En sus Marcas Listos Fuego
Disculpas púbicas
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
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Hola Gian Carlo, me presento, soy Felipe, columnista de este prestigioso diario y, a diferencia de ti, abogado. Es decir, jurídicamente sé de lo que te hablo y tienes mi palabra de honor de que esta columna te la escribo utilizando la cabeza, pero la de arriba, con la que pienso (he ahí otra diferencia entre nosotros).
Y te escribo porque como ciudadano tengo el derecho a fiscalizar tus actuaciones, pues tú, como Ministro de Defensa, nos respondes política y moralmente a todos los ecuatorianos.
Quiero decirte que, inicialmente, te entiendo. Es muy fácil criticar al poder desde la comodidad de un celular o de un sofá. Lo duro, lo berraco, es estar en el poder y tener que lidiar con este país de inconformes y fanáticos de todos los bandos.
Lo admito, no quisiera estar en tus zapatos. Normalmente respeto profundamente a los ciudadanos que se atreven a ocupar un cargo que conlleva tantos riesgos y desafíos.
Por eso entiendo tu idea inicial: te ordenaron pedir disculpas públicas y teóricamente no tenías alternativa, pero debías hacerlo estratégicamente, es decir, midiendo tus palabras para cumplir la decisión constitucional y, al mismo tiempo, para no dar la espalda a las FF.AA. Hasta ahí, todo bien.
Es que jodida estaba la cosa: ¿cómo pedir disculpas sin que tu cartera de Estado y los miles de militares que dejan sus vidas en las calles, no se sientan abandonados? ¿Cómo salir de un embrollo de estos, que tú no lo buscaste?
¿Cómo lograr cumplir la orden de una jueza sin que las FF.AA. pierdan el ñeque y las ganas de dejar la piel por este país? Si no sabes la respuesta yo te explico cómo; te digo cómo debías pedir disculpas públicas. Saca papel y lápiz y despide a tu jefe de comunicación:
“Ecuatorianos, por orden judicial se dispuso que en nombre de las FF.AA. solicite disculpas públicas al pueblo ecuatoriano y a las 3 familias de las 4 criaturas cobardemente asesinadas. Pero no estoy aquí obligado por jueza alguna. Estoy aquí obligado por mi conciencia y por el honor de las Fuerzas Armadas, que me obligan, como hombre de bien, a pedir disculpas, pese a que sé que jamás serán suficientes para devolver a 3 familias sus adorados hijos. Lo que ocurrió no tiene justificación y tienen mi palabra de que llegaremos hasta las últimas consecuencias, apoyando a Fiscalía, para que los responsables de este delito respondan ante la justicia con la mayor radicalidad que dispone la ley.
Pido perdón de todo corazón. Pero también quiero decirles que, si la justicia comprueba que uno o más militares estuvo involucrado en este delito, esos militares no representan a las gloriosas FF.AA. Como en toda institución, puede haber malos elementos y yo les prometo que la mayoría de militares de este país son gente buena, gente humana, hombres y mujeres que dejan la vida por su pueblo.
Por eso esta tragedia nos duele tanto, porque no sólo arrebató la vida de 4 inocentes, sino porque golpea el honor de una institución que dedica su vida a pelear por todo un país. Así que a mis amadas Fuerzas Armadas les digo fuerte y claro: que este sea un ejemplo de lo que no se puede repetir, de lo que nunca podemos ser. Demostrémosle al país cuanto lo amamos y, les reitero, que cuentan con el respaldo de este gobierno que conoce de su valía y honor”.
¿Ves? Algo así te salía hermoso. Cumplías con la sentencia y con tu gente. Y te lo digo yo, que soy un orgulloso nieto de coronel de infantería, Enrique Rodríguez Moscoso, mi amado abuelo.
Pero no pana. Debías pedir disculpas públicas y terminaste pidiendo disculpas púbicas. Las ideas no te salieron del estómago, sino ya sabes de dónde.
¿Sabías que este país lleva toda su historia republicana irrespetando la separación de poderes? ¿Sabes que la justicia de este país es la porquería que es porque el Poder Ejecutivo, por tradición cultural, siempre ha metido su prepucio donde no le corresponde?
¿Sabes cuánto hemos soñado con un Poder Ejecutivo que no interfiera en el Poder Judicial? Creo que no lo sabes, porque hiciste exactamente lo que es digno del viejo Ecuador, que tu gobierno tanto critica: sin pestañar ni sonrojarte amenazaste a la jueza que te ordenó disculparte. Así, bien machito desde las mieles de poder, rodeado de guardaespaldas.
Pero entiendo lo que te pasa. Te da terror una justicia que no le tema al Poder Ejecutivo. Pero entiende lo que me pasa a mí. Me da terror una justicia que le tema a autoritarios de turno.
En un país donde los jueces tiemblan ante el poder, le dijiste a la jueza que buscarás destruirla. Y no lo hiciste en el contexto de la liberación irregular de un narcotraficante, ¡lo hiciste en el contexto de 4 niños asesinados!
¿En qué estabas pensando? ¿Con qué clase de escroto articulas tus ideas? ¿Cuántas semanas tarda el cargo en arrebatar la humanidad y la inteligencia? ¿Cómo le hiciste para reemplazar las conexiones interneuronales por conexiones interespermatozoides?
¿No pensaste que a quien realmente amenazaste es a tres familias que perdieron a sus hijos y a su derecho a conocer la verdad? ¿No te diste cuenta que tus miedos ponen al filo de la navaja el derecho humano de cualquier familia a buscar a sus desaparecidos? ¿No tienes un equipo de comunicación con dos dedos de frente?
Tenías una sola misión: pedir disculpas y respaldar al Ejército Nacional. ¡Una sola misión, brother! ¿Era necesario violar la independencia judicial en cadena nacional? Perdóname, ¡pero qué bolsón!
¿Tú sabías que corrupción no es sólo sobornar jueces, sino también amenazarlos desde el poder? Es que contigo, ni literalmente, se puede decir que no tengas ni un pelo de tonto.
Mira, Gian Carlo, yo sueño con un país sin gobiernos autoritarios. Pero ministros como tú, a quienes siempre que inician su cargo les deseo de todo corazón que tengan éxito en sus funciones, terminan destrozando esos sueños.
Y yo sí, públicamente, pido disculpas por el tono utilizado, pero lo ejerzo con el derecho que tengo, como ecuatoriano, de decirte que el cargo no te queda grande, sino que está hecho a tu medida. Tómalo como quieras y, consejo sano, la próxima vez que aceptes un cargo público, hazte el favor de pensar con la cabeza de arriba.
Saludos desde el viejo Ecuador. Aquí estoy, calientito y terriblemente acostumbrado a vivir gobernado por dementes de papel.