De esponjas a cemento: ya es posible reciclar un colchón en Ecuador
La vida útil promedio de un colchón es siete años, pero miles terminan en basureros de Ecuador sin el reciclaje correcto. El coprocesamiento es una alternativa para reutilizar los colchones.
Dos trabajadores en Santa Cruz, Galápagos, durante el reciclaje de colchones.
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La isla Santa Cruz en Galápagos desecha 200 colchones cada año, y muchos de ellos terminan en el Parque Ambiental Fabricio Valverde. Y solo en este 2022 se habían acumulado 1.000 unidades sin un manejo adecuado.
En octubre, estos colchones fueron retirados de la isla de una forma sostenible y con el fin de coprocesarlos y reciclarlos.
Antes, los componentes principales, resortes de acero, la espuma y la tela, tuvieron que ser separados cuidadosamente para el proceso posterior.
“Estos desechos tienen un proceso de degradación extremadamente lento, los mismos pueden permanecer varias décadas en los rellenos sanitarios o los botaderos de basura”, señala Raúl Estévez, gerente de Innovación de Chaide & Chaide, empresa a cargo del proyecto de reciclaje.
Según Estévez, la mejor alternativa para reducir el impacto ambiental de un colchón es el coprocesamiento de las espumas y tela, y el reciclaje del alambre.
Ambos procesos funcionan así:
- El coprocesamiento: Consiste en incorporar los residuos en la fabricación de cemento. Para lograrlo, la espuma y la tela se incineran mediante técnicas controladas y la ceniza se utiliza para crear el cemento.
- Reciclaje de acero: El alambre recuperado o extraído del colchón se entrega a gestores ambientales certificados en Quito y Guayaquil. Luego estas empresas venden el material a compañías procesadoras de chatarra metálica, con el fin de fabricar nuevos productos.
Muchos colchones, mucha basura
Según un informe del Banco Mundial, en el mundo se generan 2.010 millones de toneladas de desechos sólidos municipales anualmente. Y entre toda esta basura también hay colchones botados por hogares o industrias.
En Ecuador se estiman unos 14 millones de colchones en uso, y solo en Santa Cruz la rotación de este bien es alta debido a la industria turística.
Si un hogar desecha un colchón cada siete o más años, en un hotel se cambian 30 en el mismo periodo.
“Eventualmente, todos estos productos deberían ser dispuestos de manera adecuada, pero no sucede así”, añade Estévez. Y en el caso de los elementos plásticos de un colchón, muchos van a las vertientes de agua en forma de microplásticos.
Al momento, en el país solo existe un proyecto para reciclar los colchones, y forma parte de la iniciativa que dirige Estévez.
Desde 2020 cuando inició la iniciativa en Quito y posteriormente en Guayaquil y Galápagos, se han coprocesado 1.600 colchones.
Se estima que por cada tonelada de colchones reciclado se pueden dejar de emitir, aproximadamente 1,5 toneladas de C02 al ambiente.
El usuario en casa también puede coprocesar su colchón. Primero debe comunicarse con la empresa para que lo retiren en el domicilio y este servicio tiene un costo de USD 25.
Luego del retiro adecuado, se lo traslada a las instalaciones de las empresas para la separación de sus componentes. Y cada una de las partes se entrega a los gestores y fábricas encargadas del reciclaje o coprocesamiento.
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