Cinco claves para entender la violencia en 'streaming' y en redes
Las últimas dos masacres en Estados Unidos se originaron por el odio racial y fueron difundidas en streaming. Pero, la culpa no es de las redes sociales, advierten expertos.
Robert Crimo en uno de los videos que colgó en Youtube, antes de la masacre del 4 de julio en Estados Unidos, el 5 de julio de 2022.
Reuters
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Robert Crimo era un chico definido como ‘normal’, aficionado a Youtube y a los videojuegos. Días antes de disparar contra una multitud en Highland Park, una comunidad en Chicago, publicó un video donde profetizaba “yo sé lo que tengo que hacer. Nada me puede detener”.
La matanza de Chicago es la tercera más letal en Estados Unidos en 2022, según el Archivo de la Violencia Armada (GVA, por sus siglas en inglés). En el país, las autoridades han anunciado una investigación a varias plataformas de redes sociales, porque según ellos promueven el discurso de odio.
Antes de Crimo estuvo el tirador de Búfalo, al norte de Nueva York, quien transmitió en vivo el ataque que cometía en un supermercado. Usó la red social, Twitch, y publicó un manifiesto de 180 páginas en el foro virtual llamado 4Chan.
¿Son las redes los culpables de los últimos tiroteos? Cinco puntos clave para entender por qué las redes son un síntoma y no la causa de un problema social y no tecnológico.
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Las redes son un vehículo, no el arma
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Antes de los atacantes de Highland Park o de Búfalo, hubo otros que recurrieron al ‘streaming’ para difundir una masacre. Pasó en Nueva Zelanda en 2019, cuando Brenton Harrison Tarrante asesinó a 51 personas y difundió en directo las escenas a través de una cámara en su casco. Usó LIVE54, una app que vincula una cámara GoPro al teléfono móvil y de ahí a Facebook Live. En ambos casos, explica el analista español de nuevas tecnologías, Miquel Pellicer, “existe una macabra idea de la difusión multiplataforma de los delitos de odios en las redes y plataformas audiovisuales”. Pero, esta idea proviene del atacante y de su entorno. “No veo a las redes sociales siendo un motivador, sino un vehículo para difundir un discurso de odio”, expresa el analista de comunicación Andrés Seminario. Según Seminario, lo que se transmite en estas plataformas son “la manifestación de un problema más crítico”.
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Ya pasó antes y no con las redes
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Seminario recuerda que en 1994, la radio jugó un rol vital durante el genocidio en Ruanda. En aquel año, el gobierno a cargo del país transmitía mensajes de odio a través de una radio oficialista. Un año después, en 1995 Theodore Kaczynski o alias ‘Unabomber’ difundió un manifiesto llamado “La sociedad industrial y su futuro” a través de los periódicos. Kacynzksi es autor de 16 explosiones, que causaron tres muertos y 23 heridos. Más de 25 años después, las plataformas de difusión cambiaron. “Si de algo se puede acusar a las redes es que exacerbaron este discurso de odio o racial, por su característica de impactar a tanta gente”, agrega Seminario. Además, como escribe el diario The New York Times, desde la matanza del 4 de julio en Chicago, otras 160 personas han muerto en Estados Unidos y han sido crímenes que han recibido poca o nula atención, porque no fueron transmitidos en redes sociales.
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Controlar cada video es casi imposible
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La transmisión en vivo de la matanza de Búfalo fue retirada tras dos minutos de iniciar en la plataforma Twitch, de propiedad de Amazon. Mientras que el video del ataque en la mezquita de Nueva Zelanda en 2019 estuvo 17 minutos al aire, luego de que Facebook logró retirarlo. Las empresas de tecnología aseguran que invierten mucho esfuerzo en retirar estas imágenes y mensajes de odio. Usan programas automatizados y equipos de moderadores para detectar y desconectar videos de ataques y otros contenidos nocivos. Pero también reconocen que controlar los 690.000 videos que circulan cada minuto es una tarea titánica. Por ello, un filtro son los usuarios que podrían denunciar mensajes o conductas violentas en redes. Esto ocurrió con el tirador de Uvalde (Texas), varios de sus compañeros advirtieron de lo que hablaba en foros de chat, pero la policía no investigó a tiempo.
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Censurar no es una opción
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Hay expertos que consideran que las empresas tecnológicas y los gobiernos son muy laxos al momento de regular las redes y sus contenidos. Ya hay países con leyes que controlan la difusión en las redes sociales, como Alemania, que desde 2017 multa a Facebook y Twitter con hasta USD 58 millones si no retiran contenidos de odio. Dos años después de la ley, los eventos violentos de extrema derecha y nazismo en Alemania ascienden a a 30.000. Quienes se oponen a la ley aseguran que el texto no soluciona la violencia digital, sino que restringe la libertad de expresión. Además, entrega a los gigantes de Internet el papel de censores. Algo similar opina el analista Seminario: “prohibir, restringir, limitar o censurar estos discursos de odio no va a terminar con el extremismo”.
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El problema psicosocial de fondo
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Los videos de Crimo, el atacante de Chicago, estaban llenos de símbolos siniestros: dibujos de charcos de sangre y de hombres apuntando un rifle. Estuvieron un par de años en Youtube, y el portal los retiró el pasado 4 de julio cuando cometió la masacre. Pese a que todos eran indicios de un trastorno mental, Crimo logró comprar un arma. En cuanto al tirador de Búfalo, sus maestros y compañeros habían denunciado sus actitudes, pero el historial mental de Payton Gendron se traspapeló. Estados Unidos vive una epidemia de violencia de armas, y la Corte Suprema en junio reafirmó el derecho de los ciudadanos al porte de armas en público. Pero la raíz de las masacres es mucho más profunda que la posibilidad de comprar una pistola. Un artículo del portal académico The Conversation asegura que los atacantes escolares anticipan las masacres en sus videos y mensajes. “La mayoría de los atacantes están motivados por la ira, por el odio a ellos y una desesperación que se vuelve contra el mundo”, dice el artículo. Según los académicos, quienes cometen estos hechos lo hacen como un último y desesperado grito de ayuda, pues hubo factores psicosociales de su familia y entorno que los llevaron a ese punto.
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