Dato y Relato
Señales positivas en Jackson Hole
Ph.D. en Economía Universidad de Boston, secretario general del FLAR y docente de la UDLA. Ex gerente general del Banco Central y exministro de finanzas de Ecuador, y alto funcionario de CAF y BID.
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Los gurús económicos de los principales bancos centrales del mundo y de los organismos financieros internacionales se reunieron del 22 al 24 de agosto en Jackson Hole, un famoso centro turístico en las Montañas Rocosas del Medio Oeste de los Estados Unidos.
Desde hace cuatro décadas, se realiza allí el Simposio Económico del Banco de la Reserva Federal (FED) de Kansas para analizar la situación y perspectivas de los mercados financieros y la economía global.
Banqueros, inversionistas y analistas de todo el mundo siguen con mucho cuidado las discusiones y el tono de las declaraciones de los principales responsables de política monetaria y financiera que se dan en este evento. Aunque hay muchos otros factores, sus reacciones pueden tener un impacto significativo en los mercados.
Hace dos años, por ejemplo, la reunión se dio en un contexto de alta inflación y volatilidad en los mercados de capital. En junio de 2022, la inflación en Estados Unidos había llegado a su pico: 9,1%, la más alta en cuarenta años.
El mensaje que emergió de Jackson Hole en dicha oportunidad fue contundente: la prioridad de las autoridades monetarias era reducir la inflación y harían todo lo que sea necesario para conseguirlo. Y así lo han venido haciendo desde entonces.
El tono del mensaje de Jeremy Powell, presidente del FED de Estados Unidos, fue muy duro y los mercados reaccionaron inmediatamente con mucho nerviosismo: se convencieron de que vendrían ajustes agresivos de las tasas de interés, un frenazo en el crecimiento económico y un endurecimiento de las condiciones en los mercados financieros.
El índice accionario S&P 500 cayó 3,8% tras las declaraciones de Powell, y siguió bajando los días posteriores hasta acumular pérdidas superiores al 5%, tal como se aprecia en el gráfico que acompaña esta nota. Las tasas de interés de mercado subieron de inmediato en 0,2%, especialmente para los plazos más cortos, y el dólar se fortaleció un 2% frente a otras monedas de reserva.
En 2023, todos los instrumentos de política monetaria ya estaban desplegados y la inflación venía reduciéndose gradualmente, aunque todavía estaba lejos de los niveles prepandemia. Las autoridades habían enfrentado con éxito conatos de crisis financieras provocados por la caída de dos bancos regionales, el Silicon Valley Bank y el Signature Bank.
El mensaje en dicha oportunidad fue: “Hemos avanzado, pero aún no estamos a salvo y perseveraremos hasta estabilizar la inflación”. El mercado venía estable y no anticipaba ningún cambio en la política monetaria del FED. Tomó positivamente estas declaraciones y más bien tuvo un pequeño rebote.
Este año, la reunión tuvo un carácter muy diferente. Luego de haber subido las tasas de interés a una velocidad sin precedentes y haber conducido una política monetaria restrictiva, la inflación ha bajado de manera persistente hasta llegar a 2,9% en el mes julio, una tasa cercana al objetivo de alrededor de 2%.
Además, dicho resultado se consiguió sin haber sumido a la economía norteamericana en una recesión y alto desempleo, como algunos temían y que comentamos hace unas semanas en “La crisis que no fue”.
A la luz de los avances en la estabilización de precios, las declaraciones de Powell en Jackson Hole fueron muy claras: “Ha llegado el momento de que el FED recorte las tasas de interés”. Todo apuntaría a que este proceso se inicie a partir de septiembre.
La reacción inicial de los mercados ha sido favorable: una hora después del esperado discurso, el índice S&P aumentó en 1,03%. Es probable que en el muy corto plazo no tenga un impacto adicional, pues el tono de las discusiones era el esperado y hay otros factores que están en juego.
Más allá de esta dinámica, estos son los diez mensajes que surgen luego del afamado simposio económico:
La política monetaria en los Estados Unidos ha sido exitosa en reducir la inflación a niveles cercanos a la meta fijada por las autoridades. Desde ahora, cambiará su dirección hacia un escenario menos restrictivo. Sin embargo, hay una serie de riesgos que impiden cantar victoria.
La inflación de servicios, por ejemplo, está siendo más “rebelde”: no se ha reducido de la misma manera y en 2024 se ha mantenido entre 5% y 6%, muy superior al promedio de la última década.
Los mercados laborales se han enfriado, pero todavía se encuentran apretados. Por ello, pueden persistir tensiones salariales alcistas que a su vez presionen los niveles de precios.
En consecuencia, existen dificultades en alcanzar la “última milla inflacionaria”, es decir la convergencia sostenida hacia las cifras prepandemia.
El FED iniciaría un ciclo de reducción de tasas de interés a partir de su próxima reunión en septiembre. No obstante, considerando todos los factores anteriores, es probable que proceda de manera gradual y con mucha cautela.
En los próximos meses, las decisiones se basarán en los resultados que vayan revelándose, en particular en el mercado laboral, los salarios y la inflación de los servicios.
7. Además, las autoridades estarán pendientes de otros factores, como las elecciones norteamericanas, las tensiones con China, los riesgos geopolíticos en Rusia-Ucrania y Medio Oriente y sus consecuencias sobre el comercio global y el precio de los productos básicos.
La débil situación fiscal es uno de los riesgos macroeconómicos más severos, por lo que la atención en los próximos años girará desde la política monetaria a la sostenibilidad de las finanzas públicas.
La baja en las tasas de interés es una buena noticia no solo para el sector corporativo, el mercado de viviendas y el Tesoro norteamericanos, sino también para los gobiernos y las empresas de las economías emergentes.
10. Las mejores condiciones de acceso financiero deberían estimular la actividad económica que se encuentra en niveles muy bajos, en especial en América Latina. Tras cuatro años de sustos, se requiere reactivar el crecimiento, a través de reformas estructurales que mejoren la productividad, el comercio global, la equidad y la sostenibilidad ambiental.