Tres razones por las que El Niño se sentirá con mayor fuerza
En condiciones normales, El Niño no debería generar asustar tanto al mundo, pero llega en momentos de un cambio climático sin precedentes.
Un sector de Flavio Alfaro en Manabí, completamente inundado, en las lluvias del pre arribo de El Niño a Ecuador, el 12 de julio de 2023.
ECU 911
Autor:
Actualizada:
Compartir:
Era 1997 y el oceanógrafo Juan José Nieto estaba midiendo la temperatura del mar en Ecuador, no solo en la superficie sino en las profundidades. “Recuerdo que en ese entonces no sabíamos tanto sobre El Niño, el arribo de la información era más lenta”, dice Nieto.
Como anécdota, Nieto, director del comité regional para el estudio de El Niño (Erfen) cuenta que el equipo introducía los instrumentos en el agua y notaron que el mar seguía caliente, aun a profundidades superiores a los 100 metros.
“Pensábamos que los equipos estaban dañados, porque había calentamiento en toda esa columna de agua”, expresa el oceanógrafo.
Una de las características de El Niño, el rey de los eventos climáticos, es precisamente el calentamiento “del mar en la mitad del océano Pacífico, en la línea ecuatorial, por medio grado centígrado o más, durante seis meses”, explica Nieto.
Este fenómeno natural ocurre cada seis o siete años, y en ‘situaciones normales’ no debería alarmarnos como en la actualidad.
Pero Nieto reconoce que El Niño, que según la NOAA ya reúne las condiciones climáticas para gestarse, arriba a Ecuador y al mundo en momentos de cambio climático y luego de ocho años en los “que no aprendimos nada”.
El último Niño fue en 2015 y pasó “casi desapercibido por la población”, añade Nieto.
Estas son las tres principales razones por las que El Niño de 2023 se sentirá con mayor fuerza.
- 1
Cambio climático
Compartir:
El Niño se manifiesta en Ecuador y Perú con lluvias de intensidad moderada a fuerte, pero con sequías en el norte de Colombia, Venezuela, Uruguay y Argentina. También hay precipitaciones en una parte de Bolivia y en el sur de Chile. En pocas palabras, “es una alteración o cambio del clima normal de la atmósfera. Llueve cuando no debe llover”, señala Nieto. Pero en 2023 hay un factor adicional: el cambio climático, que de hecho es la principal ‘novedad’ para los científicos. Los expertos advierten que no saben los efectos reales del primer Niño con océanos hipercalientes y una temperatura por encima de lo normal.
“Hay ciertas alarmas, porque año tras año hemos pasado de récord en récord en temperaturas del planeta”, dice Nieto.
Según la Organización Meteorológica Mundial, junio de 2023 fue el mes más cálido registrado hasta la fecha en el planeta, y al menos cuatro días de julio batieron todo pronóstico. https://twitter.com/WMO/status/1679519588403277824 Y en cuanto a los mares, la ola de calor de junio se debe en gran parte “a las temperaturas elevadas en la superficie del océano“, que constituye el 70% de la superficie del globo, destacó el centro satelital Copernicus - 2
Deforestación de cuencas y laderas
Compartir:
Según Nieto del Erfen, puede que El Niño de 2023 sea menos potente que los fenómenos del 97 o el 82, pero su impacto será mayor en Ecuador por una razón: la deforestación. “Hemos talado árboles en las cuencas y en las partes altas de los ríos, y hemos permitido que el suelo se erosione”, agrega el experto. Con un suelo erosionado, estos sedimentos se han acumulado en los afluentes, provocando que los ríos pierdan su capacidad de canalizar el agua.
“Es como un canal que si lo lleno de agua, lodo y basura, con menos tiempo de lluvia, se desborda con facilidad”, indica Nieto.
En las últimas lluvias de julio, atípicas para la temporada, cuatro ríos de Manabí se desbordaron, dejando bajo el agua a siete cantones. - 3
Lecciones no aprendidas
Compartir:
Finalmente, Nieto concuerda con el profesor Franklin Ormaza, de la Escuela Politécnica del Litoral, en decir que este Niño de 2023 agarra desprevenido al país. “Sabemos que es un fenómeno recurrente y no se han tomado las medidas para mitigarlo”, indica Ormaza. Por ejemplo, una vez deforestadas las laderas, los pobladores se han asentado nuevamente en ellas, pese a ser zonas de riesgo. Y a pesar de que los ríos se han llenado de sedimentos, los gobiernos locales han fallado en dragar los afluentes. Solo Guayaquil, por ejemplo, ha esperado décadas para concretar el dragado del río Guayas. En todos estos años, tampoco ha existido un mantenimiento adecuado para las represas, que en temporada normal pueden recibir hasta cierta cantidad máxima de agua, pero durante El Niño estarán rebozadas.
Compartir: