Un viaje en el Metro de Quito: los usuarios duermen, graban y hasta bailan
Este 7 de febrero de 2023 se retomaron los viajes de aprendizaje del Metro de Quito, luego de la suspensión. PRIMICIAS estuvo en uno de los trenes, donde las personas contaron sus experiencias.
Las personas aprovechan para dormir, grabar y hasta bailar durante los viajes del Metro de Quito.
Emerson Rubio / PRIMICIAS
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Cristian Morales va roncando. Tania Enríquez se queja de los intercambiadores. Ivonne Castro asegura que los viajes de aprendizaje son muy divertidos. Y Jaime Moncayo advierte que los metros de Europa son más rápidos que el Metro de Quito.
A las 08:16 empieza el recorrido desde la estación de El Labrador, en el norte, hacia Quitumbe, la última parada. Las personas se acomodan en los asientos dispuestos en los seis vagones. Y algunas no dejan de grabar con su celular, aunque no haya nada que grabar.
"Qué bonito es el Metro", dice una señora que -asombrada- filma el techo, el piso, las paredes, las ventanas (por donde no se ve nada). Luego se cansa. Y guarda su teléfono.
Este 7 de febrero se retomaron los viajes de aprendizaje que días atrás fueron suspendidos debido a la falta de la póliza de seguros de los trenes.
Roberto Custode, gerente de operaciones del Metro de Quito, explica fue una descoordinación entre la empresa aseguradora local y su reaseguradora internacional. "Pero ya estamos cubiertos con todas las pólizas necesarias", añade.
El 6 de febrero, a las 19:00, la institución habilitó el sistema de reservas para que los usuarios pudieran acceder a los viajes.
Los intercambiadores
Tania Enríquez cuenta que se registró en la página, pero tuvo un problema con su correo electrónico para la verificación de la cuenta. "Quizás se fue a la bandeja de spam", le dicen. Y ella responde que no. Que no le llegó nada. Y al final no explica cómo logró subirse al tren.
Se queja también que hay retrasos en los intercambiadores. Ella toma el tren hasta Solanda, desde donde debe coger un bus. Asegura que allí tiene que esperar hasta 40 minutos hasta que llegue la unidad. "Es lo mismo que nada", lamenta.
Pese a ello, asegura que "el Metro me parece una maravilla".
"Hemos cumplido con la tabla horaria. Los trenes llegan y salen de las estaciones con una precisión que para el ciudadano quiteño no era muy conocida".
Roberto Custode, gerente de operaciones del Metro de Quito.
Frente a ella, Cristian Morales va bien dormido y con audífonos. Cuando pasan unos minutos, abre los ojos y se ríe. "Estoy cansado", dice el muchacho, quien detalla que trabaja en las noches en un hotel cerca de la estación Universidad Central.
Para él, es muy cómodo viajar en los trenes del Metro, porque hay espacio y seguridad. "Pero no vale dormirse", admite, pues teme que algún rato se pase de la parada a la que va: Solanda.
Las preguntas frecuentes
Mientras el tren avanza, por los vagones aparecen Emilia Jarrín y Ericka Vergara, dos funcionarias de la Secretaría de Salud que les hablan a los usuarios sobre nutrición y salud mental. Y después los motivan a hacer algunas dinámicas.
En los vagones hay pantallas en los que anuncian las paradas y la hora. Dos policías metropolitanos que van y vienen. Y dos o tres guías educativos que responden cualquier inquietud de los preguntones.
Norma Quinatoa es guía y cuenta que hay tres preguntas frecuentes: "¿Dónde está el baño?", "¿cuánto va a costar?", y "¿desde cuándo empieza a operar?".
A Ivonne Castro no le preocupan esos cuestionamientos. Ella ya ha viajado tres veces, sola y con su hijo, y le parece divertido. Incluso, en ocasiones como esta, sube en el tren para "hacer tiempo", dice. Va hasta la parada San Francisco, en el centro.
En cada estación, más personas se suben al tren y se acomodan en los asientos disponibles.
Entre los usuarios está Jaime Moncayo. Él le dice al equipo de PRIMICIAS: "A mí pregúnteme, yo tengo algo que decir". Sin presumir, el adulto mayor comenta que ha estado por Europa y que el Metro de Quito "tiene que ser más rápido, como los que hay allá".
Quizás solo sea su percepción, porque la velocidad crucero de los trenes es de 80 kilómetros por hora, mucho más rápido de lo que avanzan el Trole o la Ecovía en la superficie.
En la fase de inducción, según el Metro de Quito, han movilizado a más de 27.000 personas.
Al llegar a la estación de Quitumbe, luego de 35 minutos exactos, Jaime Molina se pone de pie y dice: "Ha sido una bonita experiencia". Camina hacia la puerta con ayuda de un bastón y se pierde entre las más de 100 personas que se bajan en la estación.
Para algunos no solo es una experiencia, pues ya están utilizando como medio de transporte para llegar a sus trabajos.
El gerente de operaciones del Metro de Quito, Roberto Custode, manifiesta que "los ciudadanos han aceptado favorablemente el trabajo realizado. Y el comportamiento de la ciudadanía ha sido ejemplar".
Según Custode, los usuarios han acatado las disposiciones y "ha habido mucha facilidad de los ciudadanos para obtener los códigos QR".
Sin embargo, las máquinas que escanean los códigos QR aún no funcionan. El funcionario responde que a partir de la semana entrante estarán instalados todos los validadores.
De regreso
A las 09:48 sale el último tren de Quitumbe hacia El Labrador. Pero antes de ingresar, en la estación, personal de la Secretaría de Salud recibe a los usuarios. Allí les hablan de la vacuna contra el Covid-19 y la Influenza. Y luego todos hacen sapitos y bailan la Macarena.
De vuelta en el tren, las personas se acomodan en los asientos. Algunos comentan sobre la espectacularidad del Metro de Quito. Dicen que es sismorresistente. Unos van con cronómetro. Y otros, al final, le preguntan a la guía educativa sobre los "amigos de lo ajeno".
Ella les contesta con claridad cómo podrían atrapar a los delincuentes si se encendiera la alarma dentro de los vagones y la gente se siente más tranquila.
En 35 minutos, la gente está de vuelta en El Labrador. Salen de la estación hacia el parque Bicentenario, donde un indigente desnudo se baña en una de las piletas.
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