con el uso del TikTok. Noboa y su equipo creyeron que había que seguir con ello, y desterrar cualquier comunicación profunda, cualquier entrevista de prensa. Que bastaban cortos videos impactantes, discursos de minuto y medio en los actos castrenses, mucho glamour, mucha Lavinia, y que todo lo demás era anticuado y caduco.
Sostenida esa política con necedad durante casi un año, cuando llegó la crisis energética, el público entendió que Noboa se escondía, escurría el bulto, se despreocupaba del tema. Y, al no explicar nada de nada, cayó en las encuestas y en la aceptación de la gente que, aunque sabe que el gravísimo problema de los apagones no se debe solo a él, exige entender las causas, las acciones que se toman, los sacrificios que se piden, el sentido de las decisiones e incluso las razones de los cambios repentinos en la programación de dichos apagones, que nadie ha entendido y han encolerizado a la gente.
Noboa lo reconoció. Que la gente está molesta, dolida, afectada, admitió. Inclusive, en algún momento dijo que la gente “está cabreada”, y que él también lo estaría contra el Gobierno si fuera ciudadano común, por la afectación a los negocios y a lo que llamó su “cotidianidad”.
Me sorprendió su respuesta a la pregunta de Cuesta de si fue populista el anuncio de que los recortes se irían reduciendo cada semana dos horas. Noboa explicó que los pronósticos del tiempo daban 70% de posibilidades de que las lluvias permitieran incrementar la generación hidroeléctrica, pero que aquello no aconteció, y que el panorama que siguió, el de cielos despejados y vientos, solo tenía 10% de posibilidades de cumplirse.
Y el fracaso fue evidente pues la ministra Manzano tuvo que anunciar que no solo no se acortaban los apagones sino que subían a 14 horas diarias, algo inédito en el Ecuador en los últimos 50 años.
En la entrevista, supimos que el presidente no se casa con un modelo único de generación eléctrica. Pero para él la única variable es el costo de generación, y eso depende del precio del petróleo. No hizo ni siquiera una mención, por pasajera que fuera, a razones ambientales.
Explicó, aunque le faltó profundizar, que él considera que el Ecuador debe diversificar sus fuentes de energía: nuclear, solar, eólica, hidroeléctrica, a gas (que es mucho más barata que el diésel o el fuel oil), para no volver a tener apagones ni racionamientos. Sin embargo, reconoció que no es el Estado el que puede emprender en todos esos proyectos, y mucho menos con la situación fiscal que heredó.
Que hay apagones porque no se ha dado mantenimiento es la cantaleta de los correístas (incluido Jaime Nebot y los socialcristianos que, como dijo Noboa, está “pegado con cemento de contacto” a la RC). Es para ocultar, y esto lo digo yo, que fueron ellos quienes apostaron solo a las hidroeléctricas; que abandonaron el parque térmico; que, en una década, solo completaron —y eso con fallas de construcción y mucha corrupción—, tres de los ocho proyectos hidroeléctricos, mientras que otros dos los retomó y concluyó Lenin Moreno, mientras tres siguen con retrasos y problemas hasta hoy.
Sin meterme a analizar si fue Noboa el que recuperó o no los 435 MW de plantas térmicas (que Noboa se puso a sumar, esferográfico en mano —uno de los puntos bajos de la entrevista, porque pudo haber tenido carteles listos para mostrar en pantalla—), fue interesante oír que van a invertir US$ 750 millones en la compra de nuevas unidades de generación y que el Gobierno está abierto a nuevos proyectos.
En efecto, invitó a que los interesados presenten proyectos de envergadura, y anunció estar dispuesto a celebrar alianzas estratégicas para asegurar que esa inversión sea rentable. Sin embargo, no explicó si eso puede hacerse con la actual Constitución que consagra el modelo estatista.
