Ecuador está lejos de eliminar la epidemia del VIH
Ricardo Luna es portador de VIH desde hace 10 años.
cortesía Ricardo Luna
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Lograr que el 90% de personas que viven con VIH no transmita el virus es el objetivo que tiene la Organización Mundial de la Salud (OMS) para 2020. Para alcanzarlo se ha planteado la iniciativa 90-90-90 que va de la mano con el concepto indetectable = intransmisible que tiene tres ejes:
- El 90% de la población mundial debe conocer su estado serológico (si tiene o no el virus).
- El 90% de personas que sean positivas en el examen debe recibir tratamiento antirretroviral.
- El 90% de quienes reciban tratamiento debe alcanzar la supresión viral, es decir, que su cantidad de virus sea indetectable (50 copias por mililitro de sangre) e intransmisible para otras personas.
En el mundo hay 37 millones de personas con VIH, según la OMS. El Ministerio de Salud de Ecuador ha contabilizado 36.544 casos hasta diciembre de 2017.
A pesar de la estadística, Ecuador presenta inconvenientes en el primer paso de la iniciativa 90-90-90. El Ministerio de Salud indica que el año pasado únicamente 1,2 millones de ecuatorianos se hicieron la prueba. Esto significa que solo el 8% de la población se ha practicado un test. Sin cumplir la primera fase será difícil alcanzar lo propuesto por la OMS.
La ministra de Salud, Verónica Espinosa, dice que Ecuador no ha logrado el 90-90-90, aunque explica que cada vez más personas que han sido diagnosticadas con VIH reciben tratamiento antirretroviral. “Podemos tener más casos, y eso no es malo, pero lo importante es que sean tratados”.
El pasado 7 de mayo de 2019 surgió una polémica sobre los resultados que arrojaron los test para conocer si las personas tenían o no VIH. Espinosa señaló que esos kits de exámenes fueron retirados de los hospitales del sector público ante la alerta de posibles errores en los resultados.
Para Gina Watson, representante de la Organización Panamericana de Salud en Ecuador, es difícil que Ecuador llegue a cumplir la meta de la OMS el próximo año, a pesar de que considera que el Gobierno trabaja en que más personas conozcan qué es el VIH y cómo tratarlo.
Agrega que lo más importante para combatir el VIH es el diagnóstico temprano. Cuenta que no todas las personas quieren hacerse un test para conocer su estado serológico, debido a la estigmatización y discriminación que hay hacia quienes viven con VIH.
“Es importante que la comunidad tenga más acceso a pruebas que puedan practicarlas en casa o con su médico de confianza. Este es el primer paso para llegar al 90-90-90”, señala Watson.
El Ministerio de Salud señala, através de un comunicado, que las personas que reciban un diagnóstico de infección por VIH deben recibir terapia antirretroviral sin importar si la carga viral es alta o baja.
Pero para combatir al VIH también se necesita que la entrega de medicamentos sea puntual y más aún cuando se espera que para 2030 la epidemia no exista.
Ricardo Buri, fundador del Grupo de Apoyo Positivo para Personas y Familiares de Personas VIH Positivas de Ecuador, dice que en el último trimestre de 2018 e inicios de 2019 hubo demora en el despacho de medicinas en el Hospital Carlos Andrade Marín.
"El virus se reproduce si no se toman los medicamentos a tiempo y existe el riesgo de que se tenga que empezar desde cero con el tratamiento".
Víctor Hugo Bedón, infectólogo
Aunque señala que no es frecuente el retraso, dice que esos inconvenientes causan problemas en la salud de las personas que dependen de los medicamentos. “ Quienes vivimos con VIH tomamos pastillas diarias y cuando hay demora en la entrega se genera resistencia al tratamiento. Es un tema de vida o muerte en muchos casos”.
Victor Hugo Bedón, infectólogo y especialista en VIH, explica que los medicamentos tienen una efectividad de seis a ocho horas. "El virus se reproduce si no se toman los medicamentos a tiempo y existe el riesgo de que se tenga que empezar desde cero con el tratamiento, lo que hace que el paciente tenga mayores dificultades para combatir el virus y tener una vida normal".
La estigmatización sigue latente
Ricardo Luna vive con VIH desde hace 10 años. No supo que el virus invadió su cuerpo hasta luego de cinco años de haberlo contraído.
Acudió a una cita médica por los insoportables dolores intestinales que padecía. Esperaba que el diagnóstico fuera una infección, pero no una noticia que lo llevara a la depresión.
“Estuve al borde de la muerte. Llegué al hospital casi sin defensas”, dice Luna, quien relata que la epidemia del VIH es tratada desde una visión marginal. “Cuando se habla de VIH se piensa que solo los homosexuales o la población LGBTI es la que tiene el virus y no es así”.
La discriminación de la que son víctimas las personas seropositivas va desde las propias familias hasta los amigos y compañeros de trabajo.
Ricardo Buri también tiene VIH. Concuerda con León en que, a pesar de que los tratamientos antirretrovirales actuales permiten que las personas con VIH vivan con normalidad, aún existe discriminación a distintas escalas.
Él ha sido testigo de cómo empresas públicas y privadas solicitan exámenes donde se constate el estado serológico de las personas, aunque el Acuerdo 038 del Ministerio de Trabajo prohíbe estas prácticas.
El documento también impide que se despida a una personas que porte el virus porque lo considera discriminatorio.
Buri comenta que algunos familiares también se alejan de quienes tienen VIH porque no cuentan con información adecuada sobre el tema y los rechazan al considerar que se pueden contagiar por el simple contacto.
El artículo 038 del Ministerio de Trabajo prohíbe la discriminación a las personas que tienen VIH. Ningún empleador puede solicitar a sus trabajadores o aspirantes a un cargo, un examen serológico.
Luna dice que mientras el VIH no tenga la atención integral que merece seguirán aumentando los casos, con el riesgo de que la epidemia se expanda.
Otro de los problemas que hay para combatir al VIH es la falta de información y educación. Luna acota que el Estado no cuenta con una política de educación sexual que informe sobre lo que es el VIH y cómo afrontarlo.
“Una persona que viva con o sin VIH debe conocer las implicaciones que tiene el virus. Si yo no tengo el virus, pero mi pareja sí, es necesario saber qué es lo que se debe hacer para vivir sin el riesgo de transmisión”.
Víctor Hugo Bedón, especialista en VIH, dice que la discriminación aún existe, pero en menor porcentaje que en décadas pasadas. “En 1980, los portadores de VIH eran tratados de la peor forma. Ahora es diferente, hay menos estigmas”.
El Estado y las organizaciones que trabajan con personas portadoras de VIH señalan que quienes viven con el virus tienen una expectativa de vida igual a las personas seronegativas gracias a los medicamentos que combaten el virus, lo que implica que VIH no es sinónimo de muerte.
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