En sus Marcas Listos Fuego
#LadyAlfombra
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
Actualizada:
Hola Zaida Rovira, ¿cómo estás? Supongo que un poco trastornada, al menos bastante trasnochada, pero definitivamente desubicada.
No te conozco (alabado sea el señor), tampoco sabía que existías y hoy, gracias a la denuncia que presentaste contra Lolo Miño por violencia política de género, descubrí quién eres.
Y de esa denuncia tenemos que hablar seriamente tú y yo, pues lo admito, estoy realmente preocupado por ti.
Así que toma papel y lápiz y ponme mucha atención, que esta columna será capaz de bombearte sangre a la cara y así hacer visible tu bochorno.
Cuando un ciudadano decide saltar a la esfera pública, acepta, voluntariamente, exponerse a la alabanza y a la crítica social.
Pero Zaida, cuando una persona decide ser funcionario público, acepta mucho más que eso, y te lo voy a enlistar en palabras sencillas:
El funcionario público está obligado a mantener un umbral de tolerancia a la crítica mayor que la de un ciudadano común, precisamente porque debe rendir cuentas a los ciudadanos comunes.
Un funcionario público acepta que con el cargo viene el escrutinio púbico, que puede ser suave, fuerte y hasta grosero.
El umbral de tolerancia del funcionario público es más amplio porque sólo así se garantiza la libertad de expresión de los ciudadanos.
Cuando uno acepta un cargo público, acepta también recibir el desahogo ciudadano como máxime de una sociedad democrática.
En un ejercicio de ponderación entre libertad de expresión y derecho al honor, cuando se trata de la libertad de expresión de un ciudadano vs. el honor del funcionario público, pesa más la libertad de expresión.
Cuando un funcionario público ataca a un ciudadano a través de acciones legales para salvaguardar un honor que no tiene tal protección, genera censura y, por ende, trastoca la piedra angular de la democracia.
El funcionario público está obligado a no utilizar el sistema de justicia con el fin exclusivo de callar críticas y opiniones ciudadanas; en otras palabras, el sistema legal existe para proteger a los ciudadanos del peso del poder.
Todo lo anterior está recogido en jurisprudencia de obligatorio cumplimiento para el Ecuador, como Kimel vs. Argentina, Carvajal Carvajal y otros vs. Colombia; Fontevecchia y D’amico vs. Argentina; Herrera Ulloa versus Costa Rica; Baruch Ivcher Bronstein versus Perú; Ricardo Canesse vs. Paraguay; etc.
Si no te gustan los puntos anteriores, entonces, era que te quedes en tu casa viviendo una vida privada, sin un cargo de relevancia pública que está bajo la lupa de la sociedad.
En el momento en que eres criticada, con razón o no, debes ser democrática, lo que significa en este contexto que estás obligada a tolerar los reproches de la sociedad a la que te debes.
¿Qué te pasó? ¿Qué no entendiste? Lolo Miño piensa que eres alfombra del poder y que de ahí no se regresa. Eso piensa ella porque es libre de pensarlo, pero además, como eres funcionaria pública, ella es libre de expresártelo.
Debes saber que las opiniones no son verdaderas o falsas. Esa es la opinión Lolo y punto. Si no estás dispuesta a tolerar la crítica ciudadana, entonces, no solo te queda grande el puesto, sino que le enseñas al país lo peligrosa que eres con poder.
Pero permíteme llevarte más al absurdo. ¿violencia política de género? ¿En serio? ¿Antes de hacer el ridículo, al menos leíste las causales del Art. 280 del Código de la Democracia?
Explícame, ¿de qué forma Lolo Miño te denigró “con base en estereotipos de género”? ¿En qué parte de su legítimo ejercicio de libertad de expresión te criticó por ser mujer?
Quizá debas leer a Lolo otra vez. La crítica de esa ciudadana, libre de criticarte, fue por lo que ella consideró que era tu actitud o conducta, que nada tiene que ver con tu configuración cromosomática o tu autodeterminación en sociedad.
Lo único de género femenino que hallo en el desahogo de Lolo es el sustantivo alfombra. Es que en serio, perdón por ridiculizarte, ¿pero si te decía “tapete”, sustantivo masculino, ya no la denunciabas?
Mira Zaida, tu denuncia no solo es antidemocrática, no solo raya en la absoluta ignorancia, sino que te desnuda y arrebata las máscaras.
Pero esto empeora: resulta que eres la flamante Ministra de Inclusión Económica y Social de Ecuador. Eres abogada, máster en Derechos Humanos y sistemas de protección. Además, máster en Derecho Constitucional.
Permíteme, te lo ruego, ser tu abogado. Permíteme darte un servicio jurídico gratuito. Permíteme representarte en una denuncia en contra de las universidades que te dieron tan importantes títulos. Es que es evidente que te estafaron, que te vieron la cara.
¿Sino cómo se explica que aprendiste absolutamente nada? Me parece que es innegable que pasaste por la universidad, pero que la universidad no pasó por ti.
Cordialmente,
Desde el viejo Ecuador, un ciudadano cualquiera, que con sus impuestos te paga el sueldo y que te escribe su opinión porque, en ejercicio de su libertad de expresión, le da la regalada gana.