El crimen de Samuel Chambers, sin resolución cinco años después
A su nieto Samuel lo silenciaron, asegura Elsa Mandieta. El caso continúa en investigación previa y no hay responsables. Nunca aparecieron sus manos ni su cabeza. La madre reclama por justicia desde Argentina.
Elsa Mendieta asegura que el crimen de una taxista detonó en la muerte de su nieto.
Emerson Rubio / PRIMICIAS
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"Mi corazón sabía que algo estaba mal", recuerda Elsa Mendieta mientras presume una cadenita de colores y un reloj lenteja que Samuel Chambers, su nieto y amante de los animales, le dejó la última vez que se vieron: el jueves 26 de octubre de 2017.
En este mes, octubre de 2022, se cumplen cinco años de su desaparición, y posterior asesinato. El caso continúa en investigación previa, explica a PRIMICIAS Galo Muñoz, director subrogante de la Dinased.
Aunque todavía no hay responsables ni se ha revelado el móvil del crimen, su abuela Elsa tiene una teoría: a Samuel Chambers lo silenciaron. Lo corroboran el abogado de la familia, Xavier Andrade, y la madre del joven activista, Yesenia Rosas, desde Buenos Aires, Argentina.
De muerte indeterminada a violenta
Chambers era carismático y alegre. A menudo pedía comida en los restaurantes para entregársela a personas de la calle. Sus amigos y familiares siempre destacaron su gran amor por los animales y las plantas.
Cuando cumplió la mayoría de edad, según su abuela, el joven decidió independizarse. Años más tarde, cuando tenía 24 años, arrendó una casa en el barrio quiteño de Guápulo, norte de la capital, donde sembraba y cuidaba a sus mascotas: perros y gatos.
"Yo iba a pasar todos los domingos con él, me gustaba mucho porque me preparaba la comida", cuenta Elsa con nostalgia.
Hasta ese octubre de 2017, cuando no se supo más de Samuel.
El 7 de noviembre de ese mismo año, una mujer que recogía hierba para sus cuyes encontró el cadáver de un hombre en el bosque de Guápulo. No tenía cabeza ni manos. Inicialmente, se trató el cuerpo como el de un indigente, explica el abogado Andrade.
Los restos tenían un avanzado estado de descomposición. Y los exámenes forenses concluyeron que había muerto dos semanas atrás.
Chambers llevaba desaparecido doce días cuando ocurrió el hallazgo, cerca de su casa. Entonces, se encendieron las alarmas.
Elsa, la abuela, recuerda que recibió una llamada de una amiga francesa de su nieto, quien le dijo: "Te tengo una mala noticia. Aparecieron unos restos humanos y podrían ser de él, de Samuel".
"Me quedé trémula", suelta la abuela.
Poco después, Elsa reconoció el cuerpo. Y lo hizo gracias a un proceso de humectación y expansión de la piel. Así pudo ver un tatuaje que Chambers tenía en su espalda, el conejo de Alicia en el País de las Maravillas.
Al principio se trató el caso como muerte indeterminada (es cuando no pude establecerse si fue natural o violenta). Sin embargo, el abogado Xavier Andrade detalla que luego de que exhumaran el cadáver, un perito internacional sostuvo que sí hubo violencia en su muerte.
En 2020, se concluyó que a Chambers lo asesinaron.
Y Elsa no titubea al señalar a los presuntos responsables.
El inicio del viaje a una pesadilla
Era abril de 2017.
Como Chambers era muy sociable, acogió en su casa a un amigo extranjero. "Aparentemente, era una buena persona. Él nos presentó a una taxista, de quien prefiero no revelar su nombre", suelta Elsa.
Todos, incluida una tía de Chambers, hicieron una gran amistad.
Luego -recuerda Elsa-, el mismo extranjero le presentó una pareja de esposos a Samuel, también de otros países. "Hicieron una relación bonita".
Pero todo acabó cuando la taxista y su vehículo desaparecieron, en junio, una noche en la que la tía de Chambers y ella iban a salir de fiesta. Nunca se dio el encuentro. En esa fecha, el muchacho estaba en Montañita, provincia de Santa Elena, y no sabía lo que pasaba en Quito.
