En sus Marcas Listos Fuego
El examen oral – trampa para caracoles
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
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Espero que al terminar esta columna digan: “alguien tenía que decirlo, y se dijo”, porque si seguimos evitando hablar sobre este tema, el crimen organizado se apoderará del país y, consejos más, consejos menos: a hacer las maletas y a buscar una mejor vida en otro país.
Sí, yo defiendo, a capa y espada, que la única forma de garantizar que en los procesos de selección de autoridades no se meta mano negra, es eliminando de cajón, de un tajo, el examen oral como etapa puntuada.
Se viene el proceso de selección del nuevo o nueva Fiscal General del Estado, del cargo más poderoso del país, de esa función frente a la cual ser Presidente de la República es una chiquillada, y yo les voy a decir dónde va a estar la trampa.
La trampa va a estar en el examen oral. Por eso, debe ser eliminado hoy y para siempre o, al menos, mientras sigamos siendo este cuarto mundo del cual parece que muchos no quieren salir.
¿Por qué una posición tan radical? Permítanme explicarles cómo han funcionado los concursos desde hace lustros. Lo voy a hacer comparando a dos concursantes hipotéticos. Llamémoslos, para fines didácticos: El Académico vs. El Narcoabogado.
Ambos concursan para Fiscal General. Las reglas más o menos distribuyen así la puntuación:
- Méritos y relevancia académica en materia penal: 25 puntos.
- Años de ejercicio profesional o docente con probidad: 10 puntos.
- Examen escrito (con preguntas cerradas y objetivas): 25 puntos.
- Pruebas psicológicas: 5 puntos.
- Examen oral: 35 puntos.
- Total: 100 puntos
Llega El Académico y gracias a sus 11 libros publicados en materia penal, a sus artículos en revistas indexadas y a su título de PhD obtenido en una universidad reconocida internacionalmente, obtiene 25 puntos en Méritos y relevancia académica.
En Años de ejercicio profesional o docente con probidad alcanza 10 puntos, gracias a ser catedrático titular de Derecho Procesal Penal en una prestigiosa universidad ecuatoriana y en una prestigiosa universidad europea, además, por haberse destacado como litigante sin manchas en su hoja de vida.
En el examen escrito falla en una pregunta, así que El Académico obtiene un 24/25. En la prueba psicológica, por narcisista, obtiene un 4/5.
El Catedrático va 63 puntos. Aún faltan unos días para el examen oral.
Ahora vamos con el progreso de El Narcoabogado: como todo abogado de narcos, es medio imbécil, fue el peor de su clase, es un nostálgico y ávido lector de La Pandilla y su mayor mérito mental es haber hecho una gran bola de mocos. Pero como estudió en una universidad a distancia, una doble titulación de maestría en Criminología y Derecho Penitenciario, que hubiesen aprobado caracoles y babosas, recibe un 15 sobre 25.
En Años ejercicio profesional o docente con probidad alcanza 7 puntos tras salvarse, con las uñas, de varias impugnaciones.
En el examen escrito saca pecho de su buena fortuna y como las preguntas son de verdadero y falso y de opción múltiple, logra un 12/25. En la prueba psicológica, como buen manipulador, saca un 5/5.
El Narcoabogado va 39 puntos. Pero el Narcoabogado tiene amigo$ en el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. ¿Saben por qué? Porque la criminalidad organizada le apuesta su vida y supervivencia al cargo de Fiscal General.
Así que va a ocurrir lo siguiente: los concursantes van al examen oral.
El Académico responde con solvencia todas las preguntas, aclara las dudas, hasta corrige a los examinadores. En criollo: la rompe. Pero como todo está amañado y no hay forma de exigir parámetros objetivos para su evaluación, le califican, por pedante, con un 5/35.
Llega el Narcoabogado, fanático acérrimo de Cantinflas, opositor de un tal Sócrates porque él no sabe que nada sabe, responde lo que no le preguntan, se da vueltas para llegar a ningún lado, tartamudea al ritmo del Hip-Hop, sermonea en prosa y verso, cita autores imaginarios, emite un oxímoron por minuto y claro, 35/35.
Resultado final:
- El Académico: 68/100
- El Narcoabogado: 74/100
Ya saben quién es el nuevo Fiscal General de esta orgullosa república bananera. Por eso les propongo hacer un brindis por los idiotas, siendo nosotros los idiotas.
Esto no es un ejercicio retórico o especulativo, esta es la descripción de la historia del Ecuador, con escasas, milagrosas y honrosas excepciones. Pero como la excepción no hace la regla, pues ya saben a qué atenerse.
¿Cómo eliminar el amarre? Sencillo: se colocan parámetros objetivos y se suprimen los parámetros subjetivos.
Así que, me disculpan todos, pero quienes defienden la existencia del examen oral pertenecen sólo a dos grupos y a no más de dos: o son parte de los criminales que se quieren apoderar del máximo poder para garantizarse la máxima impunidad o, son unos ingenuos que se confundieron de “oral”.