En sus Marcas Listos Fuego
Correístas imaginarios
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
Actualizada:
Tranquilos correístas, que esta no es una columna contra ustedes. Guarden los trolls y la psicosis. Chill, relax.
Esta es una columna contra los anti-correístas obnubilados y fervorosos, esos que ven correístas hasta en sus sueños, que tienen delirio de persecución, esos Quijotes endebles y trasnochados que pelean contra molinos confundiéndolos con el socialismo del siglo 21.
Este virus de la imaginación perversa, de la especulación sin límites, de atar cabos sin cabos, tiene que terminar aquí y ahora.
Por eso hoy vamos a usar ejemplos reales y los dedos de las manos para contar cifras de máximo dos dígitos (prometo que estará fácil hasta para aquellos que les da pereza pensar).
Empecemos con el ejemplo más reciente, paso a paso:
Paso 1: Topić, con una sentencia delictiva, es eliminado del tablero electoral.
Paso 2: Su movimiento elige como remplazo a Antonio García Reyes.
Paso 3: La prensa al unísono publica que Antonio García Reyes tiene un pasado correísta porque tuvo dos cargos de mando medio durante el correísmo.
Paso 4: Los trolls consiguen una foto de Antonio García Reyes con Erika Vélez y Glas.
Paso 5: Mishelle Calvache renuncia porque su movimiento “eligió un candidato con vínculos con el correísmo sin consultarle”.
Paso 6: Y así, se implanta en el imaginario social que Antonio García Reyes es correísta.
Olvídense de si hoy es correísta o no. Eso lo sabrá Antonio García Reyes en su fuero interno.
El hecho es que todos los que opinan en redes y que lo insultan tachándolo de correísta, lo hacen sin la más mínima investigación sobre su ideología, pensamiento y tendencia política actual.
Es que en este país, donde el calendario gregoriano está extraviado, toda persona que hubiese tenido un cargo en el sector público entre el 2007 y el 2017 es correísta.
Resolvamos el mito con un poco de lógica matemática. Saquen sus manos de los bolsillos y utilizando los dedos, cuenten conmigo:
A. Correa llegó al poder en el 2007.
B. En el 2007, los recién graduados de la universidad, de carreras que duraban cinco años (más un año de tesis) tenían 24 años.
C. Miles de personas, que aspiraban a un cargo público, con estabilidad laboral y económica, empezaron sus carreras a los 24 años.
D. Hoy, 17 años después, esos jóvenes tienen 41 años.
E. Pero no todos empezaron en el 2007, muchos se graduaron y accedieron a plazas de empleo públicas, la mayoría no relacionadas con aspectos políticos, entre el 2007 y 2017.
F. Eso quiere decir que, los ecuatorianos que fueron funcionarios públicos durante el correísmo, hoy tienen, en promedio, entre 31 y 41 años.
G. Sí, esa generación que hoy tiene entre 31 y 41, inició su carrera profesional, en el único gobierno que existía, el de Correa. No había otro.
¿Se han puesto a pensar toda la gama interminable de opciones laborales que existe en la función pública, que van desde ser ingeniero, economista, sociólogo, médico o hasta abogado, que nada tiene que ver con la tendencia del Régimen?
Tachar de correísta al que fue funcionario público durante el correísmo no solo es perverso, sino un insulto a la inteligencia (cada vez más escasa).
Me pongo a pensar, y permítanme ponerme a mí de ejemplo: ¿qué hubiese pasado si yo decidía que mi sueño era ser fiscal? ¿Debía renunciar a mi sueño porque cuando me gradué (2012) Correa estaba en el poder?
Es que es ridículo leer a quienes dicen que los jueces de hoy son jueces correístas porque entraron durante el correísmo.
¿Y cuándo querían que entren? ¿Querían que no trabajen durante 14 años y esperen a que Lasso llegue al poder?
¿Se han puesto a pensar en los miles de ecuatorianos que optaron por un puesto de trabajo en esos 10 años, sin tener afinidad política con el gobierno y que lo único que han hecho es realizar bien su trabajo de servicio público?
Por ejemplo, Diana Salazar se hizo fiscal durante el correísmo, en la era de Galo Chiriboga. ¿Eso le hace correísta?
Y la misma lógica podemos usar con los contratos con el Estado. ¿Con quién se suponía que debían contratar los empresarios que ganaban concursos públicos en el 2010? ¿Con Velasco Ibarra?
¿Quién se suponía que debía aparecer con los contratistas en las fotografías de inauguración de obras en el 2014? ¿Sixto? ¿Alarcón? ¿Borja?
Si seguimos esa lógica, les cuento que diplomáticos de carrera que hoy ostentan el cargo de Embajador, entraron en el período de Febres Cordero. ¿Eso les hace social cristianos?
¿Me van a decir que todos los mayores, capitanes, tenientes coroneles, coroneles y generales de la Policía, son correístas porque para tener esos cargos, obligatoriamente fueron policías entre el 2007 y 2017?
¿Se dan cuenta que la lógica del etiquetado sin reflexión es un etiquetado imaginario?
¿No se cansan de clasificar a la gente en castas políticas, sin recurrir a la lógica y contar los años con los deditos de la mano?
No podemos seguir viviendo en un país así de polarizado. Es imposible sobrevivir en un país que se alimenta de tanto odio.
Por eso, duela a quien le duela, creo que la polémica frase de Lenin Moreno pasará a la historia como la frase más sabia expresada por un presidente. Y ustedes saben qué frase me refiero.
¿Así que qué opinan si dejamos las etiquetas y las tallas para la ropa, mis sastrecillos valientes, destructores del país?