El aire contaminado de las ciudades está matando el cerebro
Los pulmones y el corazón no son los únicos órganos afectados por la contaminación del aire. El cambio climático también repercute en la salud mental.
Imagen referencial. Vista panorámica de una ciudad en Asia.
Naciones Unidas
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Aquellas diminutas partículas de polvo o de humo están alterando su cerebro. Y son potencialmente dañinas, porque reducen el volumen de materia gris y de lípidos extravasculares, según el nuevo estudio que analiza el impacto del cambio climático en la salud mental.
El reporte, publicado a inicios de febrero en la revista científica Jama Network, es el primero del mundo que analiza los historiales médicos de nueve millones de pacientes en Estados Unidos.
Y en sus conclusiones establece que la exposición severa y prolongada al aire contaminado incrementa los diagnósticos por depresión y ansiedad.
Estas revelaciones llegan en momentos en que la contaminación del aire sigue una curva ascendente. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), nueve de cada 10 personas respiran aire ‘sucio’ y que incluyen contaminantes como sulfato, nitratos y hollín.
Los niveles recomendados para la calidad del aire no deberían superar los 15 microgramos por metro cúbico, dice la OMS. Pero en ciudades más contaminadas como Delhi, Lahore o Kabul, esta concentración es mayor.
Solo en Delhi, en los mejores días de verano, la concentración de las partículas de polvo llega a 282 microgramos, casi 56 veces más que lo recomendado.
Una relación cercana
Hasta ahora, la OMS había mencionado que siete millones de muertes están relacionadas con la exposición a las partículas finas de polvo.
Esta contaminación, exacerbada por el cambio climático en las grandes ciudades, es responsable de enfermedades pulmonares y ataques cardiacos.
Además, unas 3.000 millones de personas están expuestas al humo letal de combustibles fósiles, de industrias y hogares.
Ahora se conoce que la contaminación también impacta en otra epidemia global: la depresión.
Para la docente e investigadora de la Escuela Politécnica del Litoral (ESPOL), Mercy Borbor, la salud humana está totalmente relacionada con el clima y el cambio climático.
“Los eventos extremos de lluvia, olas de calor, sequías e incendios tienen un efecto directo en la salud, que finalmente afectan los niveles de estrés, ansiedad y depresión”, señala la profesora Borbor.
Qué halló el estudio
En el reporte, los investigadores analizaron la data de pacientes durante 2005 y 2016, el 56% fue de mujeres y los restantes varones.
Los contaminantes a tomar en cuenta en el estudio fueron: el nitrógeno, el ozono malo y las partículas finas de polvo. Se estableció que los participantes tuvieron como mínimo una hora de exposición a partículas de polvo, y hasta ocho horas de los otros contaminantes.
“Todos los contaminantes analizados se vincularon con un riesgo alto de desarrollar depresión después de los 64 años”, señalaron los investigadores del estudio.
Del total de pacientes analizados, más de 1,5 millones tuvieron diagnóstico de depresión.
Además, el estudio hizo énfasis en las consecuencias de la contaminación en los adultos mayores.
Este grupo poblacional, según la académica ecuatoriana Borbor, es más vulnerable, porque con los años el metabolismo se ralentiza y disminuye su capacidad para notar la sensación de calor o sed.
También, los adultos mayores por lo general pasan mucho tiempo solos en el hogar o en casas de asistencia, elevando el riesgo de depresión.
“Esperamos que este estudio pueda inspirar a los investigadores a considerar los factores de riesgo del ambiente para prevenir la depresión y para entender mejor la enfermedad”, agregaron los científicos en sus conclusiones.
Contaminación en Guayaquil y Durán
Ecuador no está entre los países latinoamericanos con mayor contaminación del aire por polvo. En ese ranking primero está Perú y luego Chile.
Pero, según Borbor de la ESPOL, los niveles de partículas finas de polvo en Guayaquil sí superan la norma, porque hay mayor tráfico vehicular.
En el caso de Durán (Guayas), Borbor explica que se han tomado muestras en sectores como El Recreo. Allí se reportan niveles de partículas de polvo de 50 a 66 microgramos por metro cúbico, superando la norma de la OMS.
“Es urgente establecer medidas para el control de la calidad del aire y su impacto, pero hay un gran vacío de información entre quienes toman las decisiones”, agrega Borbor.
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