Alliyay té, la bebida 'milagrosa' que nació en un laboratorio de la ESPOL
Desde 2008, la profesora investigadora de la ESPOL, Patricia Manzano, investiga el laritaco, una planta con propiedades medicinales y parte de la bebida energizante Alliyay Té.
Una investigadora de la ESPOL desarrollando la bebida energizante Alliyay Té.
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Las mejores innovaciones científicas no siempre son extranjeras, también se conciben en Ecuador, donde un equipo de investigadores de la Escuela Politécnica del Litoral (ESPOL), liderado por la doctora Patricia Manzano, transformó el conocimiento ancestral en una bebida con un potencial internacional.
La nombraron Alliyay Té, que en lengua kichwa significa 'salud', y es que la bebida no solo es energizante, sino que posee propiedades nutracéuticas, es decir, beneficiosas para el organismo humano.
Alliyay Té es la fusión de tres elementos: las plantas laritaco, la guayusa y los residuos de cacao, según explica la profesora investigadora Manzano.
Esta docente de química en la ESPOL investiga el laritaco desde 2007, cuando llegó la planta por recomendación de un familiar en El Oro.
"Sobre esta planta apenas si había dos publicaciones científicas, pero la tía de mi esposo me insistía en que tenía propiedades contra el cáncer", cuenta Manzano a PRIMICIAS.
Tras años de investigaciones, Manzano logró concebir un té energizante inocuo, que ha sido probado en ratones y que cuenta con una serie de informes científicos que prueban su confiabilidad.
Para su fabricación, la ESPOL utiliza emprendedoras de El Oro que cultivan la planta del laritaco y que proveen la materia prima. Algo similar ocurre con la guayusa, que se obtiene de microempresarios de Tena, donde el 80% son mujeres.
Mientras que el cacao se consigue de plantas productoras locales, y la universidad encuentra una segunda vida para un material que podría terminar en la basura como residuo.
Antioxidante y energizante
Fue en 2016 cuando el equipo de Manzano recibió fondos de la Red Ecuatoriana de Universidades y Escuelas Politécnicas para Investigación y Posgrados (REDU) para analizar el impacto del laritaco y perfeccionar la bebida.
La profesora combinó las propiedades naturales del laritaco, cuyo nombre científico es Vernonanthura patens, con la guayusa, ampliamente consumida por nacionalidades indígenas de la Amazonía.
"Es lamentable que en Ecuador, a diferencia de otros países como Uruguay, no se la consuma por la población. Estamos perdiendo identidad", señala Manzano, sobre la guayusa.
A partir de las primeras investigaciones sobre la bebida, se han realizado publicaciones en revistas indexadas de alto impacto, 10 tesis de grado y cinco tesis de maestría, que han probado los beneficios del té.
Además, la ESPOL logró un registro secreto industrial y un registro de marca.
Medicinalmente, Manzano explica que la bebida posee moléculas beneficiosas para la salud, evita el deterioro celular y ayuda a prevenir enfermedades metabólicas, como la diabetes e hipertensión.
"Tenemos en realidad un producto único en nuestras manos, y avalado por estudios científicos, que en el exterior será muy apreciado".
Patricia Manzano Santana, investigadora de la ESPOL.
En la investigación y concepción de la bebida, se ha invertido alrededor de USD 90.000, y todos han sido fondos no reembolsables por organizaciones internacionales.
Pero falta el último paso...
Pese a contar ya con un registro sanitario y hasta con la protección del secreto de fabricación, la bebida Alliyay Té aún tiene una meta por cumplir: llegar a la percha de un supermercado o una tienda.
Esto se debe a que la ESPOL, al ser una institución educativa y sin fines de lucro, no podría comercializar el producto por su cuenta y obtener los beneficios.
Por ello, la bebida debería ser entregado a una empresa distribuidora, que se encargue de su venta al público.
"Debemos tener clara la figura legal para el traspaso, y no es de imponer a una empresa, sino de encontrar a un empresario interesado y que se empodere de la bebida y conozca sus beneficios", dice la profesora Manzano.
Por lo pronto, el laboratorio de la ESPOL y los profesores investigadores a cargo del proyecto siguen adelante con el diseño de la botella, la etiqueta y las últimas pruebas de mercado, es decir, que la bebida sea probada por usuarios finales.
La botella tendrá un codigo QR que llevará al cliente a una base de datos con toda la información científica detrás del producto.
"Cuando estuvimos concursando por fondos alemanes, estuvimos en una feria en Alemania y hubo varios interesados que deseaban comprar la bebida en ese mismo instante", recuerda con orgullo la investigadora Manzano.
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