Un día llegaron los policías y se llevaron a la hija de Elsa. En el camino le informaron que la taxista había sido encontrada sin vida en una quebrada del sur de Quito. "Agarraron a mi hija para las investigaciones", señala.
Unas semanas después, cuando Chambers ya había vuelto a casa, él y Elsa se mostraron preocupados porque su familiar estaba siendo investigada por el crimen de la taxista.
Pero no era todo.
El muchacho parecía saber algo que no le dijo a su abuela. Solo le pidió que no volviera más a casa, porque esos tres extranjeros -que eran sus amigos- se habían convertido en "gente peligrosa" y se metían a la propiedad que rentaba.
La teoría del silencio
El 26 de octubre de 2017, Chambers llegó al local de su abuela, en la calle Ipiales, centro de la capital. Estaba muy nervioso. Se cambió de ropa (justo ese día no estaba puesto la túnica que siempre usaba, porque era Hare Krishna). Le abrazó. Y se marchó. Fue la última vez que ambos tuvieron contacto.
Desde entonces no volvió a contestar llamadas y tampoco había vuelto a su casa, hasta que un día Elsa recibió un mensaje: "No se preocupe. Estoy en Montañita". Supuestamente, era su nieto, pero ella sabía que no. Así que empezó a buscarlo.
Preguntó por él en todos lados. La noche de Halloween estuvo por la plaza Foch con la esperanza de encontrarlo. Fue hasta su casa, donde ni siquiera estaban sus animales. No pudo tener ninguna pista de él. Hasta el día de su hallazgo.
Unos meses más tarde, encontraron el taxi de la mujer asesinada. Y una pista condujo a los responsables. Eran los tres extranjeros a los que Chambers había acogido. Fue en ese momento cuando la abuela supo lo que había detrás.
"Samuel estaba preocupado porque le acusaban a la tía de algo que no había cometido. Y él se dio cuenta de que ellos habían sido los asesinos".
Lo quisieron callar.
El Día de la Madre
Desde Buenos Aires, Argentina, Yesenia Rosas, madre de Chambers, se pone nostálgica al recordar a su hijo. En 2016, él le llevó una serenata por el Día de la Madre, fecha que en el país donde reside -desde marzo de 2017- se celebra en octubre.
"Mi vida nunca va a ser igual. Samuel era muy querido, muy indispensable en mi vida".
Para sus hermanos siempre está presente. Ella continúa recibiendo terapia psiquiátrica desde el asesinado de su hijo. Y pide respuestas a la Justicia.
Los tres extranjeros que fueron sentenciados por el crimen de la taxista habían amenazado de muerte a Samuel durante una fiesta de Guápulo, afirma Rosas.
No se ha podido vincularlos al caso de Chambers. "Ellos están privados de su libertad por otros delitos, se acogieron al silencio. Eso bloqueó la investigación", detalla el abogado de la familia, Xavier Andrade.
Para la madre, además, ha sido frustrante cómo se ha llevado el caso. "Empezando desde el levantamiento del cadáver, los estudios que se realizaron y la destrucción de evidencia por parte de la Policía Forense".
Andrade confirma que "sí se perdieron muchísimas evidencias".
Pero agrega que sí ha habido interés por parte de la Fiscalía para esclarecer el caso. Se han realizado diligencias sobre los últimos lugares donde se encontraba Samuel. Y también han tomado versiones de ciertas personas que tuvieron contacto con él.
Desde la Dinased, Galo Muñoz explica que se ha hecho la reconstrucción de los hechos. E, incluso, han impulsado otros peritajes para el esclarecimiento, añade. "Hasta que no se establezca a un responsable de este supuesto hecho violento, seguirá en indagación previa".
En Ecuador, hasta 2021, el 72 % de casos de crímenes violentos estaban en indagación previa.
Mientras tanto, Elsa, la abuela del joven animalista, anhela que "todo salga a la luz". Y que los responsables de haberle quitado a su nieto, paguen.
Su cabeza y sus manos nunca aparecieron.
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