Matrix política
Los cuatro retos para Ecuador en 2025: entrega final
Consultor Político con 20 años de experiencia en campañas electorales, comunicación de Gobierno y gestión y management de la crisis. Catedrático universitario y conferencista en varios países de América Latina y en España.
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III
El bodrio constitucional que nos dejó Montecristi es, sin duda -y así lo han hecho saber la gran mayoría de candidatos presidenciales- uno de los mayores retos que debe asumir el país desde el ámbito político. El camino deja sólo dos opciones: o hacerlo de una manera más pausada, reflexionada, argumentada vía reformas parciales, o hacerlo de forma acelerada convocando de una vez y por todas a una nueva Asamblea Constituyente que arroje al basurero de la historia lo actuado por esa asamblea anterior tan cooptada por el grupo más progre, estatista, populista y anti libertades que parió ese mamotreto en 2008.
Varias son las materias que deben suponer reformas sustanciales: podríamos empezar por intentar pertenecer al mundo jurídico de los países más desarrollados, donde las democracias liberales funcionan y no han necesitado de la novelería de crear cinco poderes en lugar de los tradicionales y montesquianos tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Con la autonomía y el sistema de pesos y contrapesos que eso supone, se entiende.
Acto seguido, eliminar ese engendro de todos los males que ha significado el deshonroso Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS), fuente de todos los apetitos políticos para poder controlar los concursos que nombran las autoridades más importantes de control en este país.
Luego, podríamos hacer cambios de fondo a un cuerpo legal absolutamente estatista, empeñado en que todo pase por el Gobierno, enemigo de la inversión privada, fanático de poner todas las trabas, los trámites y las instituciones que se encarguen de maniatar la iniciativa individual y de tener el control omnímodo de todo para ejercer su ya conocido sistema de premios y castigos dependiendo de cuánto apoyes “el proyecto político”.
Finalmente, concretar las reformas que tienen que ver con modificar el artículo 115 de la Constitución para que nunca más sigamos financiado los contribuyentes 16 binomios presidenciales en donde 10 o más no sacan ni el 1% de los votos, es decir, no existen estadísticamente. Si esta elección no es la evidencia de que esto se necesita, yo ya no se qué más se necesita. Ah y es bueno no olvidar tampoco la reforma que tiene que ver con la autorización para firmar convenios de cooperación con fuerzas militares extranjeras en un momento en que necesitamos su ayuda con desesperación.
IV
Conjuntamente, y de una vez por todas, en el 2025 Ecuador debe dejar zanjado el tema energético. Sin absolutamente ninguna pose de experto en el tema, los ecuatorianos ya sabemos perfectamente tres cosas:
Poner todos los huevos en la canasta de las fisuradas, mal calculadas, sobrepreciadas y “coimadas” centrales hidroeléctricas es una pésima idea. Después tenemos ministros diciendo paparruchadas como que hay que pedirle a San Pedro que nos mande las precipitaciones o hacer la danza de la lluvia.
Dejar en el más absoluto abandono el parque termoeléctrico nos cuesta demasiado caro. Hay que tener ese parque emergente siempre al día, con los repuestos que requieren, aumentándolo de tamaño cada vez que sea posible y repotenciándolo cuando haya como. Hay que tender a tener un parque dual que sea susceptible de funcionar tanto con combustibles fósiles como con gas natural.
Finalmente hay que hacer reformas profundas para poder abrir sin límites la inversión al privado puesto que, ya lo sabemos de sobra, es imperativo lograr dos cosas: a) hacer una transición hacia energías limpias, renovables y alternativas (fotovoltaica, eólica, geotérmica…) y, b) atraer los capitales que financien este tipo de energía que requieren inversiones que el país no tiene y no debe hacerlas porque tiene otro tipo de prioridades.
Todo eso, en 2025. Hay tarea…