Secuestros y extorsiones 'alimentan' a las mafias en Ecuador
En lo que va de 2023, los secuestros y las extorsiones se multiplicaron en Ecuador. Expertos explican que este fenómeno va más allá del narcotráfico.
Efectivos militares intensifican las operaciones de control de armas en el cantón La Libertad, provincia de Santa Elena.
Fuerzas Armadas
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No los matan. Les interesa cercenarlos vivos para que sus gritos por videollamada sirvan de presión por un botín más alto. Una ola de secuestros y extorsiones en Ecuador 'alimenta' a múltiples mafias que le están cambiando el rostro al país.
Por décadas, Ecuador fue considerado una isla de paz entre Colombia y Perú, los mayores productores de cocaína del mundo. Pero ahora se parece cada vez más a sus vecinos golpeados por la violencia del narco.
Entre enero y mayo de 2023, las denuncias por secuestros en el país se triplicaron, con 189 casos frente a 60 en el mismo periodo de 2022, aunque expertos señalan la existencia de un subregistro.
Imágenes macabras
La esposa de un comerciante en Guayaquil recibió en marzo de 2023 imágenes de cómo le cortaban dos dedos de la mano izquierda a su marido. Sus captores amenazaban con seguir con los demás si no pagaba USD 100.000.
La policía difundió, en diciembre de 2022, la fotografía de un miembro de la Marina de Chile al que le habían cortado dos dedos durante un secuestro. Una visita a su pareja ecuatoriana terminó en tragedia.
En abril de 2023, en cambio, la radiografía de una mano sin dedos encendió las redes sociales con la historia de un ecuatoriano en Estados Unidos. El migrante torturado por sus captores durante unas vacaciones en el puerto guayaquileño.
'Botines rápidos'
No se trata de grandes carteles ni de secuestrados multimillonarios, coinciden analistas, pues las mafias suelen ir por un botín rápido que empieza en USD 5.000.
Guayaquil, con casi tres millones de habitantes, se ha convertido en un bastión de esa violencia. La situación en la ciudad portuaria se recrudece con coches bomba, masacres carcelarias, cadáveres desmembrados y colgados de puentes, y ahora, secuestros.
Aunque torturados, la mayoría de los secuestrados sobrevive. Cuando los matan en general se trata de un ajuste de cuentas entre bandas criminales, dice el jefe regional de la Unidad Antisecuestros de la Policía (Unase), Óscar Salguero.
Encerrados en baños o en casas vetustas, con las manos atadas y aterrorizados, así permanecen por días mientras algún allegado paga por su libertad o son rescatados por la fuerza pública.
Cuando la policía rescató al comerciante en Guayaquil, éste estaba "sin haber comido, con el rostro tapado (...) Volvió a la vida", sostiene Salguero.
Según el uniformado en lo que va del año, la Unase ha liberado a más de 70 secuestrados, casi 60 más que en 2022.
Más que narcos
Aunque la violencia en Ecuador todavía no está al nivel de la peor época del narco en Colombia o México. "Estamos ya recorriendo un camino similar", sostiene la especialista en seguridad Carla Álvarez.
Según la también catedrática de altos estudios, en la nación se ha quintuplicado la posibilidad de que una persona sea secuestrada, extorsionada o asesinada.
Pero los expertos coinciden en que no todos los secuestradores provienen de grandes bandas narcodelictivas como Los Lobos y Tiguerones, vinculadas a carteles mexicanos.
La mayoría de secuestros y extorsiones corresponde a delincuencia común, pandilleros, asaltantes de buses o ladrones de bajo perfil.
En Ecuador, con 18,3 millones de habitantes, hay más de 13 organizaciones ilegales. En abril, el gobierno declaró al terrorismo una amenaza contra el Estado, y militarizó las calles para enfrentar al crimen organizado.
A la par de los secuestros, en Ecuador aumentan las extorsiones a empresarios y dueños de negocios. Unas 2.700 denuncias de este tipo han sido registradas en 2023.
Miguel, de 40 años y quien pidió mantener su identidad bajo reserva, estuvo bajo amenaza de secuestro durante un mes porque se negaba a entregar USD 20.000 a los denominados "vacunadores".
El empresario de la construcción recibió fotos de seguimientos y advertencias desde celulares que provenían de una cárcel, de acuerdo con investigaciones.
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