Contrapunto
No solo inconclusa, una obra de Schubert estuvo 43 años escondida
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
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Ninguna obra musical ha generado tanto misterio, dudas e investigaciones como la Sinfonía Inconclusa de Franz Schubert (1797-1828), porque permaneció 43 años oculta y con la novedad de que solo dos movimientos estaban completos: el allegro moderato y el andante con moto.
No faltaron las intenciones de algunos expertos por completarla, tal como ha ocurrido con otras obras inacabadas, pero finalmente los editores decidieron dejarla tal cual la dejó escrita el músico austríaco y con el nombre propio de ‘Sinfonía Inconclusa en si menor’.
Ni siquiera los musicólogos se han puesto de acuerdo en el número de la obra, algunos le atribuyen el 7, pero la mayoría coincide que es el número 8, D.759 y así se presenta y así se interpretó el domingo 10 de noviembre 2024 en la Casa de la Música, con la Orquesta Ciudad de Quito, dirigida por Lorena Suárez.
Quien explica didácticamente el orden de las sinfonías de Schubert es la musicóloga argentina Pola Suárez Urtubey en 'Historia de la Música', Editorial Claridad, 2007:
Fueron nueve sinfonías, las seis primeras son obras tempranas y siguen la escuela vienesa, la de Haydn. La séptima solo quedó esbozada y se hicieron intentos para completarla. Con la Inconclusa número 8 encontramos a un Schubert lleno de anticipaciones románticas, mientras que la Novena en do mayor (La grande) participa del mundo expresivo beethoveniano.
“La sinfonía de Schubert es maravillosa, no tiene comparación con nada escrito hasta entonces. El primer movimiento le sale grandioso y el segundo es delicado y noble, tras lo cual decide dejar la sinfonía así; es que no tenía nada más que decir, ya estaba la melodía más mágica (…) para qué aumentar un tercer movimiento o un final”, explica la directora Lorena Suárez.
Argumenta que no es que queda inconclusa porque muere, tuvo todo el tiempo para completarla, pero decide que esos dos movimientos son suficientes, no tenía por qué formalmente aumentar un tercero o un cuarto, insiste la directora de la orquesta.
Como compositor, subraya Suárez, fue un trabajador incansable, perece que mientras caminaba por la ciudad imaginaba las melodías y las armonías que acompañarían a sus obras. Pero, “el destino se lo llevó temprano, a los 31 años” y dejó música que podía haber sido escrita por alguien de 70 u 80 años, sobre todo por la cantidad de elementos melódicos y armónicos que uno no se espera, “fue realmente un genio”, explica la directora musical.
Considerado entre los más importantes músicos del romanticismo temprano Schubert, en la cúspide de su carrera, la trabajó con delicados recursos melódicos porque estaba convencido de que se convertiría en una de sus más importantes sinfonías, pero recibió una mala noticia.
Los médicos le diagnosticaron una sífilis, que en esa época tenía escasas posibilidades de ser curada. Entonces, coinciden los biógrafos, abandonó el proyecto sinfónico, no se lo mostró a nadie, salvo a su amigo Anselm Hüttenbrenner que lo guardó en un cajón hasta 1865.
Del tercer movimiento scherzo solo escribió dos páginas (para piano), los expertos ni siquiera intentaron completarlo, tampoco el final y así se quedó, nadie se arriesgó a hacer más. La belleza y profundidad emocional de la partitura es única e incomparable, anotan las historias cuando se refieren a esta sinfonía.
Aquí una versión con el sello de la Deutsche Welle Classical Music para los suscriptores de YouTube:
El austríaco Anselm Hüttenbrenner (1794-1868) fue pianista, maestro de capilla y compositor, mantuvo una sólida amistad con Ludwig van Beethoven (1770-1827) y estudió con el famoso maestro italiano Antonio Salieri.
La siempre bien informada página web ‘Historia de la Música’ (un viaje por la historia a través de la música) ratifica que la inacabada es la número 8 y agrega un detalle: los dos movimientos terminados los dona a la Sociedad Musical de Estiria, en Graz, para agradecer el nombramiento como socio de honor; ahí fue que Hüttenbrenner se la guardó.
A pesar de eso la sinfonía inacabada continúa como un enigma dentro del repertorio de la música académica, en este caso del período conocido como romántico, con Beethoven siempre a la cabeza.
No es la única obra que quedó incompleta, tal vez la más famosa fue el Réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), que fue terminado por su alumno austríaco Franz Xaver Sussmayr (1763-1806).
De algunos conciertos de Beethoven solo quedaron algunos fragmentos y bocetos, lo mismo ocurrió con una sinfonía en re mayor de Gustav Mahler (1860-1911); además de un concierto para violín de Alban Berg (1885-1935) por causa de su muerte prematura.
La Orquesta Ciudad de Quito cumplió cinco años desde que fue fundada por jóvenes apasionados por la música. Además de la Inconclusa tocó una obertura muy popular de Rossini y el Concierto para violín en mi menor de Félix Mendelssohn (1809-1847), con Alejandro Vásconez como solista, en una interpretación sobresaliente que mereció una prolongada ovación.
Fue un programa orgánico, explica Lorena Suárez, una transición entre un concierto en mi menor y la sinfonía en si menor, que resulta muy suave para el oído. Y concluye con un anticipo de lo que viene: 'El Mesías', de Georg Frederick Haendel, una obra monumental que requiere de coros, voces solistas y un enorme despliegue instrumental.