Comunidades de pescadores de Guayas viven doble tragedia
En la isla Puná, epicentro del terremoto del 18 de marzo, y otras comunidades de Guayas, las familias esperan ayuda por los daños causados por el movimiento telúrico y el fuerte oleaje.
Fotografía aérea tomada con un dron muestra las afectaciones en la comunidad de Puerto La Cruz, el 24 de marzo de 2023 en la isla Mondragón en la provincia del Guayas.
EFE
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Varias comunidades de pescadores del norte del Golfo de Guayaquil viven una doble tragedia. Al terremoto del 18 de marzo de 2023, del que fueron epicentro, se suma un fuerte oleaje y un temporal inclemente en Guayas.
Entre los afectados están los pobladores de Buena Vista, Conchal y Puerto La Cruz, en la isla Mondragón, junto a Puná. Además, la comunidad Chupador Chico, de un estero cercano, epicentro del terremoto de magnitud 6,5.
Tras una semana del terremoto, la desolación causada por la sacudida se agravó con las inundaciones por el aumento del nivel del mar. Esto, debido al oleaje que ha trepado el nivel de las aguas hasta la cintura.
Aunque el fenómeno se repite en muchas zonas costeras, como la propia Guayaquil, en las comunidades de pescadores del norte la situación se agrava por el olvido permanente del que ha sido víctima.
Pescadores de Guayas piden ayuda
Cristian de la Torre, de la Federación Nacional de Cooperativas Pesqueras (Fenacopec), visitó la zona para recoger información de las necesidades de la población.
Admitió que las de esa región son "comunidades prácticamente abandonadas" que no cuentan con una asistencia estatal adecuada y que necesitan ayuda urgente.
Según De la Torre, la gente pide que se levanten muros de contención para frenar las subidas de las mareas hacia las zonas pobladas. También necesitan alimentación y atención sanitaria.
El psicólogo Camilo Marines, del gobierno local de Puná, considera que es urgente poner en marcha campañas de vacunación ante la proliferación de vectores epidémicos que se suelen presentar en las temporadas de lluvias.
Secuelas del terremoto
Yadira, una madre de la localidad conocida como Chupador Chico, ubicada en otra zona del norte del golfo, comentó que el sismo de hace una semana ha dejado duras secuelas.
Aseguró que los niños que no concilian el sueño por las noches y que, además, sufren por la crecida del nivel del mar y las incesantes lluvias.
Una de sus pequeñas hijas no olvida el terremoto, cuando la sacudida le sorprendió en un chiquero, del que no pudo salir porque la tierra la botó al suelo con fuerza.
También lamentó la caída de una pared que afectó la cocina y ahora es difícil preparar los alimentos, a lo que se suma que el colapso amenaza a toda la vivienda.
En esa situación están decenas de familias de la Isla Puná. Al menos 35 viviendas tienen daños graves, según reportes oficiales, pero la Federación de Pescadores asegura que los daños son mayores.
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