Matrix política
¿Entre 13 y 14 candidatos a la Presidencia? Tenemos un sistema electoral ¡FALLIDO!
Consultor Político con 20 años de experiencia en campañas electorales, comunicación de Gobierno y gestión y management de la crisis. Catedrático universitario y conferencista en varios países de América Latina y en España.
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Era abril de 2019 cuando la asambleísta independiente, Mae Montaño, presentó un proyecto de Reforma Parcial a la Constitución que proponía que desaparezca el Fondo de Promoción Electoral (FPE) que se entrega en cada proceso electivo, para que los candidatos se promocionen en los medios de comunicación.
Cuando la iniciativa, luego de sortear la Unidad de Técnica Legislativa y obtener la calificación en el CAL (Consejo de Administración de la Legislatura), avanzó por el canal regular hacia la decisión del Pleno pasó algo que no sorprendió a nadie: no obtuvo un solo voto de apoyo de ninguna organización política representada en esa época en el Legislativo. Mae se quedó absolutamente sola peleando sola contra los Molinos de Viento de la partidocracia tradicional.
El mensaje era claro: las organizaciones políticas estaban conformes con el status quo y no estaban dispuestas a mover un dedo para cambiarlo. Y así nos fue, nos va y, al parecer, nos seguirá yendo si de la decisión de nuestros políticos es la que cuenta para cambiar este sistema electoral absolutamente fallido.
Pero, ¿por dónde empezar? Aquí cuatro claves y acciones esenciales para cambiarlo:
- 1
Constitución
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Eliminar ese MAMOTRETO de artículo 115 de la Constitución de Montecristi que hace que sea el contribuyente el que financie las campañas electorales. No cabe duda, nos lo vendieron muy bien (como era costumbre en el Estado de propaganda), nos dijeron que era para que “las grandes chequeras” no compren con sus millones las elecciones a través de dádivas y propaganda.
Solo un ingenuo puede pensar que, teniendo un mal candidato, un mal mensaje, un mal timing, metiéndole los millones que sean puedes ganar una elección. Eso no existe.
La verdad es que como ellos (los de siempre que hay algo oscuro detrás) ya estaban en el poder, lo que hacía esta norma era limitar a todos sus contendientes menos evidentemente al candidato-Estado que ganó 14 elecciones en 10 años. Solo ellos gastaban todo. Nadie más podía hacerlo. Linda manera de ponerle el pie a los rivales. A costa de todos los ciudadanos.
- 2
Código de la Democracia
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Eliminar ese MAMOTRETO de Código de la Democracia que permite que existan más de 300 organizaciones políticas. Otra buena venta: esto haría (en teoría) que todo el mundo pueda participar porque democratiza, al no exigir prácticamente requisitos, la participación de todos. Falso de falsedad absoluta. Lo que hace es que al hiperfragmentar las elecciones de manera tal, que se aseguren siempre representaciones descomunales (en el Legislativo, por ejemplo) los partidos que ya están posicionados y que tienen una marca y un recuerdo en la cabeza de la gente. Para el resto: migajas.
- 3
CNE
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Refundar ese MAMOTRETO de Consejo Nacional Electoral que tenemos, lleno de sospechas de corrupción, negligencia y reparto. Basta escuchar a la Consejera Nájera para entender como el resto de ese cuerpo colegiado se reparte delegaciones en provincias, cargos y cuotas de burocracia que evidentemente sólo responderá a intereses específicos de los de arriba.
Ya vemos lo que pasó en Venezuela, citando al inefable Joseph Stalin: gana el que cuenta los votos.
- 4
Partido políticos
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Finalmente algo que debemos exigir como ciudadanos: obligar a que tengamos partidos políticos como la gente y no MAMOTRETOS devenidos en vehículos electorales y organizaciones de alquiler que se venden al mejor postor.
Para nadie es un secreto que hay organizaciones políticas del alquiler, que cambian de dueño cada dos o tres años, que pertenecen a grupos delincuenciales, que estos los usan para poner su brazo político en el Estado para que estos los defiendan cuando llegue la hora de rendir cuentas a la Justicia.
¿Hasta cuándo miramos para otro lado? Hasta que esto no cambie, seguiremos en este remedo de Democracia y así, lastimosamente, nos seguirá yendo.