Tablilla de cera
Un congreso casi imposible culmina con éxito en Quito
Escritor, periodista y editor; académico de la Lengua y de la Historia; politico y profesor universitario. Fue vicealcalde de Quito y embajador en Colombia.
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Maravillados con Quito y con confianza en seguir adelante trabajando en conjunto en defensa del idioma, culminó anoche el XVII Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), mientras hoy se inicia en la ciudad de Cuenca, la otra urbe Patrimonio Cultural de la Humanidad que tiene el Ecuador, la Cumbre Iberoamericana.
Son dos acontecimientos panhispánicos, pero el congreso de las academias fue más amplio aún, porque participaron 23 de ellas, incluida las academias Filipina, Norteamericana y Ecuatoguineana de la Lengua Española.
Es fácil imaginar el desafío que fue para la Ecuatoriana de la Lengua (AEL), organizar un congreso en un país subido a los primeros lugares del mundo en inseguridad, con récords de asesinatos y violencia, donde a la crisis traída por el crimen organizado se sumaron otras crisis: la productiva, la fiscal, la de iliquidez y el desempleo.
Así que, con toda razón, la directora de la AEL, la Dra. Susana Cordero de Espinosa, se echó para atrás cuando, hace dos años, la ASALE resolvió que el congreso se hiciera en Quito.
Pero, luego, se alinearon los astros. Con el decidido apoyo del embajador del Ecuador en España, Andrés Vallejo, quien tomó el asunto como propio, el año pasado se consiguió que la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR) y la propia Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) arrimaran el hombro y cofinanciaran el Congreso, con lo que este se puso en marcha.
¿Y qué hizo que las otras academias escogieran a Quito para ser la sede este congreso? Pues que la AEL está celebrando su sesquicentenario, ya que fue la segunda academia en crearse fuera de España en 1874-1875. La primera, en 1871, fue la colombiana.
Otra razón fue el atractivo que aún ejerce Quito y que había pasado más de medio siglo sin un congreso de las academias en esta ciudad, porque este 17º no es el primero. En tiempos más pacíficos, cuando no existía Internet y las comunicaciones urgentes se hacían por cablegrama, en 1968, también tuvo lugar uno, el quinto congreso, en la capital del Ecuador.
Entonces la vida era plácida y calmada: aquel congreso duró 10 días. Hoy que vivimos la era de la instantaneidad, el congreso solo duró tres, del 11 al 13 (bueno, hoy jueves todavía se ofrece para los delegados que se quedan, que son numerosos, una visita a la Mitad del Mundo, donde la prefecta de Pichincha tiene prometido hacer una atención a los visitantes).
Vuelvo a la prehistoria. Cuando ya las cosas estaban empezando a rodar para el congreso en Quito, por poco se descarrillan con incidentes ominosos: la muerte cruzada, el asesinato de Fernando Villavicencio, el aumento de la inseguridad, la toma de TC, el insólito decreto del nuevo presidente de la República declarando conflicto armado interno, la incursión en la embajada de México, la posterior declaración presidencial, sin evidencia alguna, de que aquí se cultivaban 2.000 hectáreas de coca y, para colmo, los apagones. ¡Las siete plagas de Egipto!
Ya se pueden imaginar la de consultas, el va y viene de mensajes de WhatsApp y correo electrónico, las llamadas de teléfono en cada una de aquellas tristes sorpresas… Pero desde la AEL había entereza y voluntad de seguir adelante y, cada vez, pudimos constatar parecidas (o hasta mayores) cargas de optimismo y resolución en la Real Academia Española, la ASALE, la UNIR, la AECID y la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), que también manifestó su apoyo, con lo que la organización del congreso siguió adelante.
Salió la convocatoria urbi et orbi. No era fácil que los académicos y el exiguo equipo de la AEL pudiéramos lidiar con todo, así que se contrató a la agencia Kreab para que nos ayudara a manejar confirmaciones, logística, pasajes, llegadas, alojamiento, alimentación, protocolo, prensa, en fin, los mil y un detalles de una reunión internacional de alto nivel de unas 80 personas.
Hasta que llegó la fecha, los delegados arribaron de los cuatro puntos cardinales y arrancó el congreso. En estos días hubo actividades domésticas, digamos, de casa adentro: elección de los miembros de la mesa directiva de la ASALE para el próximo período, informes sobre los últimos cuatro años del presidente, Santiago Muñoz Machado, quien es también el director de la RAE, del secretario general, administrativos, económicos. Lo usual en la vida de una asociación.
También se pasó revista a los proyectos conjuntos para impulsar la unidad, integridad y enriquecimiento del español, en beneficio de los 600 millones de hispanohablantes alrededor del mundo, con la novedad de que Estados Unidos ya es el segundo país con más número de hablantes (el primero es México, el segundo Estados Unidos, el tercero Colombia y el cuarto España).
