¿Sabía que las ballenas capturan más CO₂ que un árbol?
Con su imponente tamaño, las ballenas no solo ‘secuestran’ toneladas de CO₂, también ayudan con su excremento a producir fitoplancton.
Una ballena jorobada joven vista en el fondo del mar.
Tomada de NAT GEO Image Collection
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Cuando las gigantes ballenas jorobadas llegan a las costas de Santa Elena y Manabí son un espectáculo que cautiva a cientos de turistas.
Impávidos, muchos de los viajeros solo piensan en los acrobáticos saltos de las ballenas, cuando en realidad a su paso estas especies también ayudan al medio ambiente.
Dos recientes investigaciones señalan que las ballenas podrían ser la solución natural contra el cambio climático.
A través de su longeva existencia, ‘secuestran’ toneladas de carbono, que incluso arrastran al fondo de los mares tras su muerte.
Y por si fuera poco, el excremento de estos gigantes mamíferos marinos es fundamental en la producción de fitoplancton.
Pese a su importancia y de los tratados que las protegen, las ballenas están amenazadas. La mayor causa de muerte proviene del enredo con artes de pesca industrial o la captura ‘incidental’.
En la actualidad, según información de las Naciones Unidas, sobreviven 1,3 millones de ejemplares en el mundo.
El trabajo de las ballenas nunca termina
Según el estudio encargado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), titulado “Soluciones Naturales contra el Cambio climático”, cada ballena captura 33 toneladas de carbono durante su larga vida.
Algunas pueden vivir hasta 200 años. Y en ese mismo periodo, un árbol almacena apenas el 3% de cantidad de carbono.
"Estimamos que las ballenas capturan tanta cantidad de carbono como el equivalente a 1,7 millones de árboles de la Amazonía".
Estudio “Soluciones Naturales contra el Cambio climático”.
Otros investigadores sostienen que la cantidad de carbono capturado depende de la especie de la ballena.
Por ejemplo, las ballenas azules almacenan hasta 63 toneladas de CO₂. Mientras que las pertenecientes a la especie rorcual ali blanco (o ballena minke común) captan 2,2 toneladas de CO₂.
Lo fascinante y simbólicamente genuino de las ballenas, dicen los investigadores, es que su trabajo no termina cuando mueren.
Puesto que al morir, los cetáceos se hunden en el fondo del océano, sacando el carbono de la atmósfera durante siglos, o incluso milenios.
Productoras de oxígeno
Por primera vez, investigadores del Instituto noruego de Investigación Marina estudiaron la concentración de nutrientes en el excremento de ballena, antes de que se disuelva en el mar.
Y consiguieron determinar algo que se sospechaba por años: los cetáceos son capaces de producir fitoplancton y, por lo tanto, mitigan su propia huella climática.
"Puede parecer asqueroso, pero para el ecosistema (el excremento de ballena) vale su peso en oro", señaló el Instituto en un comunicado.
"La idea es simplemente que esos excrementos fertilizan los océanos, como las vacas o las ovejas lo hacen en la tierra".
Instituto noruego de Investigación Marina.
Los investigadores analizaron las heces de los rorcuales arponados por balleneros. Noruega es uno de los pocos países del mundo que autoriza la caza comercial de estos cetáceos.
Los cerca de 15.000 rorcuales que emigran cada verano al archipiélago noruego de Svalbard, en el Ártico, generan cada día unas 600 toneladas de excrementos en la superficie del agua.
Según el estudio, estos excrementos diarios liberan unas 10 toneladas de fósforo y siete de nitrógeno.
Estos nutrientes son esenciales para el crecimiento del fitoplancton, aquellas algas microscópicas que absorben dióxido de carbono mediante fotosíntesis y lo convierten en oxígeno.
Además, una mayor producción de fitoplancton significa que se absorbe más CO₂, dejando un aire más puro para los humanos.
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