El anticonceptivo masculino, un fármaco esquivo para la ciencia
La primera píldora anticonceptiva no hormonal para hombres podría revolucionar al mundo, porque permitiría que los varones compartan la responsabilidad de la procreación.
Un padre junto a su hijo en un hospital de Estados Unidos, el 1 de enero de 2022.
Reuters
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Con tantos inventos prometedores, como las vacunas contra el Covid-19 o las terapias dirigidas para pacientes con cáncer, la ciencia ha sido acusada de machista porque aún no desarrolla un anticonceptivo masculino.
Incluso han pasado más de 70 años desde la invención de la píldora anticonceptiva femenina, creada por Gregory Pincus en 1950. Pese a tres intentos fallidos, no se ha creado un producto similar para los varones.
Pero en marzo de 2022, el equipo de la científica Gunda Georg anunció un hallazgo que podría revolucionar la farmacología de los anticonceptivos.
Revolucionario porque permitiría químicamente compartir a los hombres la responsabilidad de la fertilidad, algo que las nuevas generaciones admiten que quieren hacer.
Georg logró desarrollar el compuesto químico YCT529, por ahora un nombre poco ‘sexy’, pero que inhibe la producción de espermatozoides. Es decir, limita las proteínas involucradas en la generación de estas células masculinas, encargadas de fecundar el óvulo.
Por el momento, se logró una respuesta en ratones de laboratorio, y los primeros ensayos son prometedores a tal punto que la Sociedad Americana de Fármacos (American Chemical Society) iniciará pruebas clínicas en humanos a finales de año.
La Sociedad, autoridad mundial en el desarrollo de fármacos, estima que si las pruebas en humanos son exitosas en cuatro o cinco meses, la píldora masculina estaría en el mercado.
La ciencia y su deuda de género
Pero, ¿qué tan difícil es fabricar un anticonceptivo masculino? José Gutiérrez Ales, presidente de la Sociedad Española de Contracepción (SEC), explicó a medios europeos que el sistema reproductivo masculino es ‘complicado’.
Según Gutiérrez, las mujeres únicamente fabrican una célula sexual al mes, el óvulo.
Pero los hombres producen espermas continuamente y no existe un ‘interruptor’, hasta ahora, que pueda apagar ese proceso.
Esta producción de espermatozoides se realiza en el eje del cerebro del hipotálamo-hipofisario, y cualquier fármaco que suprima esa generación tiene efectos hormonales ‘complejos’.
La doctora Ana Lucía Martínez expresa que si bien el organismo masculino es complicado, la falta de un anticonceptivo para varones también obedece a que la ciencia tiene su dosis de machismo.
“Cuando hablamos de salud sexual y reproductiva, la ciencia no ha pensado en los hombres, porque la oferta anticonceptiva no apunta a controlar su fertilidad, sino solo la de las mujeres”, dice Martínez, docente de la cátedra de Bioética en la Facultad de Medicina, de la Universidad de las Américas (UDLA).
En ese sentido, según Martínez, hay una deuda de género de la ciencia. “Hemos ha reafirmado los roles del patriarcado, porque quienes investigan pertenecen a esa misma línea”.
Hay que ‘dorarles’ la píldora
La docente Matínez explica que la tecnología anticonceptiva masculina no es nueva. “Ha estado ahí, pero muchos desarrollos se han parado porque se decía que causaban infertilidad o disfunción eréctil”.
Los anteriores anticonceptivos atacaban directamente a la testosterona, hormona masculina asociada con la virilidad. Además, provocaban varias reacciones como acné, trastornos de ánimo y el más importante, cambios en la libido.
Este último efecto secundario fue la razón para que en 2016 un comité independiente de científicos rechazara un anticonceptivo que combinaba la píldora femenina con la testosterona. El argumento fue que “los riesgos sobrepasaban sus potenciales beneficios”.
Otros dos intentos de píldoras masculinas ocurrieron en 2018 y 2019 y en ambos casos eran fármacos hormonales.
La novedad del fármaco creado por la investigadora Gunda Georg es que no es hormonal, y no inhibe las hormonas masculinas, principalmente la testosterona.
Pero, las mujeres ya sufren efectos secundarios tras ingerir un anticonceptivo, y para algunas no son leves. Hay cambios hormonales, descenso en la libido, y hasta riesgos de coagulación sanguínea.
“Nosotras hemos tenido que usar la tecnología anticonceptiva como venga, porque se nos ha delegado esa responsabilidad del control de la reproducción y del cuidado”.
Ana Lucía Martínez, docente de Bioética en la Universidad de las Américas.
Mientras que a los varones, dice Martínez, “hay que dorarles la píldora y buscar los menos efectos posibles para que la compren. De lo contrario, la industria farmacéutica no lo vería rentable”.
Dentro de las opciones de control para los varones están los condones y la vasectomía, que aunque reversible, es una cirugía costosa y no siempre garantiza que no se produzca un embarazo.
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