Tablilla de cera
El domingo, debate de finalistas. ¿Sirven de algo?

Escritor, periodista y editor; académico de la Lengua y de la Historia; politico y profesor universitario. Fue vicealcalde de Quito y embajador en Colombia.
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No faltará quien me diga que la pregunta es necia porque es patente que sí sirven y que la prueba está en que el actual presidente Daniel Noboa lo es por lo acontecido el 13 de agosto de 2023 en el debate de los candidatos en la primera vuelta de las elecciones anticipadas.
En aquel debate, marcado por el asesinato del candidato Fernando Villavicencio el 9 de agosto, Noboa se hizo conocer al Ecuador por tres razones: por llevar un chaleco antibalas, lo que le distinguió visualmente de los demás candidatos; por mostrarse muy calmado y parco, y por recitar con seguridad absoluta cifras, números y respuestas.
Que algunas fueran totalmente falsas —como que el problema eléctrico del Ecuador no era de generación, sino de transmisión y que él iba a resolverlo— no venía al caso. Lo importante era proyectar una imagen de conocimiento y seguridad.
El propio Daniel Noboa me confió, en la única conversación que he sostenido con él (y no creo ser infidente), que él y su equipo sabían lo decisivo que era ese debate. Las encuestas y los grupos focales les decían que con él se pasaba muy rápidamente del conocimiento a la aceptación y de esta a la adhesión.
Es decir, sabían que era muy probable que quien llegara a conocerle se animara a votar por él. Y la oportunidad más grande que tenía para ello, porque solo así podía llegar a la mayor audiencia posible, era en el debate.
Y así fue. Incluso por la ayuda que tuvo de Jan Topic, como lo hacía notar Alejandro Ribadeneira en este mismo portal en la nota Desde el 'míreme a los ojos' al 'no mientas otra vez': así fueron los debates en Ecuador.
“Quizás un hecho determinante fue que Jan Topic alabó a Daniel Noboa, sin saber que lo estaba posicionando entre los electores con frases como estas: "Daniel, gracias por los números...”, “Daniel, excelente tu pregunta. Estamos elevando el nivel del debate tú y yo", recuerda Ribadeneira.
La verdad es que Noboa subió como un cohete tras el debate (en cuatro días pasó de 2% a 20% de la intención de voto) y quedó finalista. Tuvo tal viada que, aunque no le fue tan bien en el cara a cara con Luisa González, la superó en la segunda vuelta.
Hoy se repite la historia, se enfrentan otra vez en el balotaje y este domingo a las 8 de la noche tendrán un nuevo frente a frente.
El CNE dice que este debate “permitirá que la ciudadanía conozca los planes y propuestas de los candidatos, con el objetivo de promover el voto informado”, pero es obvio que no es eso lo que se juega en un debate electoral en TV, sino las formas de reaccionar, el aplomo, la verosimilitud, en suma, la personalidad de los candidatos.
A todos nos hartó, nos “hostigó”, como dirían en la Costa, el 19 de enero de este año el debate de la primera vuelta, en especial por las respuestas frívolas y vacuas de los candidatos y el afán de los moderadores de hacer cumplir a rajatabla los límites de tiempo.
En aquel debate, en grupos de ocho, ni Noboa ni González (Luisa) tuvieron actuaciones tan lucidas y, así y todo, fueron los que pasaron a la segunda vuelta con un empate a 44%, jamás visto en la historia electoral del Ecuador.
Y es entonces cuando empezamos a dudar de la efectividad de los debates por sí mismos, que hoy son obligatorios por una reforma al pomposamente llamado “Código de la Democracia”, que no es más que la Ley de Elecciones.
¿Y cómo reaccionarían ustedes si les digo que un estudio de 56 debates en televisión en 62 elecciones de 10 países concluye que los debates no tienen mayor impacto en la decisión de los votantes?
Me refiero a How Do Campaigns Shape Vote Choice? Multi-Country Evidence from 62 Elections and 56 TV Debates por Caroline Le Pennec y Vincent Pons, aparecido en mayo de 2023 en The Quarterly Journal of Economics.
Este estudio analiza más de seis décadas de datos electorales para entender mejor los factores que influenciaron el proceso de toma de decisiones en EE. UU., Austria, Canadá, Alemania, Italia, Países Bajos, Nueva Zelanda, Suecia, Suiza y el Reino Unido. Sus principales fuentes fueron encuestas con representación nacional de 62 elecciones en esos países desde 1952 a 2017.
Y los autores concluyen que, para su sorpresa, no encontraron que los debates contribuyeran a la formación de la decisión electoral en ningún grupo de votantes.
En realidad, esos y parecidos estudios son hechos antes de que tomaran fuerza las redes sociales. Hoy, la abundante interacción de las redes es clave en el resultado, pues no es el debate en sí lo importante sino la forma en que partidarios y opositores, amigos y enemigos (con sus respectivas granjas de troles) interactúan en Twitter, Facebook, Instagram y las otras plataformas.
Otro ejemplo, aparte de lo sucedido con Noboa en 2023, es el de Andrea González en el debate de la primera vuelta de 2025, en el que se destacó claramente por su frontalidad y por la contundencia de sus argumentos, prácticamente lanzándose al cuello de la candidata correísta.
Aquello se reflejó en su votación: quedó cuarta.
Cierto es que solo tuvo 2,69% de los votos, pero si uno se pone a ver que los 12 restantes candidatos no llegaron ni siquiera al 1% y que se necesita sumar las votaciones de los siguientes seis para llegar a igualar la votación de Andrea González (es decir sumar las de Kronfle, Granja, Jairala, Escala, Cucalón y Tillería), el resultado que obtuvo, sin duda, resalta.
¿Fue efecto de su actuación en el debate? Eso, y de la interacción en redes, donde se recordó, además, que, aunque estaba en el detestable partido Sociedad Patriótica de Lucio Gutiérrez, ella fue la candidata a vicepresidenta de Fernando Villavicencio.
Son múltiples las fuentes de información de las que hoy disponen los votantes en una campaña y su decisión es producto del conjunto de esas informaciones, no de un factor aislado. Y ahora las redes sociales son clave, no solo en el posdebate sino en el “interdebate”, como decía el otro día un embajador extranjero, es decir durante el curso del debate.
La decisión de todos los votantes, incluso de los que nos parecerían muy desinformados, es resultado de sumar información muy amplia: conversaciones con la familia, discusiones con otros votantes, las mencionadas redes sociales y, para algunos segmentos, también los medios de comunicación tradicionales y los portales de noticias.
Por cierto, los medios tradicionales y los portales son despreciados por el actual Gobierno. Según supe, Hora 25 invitó el domingo pasado a los dos candidatos vicepresidenciales. María José Pinto se negó a asistir; en cambio, Diego Borja estuvo allí puntualito. Y esta no es la primera vez que sucede, siendo como es una gran candidata, cuyas presentaciones podrían ayudar al binomio.
No solo eso. Este, y ya lo dije alguna vez, es el gobierno del silencio. Ningún ministro da entrevistas. Como dice una periodista con mucha experiencia. “el Gobierno de Noboa no se deja ayudar”.
Ayudar no porque un periodista se ponga al servicio del Gobierno, sino porque si hubiera voceros que expliquen lo que este hace, se ampliaría su mensaje y le iría mejor.
Así que, aunque lo del domingo es clave, es el conjunto de lo que los votantes han venido escuchando y viendo y lo que seguirán escuchando y viendo hasta el Día del Maestro, lo que decidirá su voto.
Algo similar sucedió en un debate del que estuve muy cerca: el de Rodrigo Borja con León Febres Cordero, el 27 de abril de 1984.
Fui parte del equipo que el Dr. Borja escogió para prepararse para ese debate. Incluso, en varios simulacros, yo hice de “sparring”, es decir personifiqué a Febres Cordero, usando los argumentos de este e incitándole a Rodrigo a que perdiera la paciencia.
Para muchos analistas, y sigue repitiéndose hoy, Febres Cordero ganó el debate y eso decidió la elección.
