Contrapunto
El único y el más emotivo concierto para piano de Schumann
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
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Podría ser parte de la leyenda de que el compositor alemán Robert Schumann (1810-1856) compusiera su único concierto en la menor para piano, opus 54, con la idea de impresionar a su profesor Friedrich Wieck, el padre de Clara Schumann, quien se convirtió en su esposa y fue la solista durante el estreno de la obra.
Lo que sí fue cierto es que la obra se la dedicó al compositor y pianista alemán del romanticismo Ferdinand Hiller (1811-1855). Schumann calificaba a su obra como “algo entre concierto, sinfonía o gran sonata”.
El primer movimiento, el más conmovedor de todos, porque las teclas expresan al máximo su potencia, fue construido de acuerdo con la tradicional forma de una sonata; y, al contrario de otros conciertos para piano, comienza sin la introducción orquestal.
Además, Schumann ignoraba hasta entonces que con su obra se alejaba de los modelos de concierto establecidos por Mozart, que escribió 27, y posteriormente consolidado por Beethoven, que compuso cinco conciertos pianísticos.
Se trata, dicen los expertos, de una de las más prolíficas composiciones y de enorme solemnidad por su capacidad para fusionar el piano con la orquesta y establecer unos diálogos íntimos, al mismo tiempo muy complejos para un concierto que dura 35 minutos.
Los movimientos del Concierto en la menor para piano opus 54 de Robert Schumann, en este video con Martha Argerich como solista son:
- I. Allegro affettuoso
- II. Intermezzo. Andantino grazioso
- III. Allegro vivace
Estrenado en 1845 en Dresde bajo la dirección de Ferdinand Hiller y pocos días después por Félix Mendelssohn (1809-1847) en Leipzig, el concierto requiere de una orquesta potente, bien dirigida y de un pianista muy concentrado en la partitura.
Interpretación en Quito
Con esa curiosidad asistí a la Casa de la Música a finales de julio de 2024 porque, además, se presentó la Sinfonía 5 en do menor opus 67 de Ludwig van Beethoven, una obertura del mismo compositor y el famoso Concierto de Schumann.
Ese día todo era novedoso; las obras serían dirigidas por Lorena Suárez, una joven quiteña que alguna vez estuvo invitada por la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador, que ha dirigido en Loja, Riobamba, Cuenca y Guayaquil.
Internacionalmente estudió en Florencia, Italia, ha dirigido en Brasilia y en Minnesota y actualmente cursa un doctorado en dirección musical en la Universidad de Arizona.
La pianista que tocó fue la griega Konstantina Vidalaki, quien considera que el concierto de Schumann es uno de sus preferidos y coincide que es de los más virtuosos compuestos en el período romántico de la música.
Nacida en Creta, toca el piano desde los cinco años y estudió en el Conservatorio Helénico de Atenas y posteriormente continuó sus estudios superiores en la Universidad de Música de Hannover.
Entre los premios recibidos consta una medalla de oro de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Entre Lorena y Konstantina se estableció en el escenario una conexión visual difícil de explicar con palabras, una mirada bastaba para que la directora le dijera “adelante, te toca”; la pianista hacía lo mismo: “sigue tú”. Y la orquesta fluía, el público se deleitaba, daba la impresión de que las dos maestras habían interpretado juntas el concierto decenas de veces.
La otra novedad fue la ejecución musical de las obras a cargo de la Orquesta Ciudad de Quito, integrada por alrededor de 50 músicos, todos jóvenes con enorme futuro y con ganas de conquistar a las nuevas generaciones con música académica.
Durante el concierto se notó el entusiasmo contagioso del concertino Alejandro Vásconez o el liderazgo de Álex Quitigüiña, el director artístico de esta orquesta que fue creada en agosto de 2018 por pura pasión musical y con un mínimo presupuesto.
Tan pocos recursos tenían que sus primeros ensayos los hacían en un espacio reducido cedido por los padres de Álex, donde solo entraban 10 o 12 músicos de cuerdas, y también con todas las incomodidades para la dueña de la casa.
En la actualidad tienen un espacio para 20 o 25 músicos, sin embargo, el número de integrantes creció y buscan lugares más holgados que les facilita la UDLA o la Casa de la Música. No tienen un director titular y para cada concierto escogen diferentes directores de acuerdo con el repertorio que van a tocar.
Cuando son conciertos de cámara, el concertino Alejandro Vásconez se encarga de la preparación musical y es quien se presenta ante el público.
Volvamos al compositor, a la vida de Robert Schumann, quien abandonó sus estudios de derecho para dedicarse primero a la interpretación de la música y tras la paralización que sufrió en el dedo corazón de su mano derecha comenzó a componer obras, principalmente pianísticas.
Sufría trastornos mentales, incluso alguna vez se arrojó al río Rin para suicidarse, pero fue rescatado por unos barqueros; posterior a ese incidente fue internado en un hospital psiquiátrico, donde murió el 29 de julio de 1856.