Una inyección de USD 1.500 promete 'curar' la obesidad
Dos fármacos que se inyectan en el organismo prometen ser la cura para tratar personas con obesidad mórbida. El único limitante es su alto precio.
Imagen referencial de dos personas con sobrepeso en un hospital europeo.
Tomado del diario The Brussels Times
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Hay muchos Santos Griales en medicina, que tras varios errores, han probado ser efectivos, como la inmunoterapia contra el cáncer. Encontrar una droga altamente eficaz para tratar la obesidad, y sin efectos secundarios severos, es otra lucha de la ciencia.
El énfasis en la obesidad está justificado: más de 650 millones de adultos en el mundo son obesos. Y el 3% de niños y jóvenes entre cinco y 18 años también tienen sobrepeso. En Ecuador se estima que seis de cada 10 personas sufren por esta condición.
Los datos, que se desprenden de la Organización Mundial de la Salud (OMS), muestran la dimensión de una epidemia que crece cada año llamada obesidad.
Según la OMS, una persona padece obesidad cuando su índice de masa corporal (IMC) es superior a 30 kilogramos.
Y esta condición es la primera causante de otra epidemia global, la diabetes.
Pero entre tantas dietas, píldoras y tratamientos reductores surgen dos fármacos o inyecciones capaces de reducir el sobrepeso y la obesidad mórbida, tanto como lo haría la cirugía bariátrica o bypass gástrico.
Semaglutide y Tirzepatide son los nombres poco atractivos de estos fármacos. El primero ya recibió la aprobación de la agencia FDA de Estados Unidos en junio de 2021, y el segundo fue aprobado en mayo de 2022.
Eric Topol, un científico y médico experto en tratamientos cardiovasculares, recuerda que ambas drogas ahora se emplean para tratar la obesidad luego de una casualidad.
“Los dos fármacos se desarrollaron para mejorar la regulación de la glucosa en personas diabéticas e inesperadamente se encontró que pueden conseguir una reducción de peso en los pacientes”, dice Topol.
El alto precio de la obesidad
Semaglutide ya se vende en Estados Unidos bajo el nombre comercial Ozempic, y cada inyección cuesta USD 1.500. Es fabricada por la farmacéutica Novo Nordisk.
Tirzepatide o comercialmente llamada Mounjaro tendría un costo similar.
Ambas drogas deberían ser administradas entre 18 meses a un año para tener los efectos deseados y que los cambios de salud sean visibles en el paciente.
Una dosis de 10 a 15 miligramos de tirzepatide por semana consiguió una pérdida de peso del 20%. Mientras que la dosis de 2,4 miligramos de semaglutide logró una reducción del 17%.
Según Topol, estas drogas no solo alcanzan una reducción de peso equivalente a la cirugía bariátrica, sino que también reducen los riesgos cardiovasculares, mejoran la regulación de glucosa, ayudan en el tratamiento del hígado graso y en otras patologías derivadas de la obesidad.
“Es un tratamiento revolucionario”, agrega Topol, aunque reconoce que el precio es un obstáculo poderoso.
“El costo de estas drogas exacerba profundamente las inequidades en la medicina porque son asequibles para los ricos, pero necesarias en mayor medida para los más pobres”, señala Topol.
De allí que otros médicos como el mexicano Alejandro Macías cuestionan que en el futuro la obesidad y diabetes serán solo enfermedades de los pobres.
Por otra parte, una cirugía bariátrica, dependiendo de la complejidad, puede costar desde USD 3.000 en Ecuador.
Cómo funcionan los fármacos
Los dos fármacos pertenecen a la familia de los péptidos o moléculas formadas por la unión de diferentes aminoácidos.
Ambas fórmulas imitan o recrean la función de las glándulas gastrointestinales que regulan el apetito.
En el caso de semaglutide, la droga imita el funcionamiento de una hormona llamada GLP1, que se libera luego de comer. Pero no solo lo imita sino que suprime los niveles de apetito.
Mientras que tirzepatide activa o imita el receptor GLP-1 y el GIP, otra hormona gástrica que prepara al cuerpo para recibir los alimentos.
Nausea y diarrea son los efectos secundarios más usuales tras el tratamiento con los fármacos, pero tolerables si son comparados con otros intentos médicos por reducir la obesidad.
Por ejemplo, en 1995 se probó otra droga llamada rimonabant que producía cuadros extremos de depresión y hasta intentos de suicidio.
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