Agricultura de precisión: qué es y quiénes la usan en Ecuador
En Ecuador, la empresa noruega Yara impulsa la llamada agricultura de precisión, una práctica promisoria para combatir el cambio climático, pero no tan asequible para pequeños y medianos productores.
Científicos en un laboratorio de Yara analizando muestras de suelo.
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Un laboratorio en Pocklington, Inglaterra, es un aliado de la agricultura. Tiene la capacidad para procesar más de 2.500 muestras de suelo por día y todas al mismo tiempo.
Luego, en 22 días, entrega los resultados al agricultor, quien gracias a estos análisis puede saber la fertilidad de un cultivo y qué nutrientes necesitará para alistar el suelo.
Estas prácticas sirven para ejemplificar la agricultura de precisión, que para muchos expertos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) es una práctica del futuro.
Según un informe del BID, este tipo de agricultura es una de las respuestas más prometedoras para la seguridad alimentaria, contrarrestar el agotamiento de recursos naturales y hasta para combatir el cambio climático.
“Es una manera de aplicar el tratamiento correcto al lugar adecuado en el momento preciso”, señala el reporte del organismo multilateral.
Pero, ¿qué exactamente es la agricultura de precisión? Se trata del uso de la ciencia y la tecnología para optimizar los retornos de un cultivo, y reducir los impactos ambientales de la agricultura tradicional.
“Nosotros lo resumimos en las 4C: correcta dosis, correcta aplicación, correcto momento, correcta fuente o producto”, dice el gerente de Agronomía de Yara en Ecuador, Perú y Bolivia, Alexis Villacrés.
Esta empresa noruega, fundada en 1905 para combatir el hambre en Europa, funciona en el país desde 2005 con productores de 14 tipos de cultivos agrícolas.
Uno de los servicios es proveer de los llamados ‘mapas de color’ a los agricultores. Estos son indicadores sobre cómo está el cultivo, sus déficits, de tal manera que un productor note las necesidades a tiempo y pueda solucionarlos.
Aliados universitarios
Al momento, Yara mantiene dos ensayos científicos con la Escuela Politécnica del Litoral (ESPOL) en Guayaquil.
El primero aborda la correlación entre los niveles de cadmio en el cacao, que se cultiva en 600.000 hectáreas en las tres regiones continentales del país.
El proyecto avanza en su cuarto año, de los seis previstos, y cobra mayor importancia porque Ecuador es el tercer productor mundial del cacao.
Mientras que el segundo ensayo, también con ingenieros de la ESPOL, estudia la eficacia de las fuentes de calcio en el banano.
“También estamos gestionando auspicios de tesis en nutrición, los cuales no se han concretado todavía, pero esperamos tener próximamente resultados”, añade Villacrés.
Alimentos para el mundo
Según el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, la productividad agrícola debe aumentar 1,75% cada año para alimentar el mundo en 2050.
Las necesidades de alimentación de la humanidad son gigantescas, tomando en cuenta que al momento la población mundial está estimada en 7.800 millones de personas.
Solo en Ecuador, los 5,29 millones de hectáreas de superficie agrícola alimentan a los casi 18 millones de habitantes.
Para acercar a los agricultores a su objetivo de alimentar al mundo entero, se requieren mejores semillas y técnicas en momentos en que ciertas partes del mundo luchan contra sequías y tierras áridas.
Según Villacrés, una herramienta útil es el laboratorio Megalab Plus, creado en 2023 y que busca no solo hacer un seguimiento de sus cultivos de principio a fin, sino que está enfocado en preservar la salud del suelo y el medio ambiente a través de la aplicación eficiente de nutrientes.
Megalab Plus ya opera en unos 1.000 procesos de cultivo y ha tenido resultados importantes en la producción de pequeños y medianos agricultores de cacao.
Otro de los sectores que utiliza esta solución es el bananero, que ha logrado un incremento de 7,8% en la exportación de cajas de banano con respecto al año pasado.
¿Es para todos?
La agricultura de precisión también involucra el uso de maquinaria, tecnología, drones avanzados, análisis de data, y monitoreo en tiempo real.
Algunas empresas agrícolas grandes ya utilizan hasta tractores ‘sin conductores’, relata el informe del BID. Estos vehículos aplican agroquímicos con una precisión casi perfecta, permitiendo ahorrar recursos y minimizar la huella de carbono.
Todas estas prácticas son caras y complicadas de conseguir. “Por muy promisoria que parezca la agricultura de precisión, todavía no está claro si puede ser adoptada de manera exitosa por los agricultores pequeños y medianos”, señala el BID.
Por ello, el organismo aboga porque la tecnología utilizada en esta práctica siga bajando de precio, y que las fincas más grandes compartan sus conocimientos con las pequeñas.
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