Así se vive en el barrio más peligroso de Guayaquil
Un líder barrial de Nueva Prosperina, el distrito más violento de Guayaquil, cuenta cómo es vivir bajo el dominio de Los Choneros. Las bandas imponen su ley en Socio Vivienda y Monte Sinaí, desalojan a pobladores y extorsionan a negocios y viviendas.
Entrada a la cooperativa Balerio Estacio, en el distrito Nueva Prosperina, al noroeste de Guayaquil.
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La Casuarina, la vía principal de ingreso al distrito Nueva Prosperina, ha perdido parte de su intenso tráfico. Cuanto más avanza el auto hacia el noroeste de Guayaquil, más vacía luce. Y basta internarse una cuadra a los barrios para que motociclistas inicien un seguimiento.
Hombres en moto comienzan a perseguir al auto, se lanzan de frente al vehículo, sin temor a ocasionar un accidente: inician un proceso de intimidación. Un líder barrial del distrito más violento de Guayaquil recomienda regresar, no internarse más allá.
“Si sigues avanzando, cuando quieres ver estás rodeado de motos”, advierte. “Te revisan tatuajes para comprobar que no eres de la banda contraria. Luego te expones a que te secuestren o extorsionen a cambio de dejarte salir. Por eso los taxis ya no quieren ingresar”.
El miedo impera en Monte Sinaí, donde residen 150.000 habitantes. Las bandas criminales se han dividido sus 39 cooperativas de vivienda con un cabecilla a cargo del control, la extorsión y el crimen de cada sector en Guayaquil.
En toda Nueva Prosperina viven alrededor de 300.000 personas. Se trata de una zona consolidada a partir de invasiones, marcada por la pobreza y exclusión.
El distrito suma 435 muertes violentas en lo que va del año y casi duplica al segundo más violento, el Sur (239 asesinatos). Mientras que en todo el área metropolitana de Guayaquil se reportan 1.500 homicidios en 2023.
Las familias deben pagar una extorsión semanal, cuenta un líder barrial, quien accede hablar a condición de anonimato. Insiste en que no se mencione su sector por miedo a represalias.
La Policía reconoce el despojo de casas a sus propietarios. En viviendas ocupadas por miembros de bandas delictivas en Socio Vivienda -otro sector del distrito- se han rescatado a taxistas y conductores secuestrados.
Un testimonio demoledor
“Yo vivo más de 20 años en Monte Sinaí. Como líderes barriales, ahora tenemos poca o ninguna incidencia en el desarrollo de las comunidades. Los miembros de las bandas nos piden que no intervengamos; tememos por nuestras familias.
Todo empeoró desde inicios de 2023. Siempre hubo delincuencia, pero nunca antes se metieron con la organización barrial ni con el trabajo social.
"Ya no podemos ingresar con brigadas médicas, oftalmológicas o con diferentes programas sociales de fundaciones, porque les roban a los funcionarios o los extorsionan".
En mi cooperativa opera la banda Los Choneros, que tiene la mayor presencia de Monte Sinaí. Pero Trinidad de Dios, por ejemplo, está bajo el dominio de Los Tiguerones. En zonas aledañas operan diferentes bandas y, por eso, se producen los enfrentamientos y matanzas.
En cada cooperativa, un cabecilla ejerce el control y dominio. Todos los domingos envía a sus motorizados a cobrar “la guardia”.
Para vivir aquí las familias tenemos que pagar dos dólares semanales por casa, por una supuesta seguridad. En realidad es una extorsión que nos toca pagar para entrar al barrio, salir de nuestras casas y realizar nuestras actividades.
Las tiendas y negocios pagan entre USD 5 y USD 10, dependiendo del local. Pero pagar la extorsión no te garantiza que te puedan desalojar de tu propia vivienda. Las bandas toman casas por la fuerza.
En mi barrio, de unas 200 viviendas, 20 familias han terminado desalojadas de sus viviendas, aun teniendo escrituras. Ahora viven allí miembros de la banda.
"Si te opones al dominio de estos grupos, si sospechan que tienes relación con bandas contrarias, simplemente, te expulsan por la fuerza de tu casa".
Atacan la vivienda a bala, o te tumban la puerta con un combo y te sacan con lo que tienes puesto. Te decomisan la casa y te dicen que si regresas, te matan".
Despojo y ultraje
“Cerca de mi sector, una señora denunció que era víctima de extorsión y en la noche llegaron más de 15 motos con 30 hombres armados, se metieron a la casa, ultrajaron a la dueña de la casa y a sus hijas. Tuvo que huir, porque le dijeron que la mataban.
También hay vecinos que han salido del sector por la inseguridad y luego ya no pueden regresar a alquilar sus casas porque encuentran secuestrada la vivienda. En esos casos, les piden pagar entre USD 300 y USD 500 para devolverles algo que es de su propiedad.
¿Por qué no denuncian? Es peor. No sé cómo se enteran, pero los extorsionadores no tardan en llegar a reclamar con amenazas a los denunciantes. La Policía aquí tiene poco peso y la ley que impera es la de las bandas.
"Vivimos entre el miedo y la zozobra. Nos sentimos abandonados. El Estado y su falta de acción ha permitido que lleguemos a este punto".
Ni siquiera con los hijos y nietos en la escuela estás tranquilo. En cualquier momento se registra una balacera cerca y hay que salir corriendo a retirarlos.
Si en el día es complejo conseguir que un taxi te lleve o te saque de tu casa, por alguna emergencia, en la noche es imposible. A las 17:00 están cerrando los negocios y a las 18:00, todo el mundo está en su casa.
Cuando hacen las redadas, las bandas ya están informadas. Nosotros pedimos una intervención masiva, permanente, de policías con militares. Qué expulsen de aquí a las bandas”.
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