Canal cero
Virginia Rosero: Artista y gestora cultural
Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.
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Lo que más llama la atención en las exhibiciones de danza folklórica es la gracia de sus ejecutantes. Y a veces también el colorido de los vestidos de los artistas. Pero lo que más se debe valorar es lo que de entrada no se ve: el esfuerzo de búsqueda, investigación y rescate de la cultura del pueblo, que es la base del arte y la vida cotidiana. Por ello, se debe reconocer la obra y la calidad humana de Virginia Rosero Verdesoto.
Fundadora y directora del Ballet Folklórico Nacional que lleva su nombre, debe centrarse fundamentalmente en su trabajo sostenido, persistente e imaginativo, orientado a descubrir los elementos de la identidad nacional, los modos de vida históricamente creados por la gente ecuatoriana, por relievar y desarrollar la riqueza humana de la excepcional diversidad de nuestro país.
Virginia Rosero ha sido observadora, atenta, trabajadora, imaginativa del arte, la cultura y la educación. Se ha dedicado fundamentalmente a llevar a la escena la cultura popular, que ha estudiado, ha redescubierto, pero sobre todo ha vivido, por décadas, como maestra y artista, siempre reconocida como creadora y orientadora.
Ha formado muchas generaciones de alumnos de colegio, pero sobre todo de jóvenes que se han incorporado a su grupo artístico, no solo para distraer a los públicos, sino para hacernos sentir más ecuatorianos a los compatriotas, para mostrar nuestra riqueza cultural a los extranjeros y poner a nuestro pequeño Ecuador en el mapa del mundo.
Detrás de cada minuto de presentación artística hay horas de trabajo investigativo en el campo, es decir, en las aldeas, los barrios, los mercados, las fiestas, las iglesias y comedores populares. Hay también el gran esfuerzo de rescatar la música, los vestidos y costumbres, así como la compleja labor de crear las coreografías, guiones y otros materiales necesarios. Esas tareas son complicadas. Muchas veces personas como Virginia las tienen que realizar solas, con grandes incomprensiones, sin apoyo público ni privado.
El Ballet Nacional de Virginia Rosero ha realizado una labor enorme. Se ha presentado desde los escenarios mayores del país, hasta los pueblos más remotos. Ha llevado el arte ecuatoriano a las Américas, Europa, Asia y África. Siempre cosechando éxitos. Y seguro lo seguirá haciendo, porque Virginia sigue su camino hacia adelante con la fuerza de la vida.
Hace algunos años, cuando en 2018 cumplí con el grato compromiso de ofrecerle un homenaje nacional, le dije: “Querida Virginia: reciba el cariño, la admiración y la voz de aliento de quienes nos hemos juntado aquí en su nombre para rendir culto al arte nacional. Esta noche estamos presentes muchos, pero son aún más los ausentes que le dan el testimonio de su cariño, comenzando por su mamá, doña Inés Verdesoto, que descansó no hace mucho al fin de una larga vida plena, de madre y maestra que contagió a su hija el amor a la cultura y el vicio de enseñar, característica de una familia de conocida vocación cultural.”