El futuro de la Inteligencia Artificial depende de los 'chips' de Taiwán
El corazón del sistema ChatGPT, uno de los desarrollos tecnológicos más polémicos de los últimos meses, se produce en una sola empresa de Taiwán.
Vista panorámica de una de las fábricas de la empresa de semiconductores TSMC, en Taiwán, 10 de agosto de 2022.
STR / AFP
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Los semiconductores, también llamado circuitos integrados o coloquialmente ‘chips’, son uno de los inventos más complejos de la tecnología moderna. Y los más especializados se fabrican en una compañía de Taiwán, llamada TSMC.
El nombre completo de la compañía es ‘The Taiwan Semiconductor Manufacturing Company’ (TSMC) y es responsable de los chips que mueven la CPU de procesamiento de las computadoras más potentes, los equipos de Amazon, Microsoft, Google o sus competidores.
Es más, los desarrollos de inteligencia artificial (IA) no serían posibles sin estos microprocesadores altamente sofisticados. Son una especie de redes neuronales, que escriben algoritmos y ponen a funcionar los sistemas de IA, incluyendo el más reciente: ChatGPT.
El problema es que la fábrica principal de TSMC se encuentra en uno de los lugares más frágiles de la geopolítica mundial. Está en Taiwán, una isla de 23,7 millones de habitantes, donde los analistas creen que una inminente guerra se desatará en una década o menos.
Inversionistas de riesgo como Rob Toews de la firma Radical Ventures aseguran que el futuro de la inteligencia artificial cuelga de un hilo.
Dependerá básicamente de lo que pase en Taiwán, considerada por el gobierno de China como una provincia renegada, y que en algún momento debe retornar bajo el control de Beijing.
Tan lejos y cerca de China
La revista Time Magazine describió a la empresa TSMC como la “compañía más importante del mundo y de la que quizás nadie ha escuchado o leído”.
Los chips de este gigante asiático están en todas partes y casi ningún usuario lo sabe. Están en el iPhone donde revisa sus redes sociales, o en el televisor donde hace streaming, en las consolas de videojuegos o en artilugios tecnológicos de la cocina y la casa.
Las decenas de fábricas de TSMC, donde los chips se arman físicamente, se ubican en la costa oeste de Taiwán, a tan solo 180 kilómetros de distancia de China.
Entre ambos países cohabita una disputa histórica, pese a que comparten tradiciones, ancestros y hasta el mismo idioma, el chino mandarín.
Si bien los combates armados de las dos naciones terminaron en 1950, el conflicto sigue latente, y Beijing reclama a Taiwán como parte de su territorio o de la gran China unificada.
En 2023, las tensiones han escalado, llevando al gobierno chino a realizar ejercicios militares en el estrecho de Taiwán.
De allí que muchos asesores políticos en Washington predicen que China podría invadir Taiwán entre 2025 a 2027.
Una guerra entre ambos países sería catastrófica por múltiples razones, incluyendo las económicas y las humanitarias.
Pero también está el componente tecnológico, porque el conflicto podría paralizar el ecosistema global de la inteligencia artificial.
Además, el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos estimó que una guerra entre China y Taiwán le costaría al mundo más de USD 1.000 millones anuales, debido a la interrupción de la fabricación de los chips.
Tal es la preocupación por el futuro de los semiconductores, que el presidente estadounidense Joe Biden aseguró que su fabricación es un tema de "seguridad nacional".
En septiembre de 2022, el propio Biden inauguró la construcción de una fábrica de semiconductores en Ohio y elogió una ley adoptada, que liberó USD 52.000 millones en subsidios para reactivar la producción en territorio estadounidense.
¿Por qué TSMC es tan especial?
La industria de la fabricación de los chips o semiconductores es muy compleja y concentrada.
Como el autor del libro ‘Chip War’, Chris Miller, lo describe, se trata de una de las pocas facetas de la economía moderna que “es dependiente de muy pocas empresas”.
Todo empezó cuando los fabricantes comenzaron en los años 80 a diseñar los chips o la tecnología detrás de ellos, pero no a producirlos.
Fue así que gigantes como Nvidia o Qualcomm se convirtieron en ‘fabless’, es decir, delegaron el trabajo de la producción en masa a terceros. Fue un intento de ahorrar recursos y optimizar la fabricación.
Pero de todas las empresas manufactureras de chips, hay tres que se distinguen: Samsung e Intel, que producen semiconductores para sus propios productos y de terceros, y la taiwanesa TSMC.
Entre las tres, TSMC sigue siendo la más competitiva y ha invertido innumerables recursos en investigación y desarrollo para ser la reina de la llamada ‘ley de Moore’.
Esta ley se refiere a la carrera tecnológica por fabricar los transistores y procesadores cada vez más pequeños y potentes.
Y también ha hecho importantes inversiones en ampliar sus instalaciones. En 2021 desembolsó USD 100.000 para expandir su cadena de fabricación.
Recientemente, TSMC gastó USD 20.000 para adecuar la llamada Fab 18, un edificio donde fabrica los chips más avanzados, incluyendo para proyectos de IA.
Otro factor de éxito de la empresa taiwanesa es la red con una docena de firmas tecnológicas, ligadas al desarrollo de software, logística y equipos para producir los chips.
Actualmente, TSMC es una de las 15 compañías más grandes del mundo, por encima del banco JP Morgan o del conglomerado de retail Walmart.
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