Matrix política
¿Cómo se hace una estrategia de juicio político?
Consultor Político con 20 años de experiencia en campañas electorales, comunicación de Gobierno y gestión y management de la crisis. Catedrático universitario y conferencista en varios países de América Latina y en España.
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A propósito del juicio político que acaba de ganar la ministra Palencia en la Asamblea Nacional el pasado miércoles, quisiera contarles un poco el detrás de escena de un proceso de esta magnitud desde ambas perspectivas: del interpelante y del interpelado.
Esto es un juego de ajedrez (cuando no hay negociaciones secretas o inconfesables detrás, se entiende) y, salvo por el período 2013-2017 cuando no existía fiscalización alguna, pues el Gobierno tenía una aplastante y sumisa mayoría (dicho por ellos mismos), ha sido una constante en el resto de etapas que ha transcurrido el Legislativo.
Para efectos didácticos, la vamos a dividir en 4 etapas:
1.- Fase probatoria: normalmente los procesos de juicio político arrancan por algún tipo de denuncia, ya sea de los medios de comunicación y el periodismo de investigación serio, o ya sea por algún ciudadano o grupo de ciudadanos que se han visto afectados por la negligencia, violación al derecho o directamente corrupción de algún ente que sea sujeto de control político de parte de la Asamblea.
Un pésimo equipo de fiscalización basaría su acusación con la denuncia presentada. Sin embargo, un buen equipo haría absolutamente todo para corroborar, ellos mismos, las pruebas de que efectivamente lo que se ha sacado en la prensa o denunciado por la gente, tenga asidero, sea real, existan las pruebas suficientes y no sea un acto de plataforma (vergonzosa) política o de revancha con el Gobierno de turno.
Una vez verificadas y constatadas las pruebas, se procede a generar el proceso que, en la parte formal, sólo necesita ser presentado con los requisitos que pide la Ley Orgánica de la Función Legislativa y un número de firmas de apoyo de asambleístas que lo respalden. Luego, el proceso normal: Consejo de Administración de la Legislatura, Comisión de Fiscalización, Pleno de la Asamblea.
2.- Fase de la Estrategia, que, en mi concepto, debe tener al menos dos partes esenciales:
a.) Argumentación jurídica: a pesar de que se pueda llegar a pensar (a veces con razón, a veces sin ella), de que en un juicio político lo único que importa es el juego de suma y de resta de votos, yo quiero decirles (sin pecar de ingenuo porque, como decía Ralph Murphine, es lo único que no se puede ser en política) que teniendo una brillante, sólida y argumentada estrategia jurídica, es mucho más fácil que: i) los asambleístas no pongan pretextos a la hora de juzgar al funcionario ii) tu oponente te deje en absoluto ridículo (como pasó el miércoles) desechando tus pruebas, despedazando a tus testigos, demoliendo tus argumentos desde el campo de la legalidad.
b.) Estrategia política: aquí es donde el operador político (honesto, se entiende una vez más) hace el acercamiento con las distintas bancadas para demostrarles dos cosas: i) que el juicio es viable, que las pruebas son contundentes, que los argumentos son válidos, que los testigos son genuinos y que es muy probable que ese juicio termine en la destitución del funcionario. ii) que los bloques y los asambleístas (políticos al fin) se verán muy bien ante la opinión pública (léase votantes) cuando apoyen un proceso serio, que tiene base y tiene futuro y que demostrará su compromiso con la lucha contra la corrupción, la negligencia y la falta de cumplimiento de las tareas encomendadas. Cabe decir aquí que la causal (única) que nuestro ordenamiento jurídico prevé para juzgar a Ministros de Estado es “el incumplimiento de sus funciones”. Demasiado ambiguo para mi gusto, pero así dice la norma.
3.- Fase de opinión Pública: en donde hay que hacer una auténtica estrategia mediática y digital (tema de otro artículo) para apoyar una ola de opinión ciudadana que respalde y esté pendiente del proceso. Que los ciudadanos también se enteren de las pruebas que existen, que la conversación digital logre un espacio para charlar del juicio, que el funcionario se vea expuesto (o no) al escrutinio de la gente. Todo esto abona a que el proceso no pase desapercibido y no se puedan dar votaciones secretas o arreglos y pactos poco éticos.
4.- El Día D, que debe tener en cuenta dos aspectos: i) el aspecto formal, que trata de hacer una presentación ordenada, legible, con grandes apoyos visuales, tecnológicos, que tenga una estructura fácilmente comprensible y que sea amena (en la medida de lo posible) para que los asambleístas y la gente estén pegados a la exposición y no distraídos en sus celulares o haciendo compras por Internet. ii) Para mi, la más importante: tener un orador u oradora brillante, que sepa hacer inflexiones de voz, que tenga que hacer los énfasis en los lugares clave, que sepa casi de memoria las pruebas, que se haya preparado como nunca y que contagie y sea memorable para su público.
Tuve el altísimo honor de trabajar para alguien así, una mujer que inspira. Nos fue bien.