Perseidas, las partículas de polvo que se convierten en estrellas fugaces
La actividad de la lluvia de estrellas perseidas comenzó el pasado 21 de julio y se prolongará hasta el 24 de agosto.
Perseidas junto a la Vía Láctea la madrugada del viernes 13 de agosto desde el pico Tres Mares, en Cantabria (España).
EFE
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Aquellas partículas, que no superan el diámetro de un cabello y proceden del cometa Swift-Tuttle, constituyen uno de los espectáculos astronómicos más populares del verano. Cuando colisionan con la atmósfera desencadenan las llamadas "perseidas".
Estas "Lágrimas de San Lorenzo", conocidas así en algunos lugares por coincidir su máxima actividad con las noches anteriores y posteriores a esa festividad, convocan a científicos, aficionados a la astronomía y a personas interesadas en su observación.
Pero ni son estrellas ni son lágrimas. Son partículas de polvo que al chocar bruscamente con la atmósfera terrestre se desintegran. Luego emiten esa traza luminosa con apariencia de estrella fugaz.
El cometa Swift-Tuttle completa una órbita alrededor del Sol cada 133 años, y cada vez que se acerca a la estrella se calienta y emite chorros de gas y pequeñas rocas. Son esas minúsculas partículas las que acaban colisionando cada verano con la atmósfera terrestre.
José María Madiedo, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía, explica que las perseidas han sido ya ampliamente estudiadas por los astrónomos. El valor científico que tienen no es comparable al de otras lluvias de estrellas menos conocidas y recientemente descubiertas.
Pero Madiedo destaca su importancia como herramienta idónea para divulgar al público este tipo de fenómenos y fomentar el interés por la astronomía.
Según los datos del Instituto Astrofísico de Canarias (IAC), la actividad de las perseidas comenzó el pasado 21 de julio y se prolongará hasta el 24 de agosto, con unos 100 meteoros por hora, aunque no todas llegan a ser visibles para el ojo humano.
Perseidas se desintegran al instante
El Instituto Astrofísico de Andalucía (IAA) ha observado que los restos del cometa entran en la atmósfera terrestre a unos 210.000 kilómetros por hora y que la colisión con la atmósfera es tan brusca que la temperatura de esas partículas aumenta hasta 5.000 grados en solo una fracción de segundo, por lo que se desintegran al instante y "dibujan" esa estela.
La colisión y desintegración se producen a una distancia de la superficie de la Tierra de entre 80 y 100 kilómetros, por lo que solo las partículas más grandes generan "bólidos" o bolas de fuego visibles desde la tierra sin necesidad de instrumentos ópticos especiales.
Las perseidas impactan también contra la Luna, pero al no tener esta una atmósfera que la proteja, chocan directamente contra el suelo lunar a esas velocidades y de una forma tan brusca que provocan la formación de nuevos cráteres y breves destellos de luz. En este caso no son perceptibles por el ojo humano pero sí con telescopios.
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