Recuérdese que aquel debate se dio en un ambiente de extrema polarización y, tal como lo preveíamos, Febres Cordero insultó a diestra y siniestra, como el sujeto prepotente, autoritario y pendenciero que era.
Borja respondió con altura, firme y seco, pero con altura. Por eso llegó el momento que todos recuerdan: el “Míreme a los ojos, doctor Borja, no me baje la mirada”, que no fue sino una payasada ensayada.
Al discutir la estrategia para el debate, todos sabíamos que llegaría un momento como aquel. El doctor Gonzalo Córdova Galarza, eminente jurisconsulto, gran ser humano y miembro del equipo, sugirió que, de darse el caso, Borja golpease la mesa y se levantase, abandonando el debate, para impedir que se le faltara al respeto.
Se discutió mucho aquello. Rodrigo Borja decidió que no, que él seguiría portándose como un caballero, diciendo clara su verdad, pero sin perder la compostura, incluso ante los gritos del iracundo rival.
No fue el debate lo que decidió la votación. Aunque esa noche mi sensación fue que Borja sí perdió algo de votos (y se lo dije a Pedro Saad, que me llamó para saber mi opinión desde el estudio de Telecentro, hoy TC Televisión, en Guayaquil, donde se celebró el debate), en el ánimo de los votantes no pesó tanto la andanada de insultos y las bravuconadas de Febres Cordero, sino un conjunto de factores.
Entre ellos, el más importante, y eso lo dice Andrés Vallejo en un libro de memorias y reflexiones que aparecerá dentro de poco, fue la campaña sucia de que Borja había ganado la primera vuelta con fraude electoral.
Aquella calumnia, consistente y amplificada por los canales Telecentro y Ecuavisa, penetró en la población mucho más de lo que nos imaginábamos.
Como dice Vallejo, “Las periodistas Gloria de Carbo y Cristina Tamayo, de Ecuavisa, produjeron una telenovela en la que en capítulos diarios relataban, morbosamente, cómo se había producido el supuesto fraude. Irrumpieron sorpresivamente en las oficinas de Computec, que era la firma proveedora de los equipos de computación al Tribunal Electoral, para graficar lo que llamaban ‘manipulación de resultados’”.
Recuerdo claramente la toma, en una de las entregas de lo que Vallejo califica de telenovela, en que la cámara seguía unos cables de las instalaciones de Computec y Cristina decía “Por estos cables recorre el fraude. Por aquí sube el fraude y baja por aquí”, y todo lo que se veía eran cables y soportes de aluminio.
“La estrategia”, sigue Andrés, “les dio resultado. La gente creyó que la acusación era verdadera. No pudimos captar la penetración que la falsa versión había tenido en la ciudadanía y, por lo mismo, no supimos contrarrestarla”.
O sea, a la campaña de Borja le faltaban encuestas. Las tendría en 1988, cuando ganó la presidencia.
El propio estratega político colombiano de León Febres Cordero, Óscar Lombana, rey de la campaña sucia, reconoció después de unos años que fue la tesis del fraude, más que el “Sí se puede”, que él mismo ya había usado en la campaña de Belisario Betancur, que el “Pan, techo y empleo” y que el debate, lo que le dio el triunfo a Febres Cordero.
Un triunfo extremadamente estrecho: 1’381.709 votos obtuvo Febres Cordero y 1’299.089 Borja, una diferencia de 82.620 votos.
¿Cuán estrecho será el triunfo el 13 de abril? ¿Tiene Noboa los encuestadores acertados y no los que plantaron la idea de que iba a ganar en la primera vuelta, lo que llevó a muchos votantes a decirse “Él no necesita mi voto; voy a votar por quien me convence”? ¿Está siguiendo la estrategia correcta? ¿Está apelando a la gente, llamándola a sumarse al esfuerzo por salvar al Ecuador?
Y, por otro lado, ¿cómo es posible que una candidata del grupo de la corrupta Liga Azul, en cuyos chats los Jerónimos y las Mónicas la llaman la Rana René, es decir una marioneta, tenga todavía opciones de ganar la presidencia de la República?