Pero, para mí, el anuncio más importante de toda la entrevista fue que Noboa cree que el Ecuador volverá a la normalidad en diciembre. No lo prometió, sino que lo anunció como un cálculo de probabilidades. Tampoco precisó cuánto de esa solución depende del retorno de las lluvias. Más bien me parece que es una apuesta al nuevo parque térmico, a la nueva generación de Toachi-Pilatón y a la posibilidad de volver a comprar electricidad a Colombia, lo que la ministra Manzano ya anunció el martes que es posible concretar con generadoras privadas de ese país.
(Aquí una breve mención: hace un año, casi coinciden las fechas, el 27 de octubre, acompañé, como embajador del Ecuador en Colombia, al presidente Guillermo Lasso a su visita de trabajo al presidente Gustavo Petro, donde consiguió que este acepte vender al Ecuador 450 MW. Fue un logro notable, porque Colombia estaba muy reticente).
Si Noboa logra normalizar la situación para diciembre, creo que capaz recupera la confianza de la población y puede aspirar a la reelección, que hoy por hoy la tiene perdida.
Insistió mucho Noboa en que él tiene empatía con la ciudadanía y que fue su decisión que se corte la luz en bloques más largos, contra el criterio de los técnicos, a los que pintó poco más o menos como unos desalmados.
No sé qué sea lo mejor, pero yo estaría al criterio de los técnicos. En todo caso vivo en un barrio castigado al extremo: desde que se inició el racionamiento de energía, ya son cinco semanas que sufrimos cortes hasta la medianoche, solo variando la hora de inicio (la primera semana, arrancaba el apagón a las 20:00, pero al alargarse por la crisis de Mazar, hoy se inician a las 17:00 o a las 18:00) mientras que el barrio de al lado tiene luz todas las noches hasta la medianoche. ¿No podría hacerse, con esa empatía de la que tanto se ufana el presidente, un sistema rotativo para que no sean los mismos barrios los que nunca tienen luz a la noche mientras que otros siempre la tienen?
En lo que Noboa, que proclama ser del “nuevo Ecuador”, estuvo francamente mal es cuando, como cualquier político del “viejo Ecuador”, se adjudicó obras ajenas.
Por ejemplo, la aseveración de que a “Toachi-Pilatón lo dejaron botado en la época de Lenín y en la época de Lasso. Nosotros invertimos, llegamos a un acuerdo, lo reactivamos, finalizamos y estamos finalizando la construcción”.
Y eso es falso, o “engañoso” como lo califica Lupa Media, el sitio de “fact-checking”. Más bien en el Gobierno de Lenín Moreno se inició la recuperación de la obra, que estaba abandonada por el correísmo, con la instalación de componentes electromecánicos, y en el Gobierno de Guillermo Lasso, se concluyó la construcción de la central Sarapullo, una de las tres con la que cuenta el proyecto, con una generación de 49 MW.
Esa central genera energía de forma comercial desde marzo de 2023 y Lasso la inauguró oficialmente el 20 de octubre del año pasado.
Lo que ha hecho Noboa es simplemente proseguir la obra, corrigiendo fallas del túnel de carga del tramo Toachi-Alluriquín (construida en el correato), que habían sido observadas por la Contraloría, y se aspira a que en diciembre entre en operación, generando 68 MW, a los que se sumarían otros 68 MW en enero y otros 68 en febrero, con lo que la central Alluriquín generará, al completarse, 204 MW.
(Y ya que estamos en esto de la comprobación de datos, tampoco es cierta la afirmación de Noboa de que sus niveles de reserva monetaria internacional de más de 8.600 millones de dólares sean más altos que los de Lasso. Lupa Media recuerda que en la administración de Lasso se llegó a cifras superiores en 2022: en marzo (US$ 9.226 millones), julio (US$ 9.016 millones) y agosto ( USD 9.010 millones).
La entrevista no debe haber tenido muy buen “rating” porque en el horario en que se transmitió, medio país estaba a oscuras. Pero supongo que la Secretaría de Comunicación ya estará haciendo pastillas para TikTok, clips para YouTube, reels para Instagram, y toda la parafernalia de productos con las partes más importantes de las respuestas del joven y poco refinado presidente, quien se juega el todo por el todo en este mes de noviembre.