Entre esos proyectos están diccionarios como el de la Lengua española, el Histórico de la lengua española, el Fraseológico panhispánico, la segunda edición de la Fonética y Fonología de la Nueva gramática de la lengua española (que, al estar en línea, va a dar ejemplos audibles de pronunciación e, incluso, de distintos acentos; mostrar en gráficas y videos la posición de la boca, la lengua, el aparato fonativo; graficar las ondas sonoras); además el Diccionario de americanismos, el nuevo proyecto del Panhispánico de gastronomía. Cada uno de estos proyectos se halla en distintos grados de desarrollo.
Se nos informó de primera mano sobre la situación de la Academia Nicaragüense de la Lengua, abolida por la dictadura ignara y cruel que rige en ese país, pero que sobrevive en sus académicos regados por el mundo y los que aún viven en ese país.
La otra parte del programa, la más académica o, si se quiere, cultural, sí fue abierta al público. En el Swissotel, que fue la sede del congreso hubo conferencias y paneles, sobre todo el día martes, al que asistieron muchas personas interesadas (fue alentador ver decenas de estudiantes de Comunicación de la Universidad Central del Ecuador).
Se destacó la conferencia magistral “Inteligencia Artificial y Lengua Española: retos y oportunidades” de la Dra. Asunción Gómez-Pérez de la RAE, tema sobre el que también están trabajando todas las academias.
Nos dividimos en mesas de trabajo, donde los académicos del mundo del español, entre ellos también nosotros, los ecuatorianos, presentamos 38 ponencias especializadas sobre asuntos lingüísticos, literarios, pedagógicos y culturales.
A los delegados pudimos también llevarlos de visita, cómo no, al Centro Histórico. Conocieron la sede de nuestra academia, en la Plaza de La Merced, y la iglesia y el convento de San Francisco.
Esa noche volvimos al centro para la sesión inaugural en la iglesia de La Merced, donde el alcalde de Quito declaró huéspedes ilustres a los jefes de delegación, todos ellos intelectuales de renombre.
Hablaron en esa sesión Santiago Muñoz Machado, presidente de la ASALE y director de la RAE; José María Vázquez García-Peñuela, rector de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR); Andrés Allamand, secretario general Iberoamericano (mensaje por video); Santiago Herrero, director de Relaciones Culturales y Científicas de la Aecid; Enrique Vargas, coordinador del Espacio Cultural para Iberoamérica de la Segib, y la anfitriona, Susana Cordero de Espinosa, directora de la AEL, con un precioso discurso.
El martes 12, asimismo en horas de la noche, se escenificó un inolvidable concierto en honor de los visitantes en la iglesia de La Compañía, joya del arte barroco quiteño, con otra joya cultural de la capital, la emocionante Orquesta de Instrumentos Andinos. Y anoche, tras la sesión de clausura del congreso, se brindó una recepción de despedida, acompañados con la gracia y la voz de Margarita Laso.
Así, las intensas sesiones de trabajo se combinaron con visiones del esplendor cultural de Quito. Todo salió muy bien con la colaboración de las policías Nacional y Municipal, la Agencia Metropolitana de Tránsito, el Instituto Yavirac y la organización de Kreab.
Esta crónica quedaría incompleta si no menciona que, a la vez, se vivió una verdadera fiesta del libro, pues en el marco del congreso, tanto la ASALE como la AEL presentaron un conjunto de obras, a cual más notable.
Tres libros puso en circulación la AEL: el 'Diccionario académico de ecuatorianismos' (DAE), una obra extraordinaria en la que se ha trabajado una década (ver mi comentario en Mundo Diners); la selección compilada por Simón Espinosa, y que tuve el honor de presentar en el congreso, titulada 'Pórtico. Antología de discursos de la Academia Ecuatoriana de la Lengua. 1884-1935', y 'César Dávila Andrade: Antología e interpretación' que presentó Raúl Vallejo. Con estas tres obras y el exitoso congreso, Susana Cordero de Espinosa culmina con triple corona, mejor dicho con tiara papal, su labor de 11 años al frente de la AEL.
Por su parte, la ASALE hizo público un conjunto potente e inspirador de obras: la segunda edición ampliada y actualizada del utilísimo 'Diccionario panhispánico de dudas'; la segunda edición revisada y ampliada de la 'Nueva gramática de la lengua española' (que tendrá tres versiones: una completa en tres tomos; un manual en un solo tomo y una versión básica y resumida); la 'Crónica de la lengua española 2023-2024' y el proyecto 'Crónica'; la edición conmemorativa de 'Corrientes alternas. Antología de verso y prosa, de Octavio Paz'; la 'Guía panhispánica de lenguaje claro y accesible' y la Colección 'Hablantes'.
Los delegados se llevan el mejor de los recuerdos de su visita a la capital del Ecuador, con varios compromisos asumidos y, a pesar del escaso tiempo libre, con el asombro en el alma de la diversidad de nuestras raíces españolas e indígenas y la vocación universal que mueve a nuestra cultura.