“Mi esposo y dos hijas tuvieron dengue”: por qué los mosquitos están ganando la batalla
El calor extremo, aupado por un cambio climático sin freno, propicia que los mosquitos se reproduzcan, se alimenten más y aumenten su capacidad de transmisión del dengue.
Personal del MSP limpia el tanque donde una mujer almacena agua en Puerto Hondo, para eliminar criaderos de mosquitos, transmisores del dengue, el 6 de octubre de 2023.
Ministerio de Salud
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En Monte Sinaí, el sector más empobrecido de Guayaquil, no hay calles asfaltadas, sino enormes cráteres de tierra que sirven como criaderos de mosquitos. “Con estas vías no pueden pasar los camiones que fumigan”, dice Diana Montoya, quien vive en una de las cooperativas de este asentamiento irregular desde casi una década.
Montoya cuenta que en agosto de 2023 su “esposo, mi hija y mi bebé tuvieron dengue. Los trataron en el hospital, pero más vecinos están cayendo con lo mismo”.
La Fiebre del dengue, o simplemente dengue, como se lo conoce, es una enfermedad viral o provocada por un virus, y que se transmite a los humanos por la picadura del mosquito Aedes aegypti.
Por décadas, el dengue estuvo controlado en el mundo, gracias a la erradicación de los criaderos de mosquitos y los recursos invertidos en insecticidas y fumigaciones.
Pero aquello quedó en el pasado, y según explica la docente de la Escuela Politécnica del Litoral (ESPOL), Mercy Borbor, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido que el mundo enfrenta una expansión de epidemia de dengue, señalando que la mitad de la población mundial está en riesgo.
“La incidencia de casos de dengue ha aumentado hasta en ocho veces desde 2000”, dice Borbor, quien también es investigadora del Centro Internacional del Pacífico para la Reducción de Riesgos de Desastres de la ESPOL.
Además, en la actualidad, las enfermedades vectoriales relacionadas con mosquitos matan a más personas que cualquier otra patología derivada de un animal.
Entre enero y agosto de 2023, la OMS reporta tres millones de casos de dengue en América, superando cifras récords de años anteriores.
¿Por qué parece que los humanos están perdiendo la batalla ante los mosquitos?
Dos grandes causas
En Ecuador, el dengue convive entre las poblaciones más vulnerables, como la familia de Montoya en Monte Sinaí, que no tiene acceso a servicios básicos. El agua, por ejemplo, se almacena en tanques de plásticos, en el exterior del hogar y tapados con un pedazo de madera.
Son tanques que a su vez sirven como criaderos de los insectos. “Cuando hay muchos mosquitos, prendo palo santo”, dice la mujer, en referencia al tronco del árbol del mismo nombre, que comúnmente se usa para ‘espantar’ al mosquito.
Según datos del Ministerio de Salud, los pacientes con dengue crecieron de 1.000 en 2019 a 4.300 en 2023 en Manabí, la provincia con el mayor número de casos.
El pasado 1 de septiembre, Salud emitió una alerta epidemiológica en esta provincia, al igual que en Santo Domingo y Esmeraldas, por el crecimiento de enfermos. Y en 2023, en todo el país se reportan más de 16.000 casos de dengue.
Para la docente Borbor de la ESPOL, hay varios factores para la expansión del dengue, como la movilidad humana, los sistemas debilitados para la vigilancia y diagnóstico de la enfermedad, y hasta la resistencia del mosquito a los insecticidas.
Pero si habría que nombrar ‘nuevas’ causas, estas son dos: el aumento de la temperatura en los últimos cinco años y los eventos extremos de lluvia.
Ambos fenómenos generan un hábitat favorable para el mosquito Aedes.
“Las altas temperaturas (27 – 30ºC) están en rangos óptimos para que el mosquito se reproduzca, se alimente más y aumente su capacidad de transmisión del dengue”,
Mercy Borbor, profesora investigadora de la ESPOL.
El temido cambio climático
El dengue, una enfermedad propia de climas tropicales, recientemente se ha mudado a Francia o Florida.
Y en Ecuador, el mosquito transmisor ya se ha detectado en provincias de clima frío en la Sierra, como Cotopaxi y Pichincha. ¿Por qué?
Detrás de este ‘viaje’ del mosquito estaría el cambio climático que ha alterado patrones climatológicos y propiciado eventos extremos como lluvias anormales o intensas.
Y todas estas condiciones son las óptimas para que el mosquito transmisor se reproduzca.
“Considerando la alta probabilidad de un evento El Niño fuerte, el número de casos de dengue podría aumentar en la época lluviosa 2024”, alerta Borbor.
¿Sirve la vacuna?
Investigadores entrevistados por el diario The New York Times señalaron que la OMS se ha demorado en revisar sus medidas preventivas contra el dengue y la malaria, y eso incluye la autorización o recomendación de vacunas.
Eso también ocurrió en la pasada pandemia de Covid-19, cuando la organización fue criticada en demorarse en declararla pandemia u ordenar el uso generalizado de mascarillas.
Tras años de hablar sobre incremento de casos de dengue, la OMS recomendó la primera vacuna contra la enfermedad recién el pasado 2 de octubre.
El fármaco, aun sin aprobación de la agencia reguladora FDA, está desarrollado por la farmacéutica japonesa Takeda, se elaboró a partir de una versión debilitada del virus causante del dengue.
De acuerdo con el investigador de la ESPOL, Washington Cárdenas, una vacuna efectiva contra el dengue debe proteger al ser humano contra los cuatro serotipos que tiene el virus.
Pero, esta vacuna no sería la ansiada solución, porque “no protege de manera homogénea paralelos cuatro serotipos, y es más eficaz para dos de ellos”, explica Cárdenas, al frente del Laboratorio de Investigaciones Biomédicas de la universidad.
“La vacunación contra la fiebre del dengue se debe analizar en el contexto del nivel de morbilidad de la enfermedad, hospitalizaciones, control vectorial y un estricto seguimiento postvacunación”, advierte el docente.
De hecho, si bien la vacuna es una ayuda, los expertos señalan que son necesarias otras estrategias para reducir la reproducción del mosquito.
Y estas incluyen la provisión de servicios básicos, agua segura y saneamiento; además de atender a los grupos vulnerables.
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