Canal cero
El Canal de Panamá y la chifladura de Trump
Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.
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En las últimas semanas, Donald Trump ha dicho que Canadá sería un estado más de EE.UU., que se propone comprar Groenlandia y que iba a recuperar el control del Canal de Panamá, porque la República de Panamá cobra a los barcos estadounidenses tarifas "ridículas y altamente injustas" por usar su canal.
Muchos creen que deberíamos acostumbrarnos a las declaraciones escandalosas de Donald Trump, a sus salidas de tono y amenazas. Al fin y al cabo, dicen, son solo frases altisonantes o bravuconadas para ganar las elecciones o para mantenerse en el primer lugar de la opinión pública mundial. Pero ese es un error. Esas son declaraciones que revelan sus propósitos y las ideas de su enorme base electoral conservadora.
En realidad, ni Canadá se convertirá en un estado de Estados Unidos de América, ni le van a vender Groenlandia, ni el Canal de Panamá volverá a ser controlado por Estados Unidos. Pero esas ideas, aunque parezcan estrafalarias, consolidan el respaldo social a un régimen que será más extremista y errático que el anterior.
Y eso es lo verdaderamente peligroso, porque el gobierno de Trump sí va a tomar decisiones propias de un fanático respaldado por un sector fanatizado de la población estadounidense.
En el caso de Panamá, un empresa francesa inició la construcción de un canal interoceánico en 1881, pero fracasó. Estados Unidos se hizo cargo del proyecto en 1904 e inauguró el canal en 1914. Desde entonces mantuvo el control de la “Zona del Canal”. La persistente presión de Panamá logró que en 1977 se firmara el tratado Torrijos-Carter para la entrega del Canal.
Tras un periodo de control conjunto, el gobierno panameño tomó el control en 1999. Ahora lo opera la Autoridad del Canal de Panamá, que ha logrado ampliarlo y modernizarlo. Es una de las vías marítimas más importantes del mundo y su principal usuario sigue siendo Estados Unidos, porque es una ruta rápida y relativamente barata para unir sus dos costas y comerciar con el mundo.
Trump dijo que si la "estafa" no se detenía, exigiría que el canal fuera devuelto a Estados Unidos, para que no "cayera en las manos equivocadas" y citó a China, el segundo usuario del canal con intereses significativos en Panamá.
Esa es otra de las motivaciones para volver a controlar el canal. La consigna "Estados Unidos primero" de Trump incluye hacer alarde de la fuerza como superpotencia más allá de sus fronteras.
La amenaza de Trump no es una palabra suelta o una simple fanfarronada. Es una declaración de voluntad de volver a la práctica del “Gran garrote” y de llevar adelante una política internacional a base del uso de la fuerza. En el caso de Panamá, es una clara amenaza a su independencia y un anuncio de que intervendrá si le parece que hubiera una amenaza a la “seguridad nacional” estadounidense.
Trump no es solo un populista boquisuelto, sino un mandatario extremista que expresa sus tendencias dictatoriales, parecidas a las de aquellos dictadorzuelos del tercer mundo, solo que el es el gobernante del país más poderoso del mundo.