La vergüenza, el síntoma de coronavirus del que casi no se habla
Pacientes esperan ser atendidos en el Hospital del IESS Quito Sur, el 19 de mayo de 2020.
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Sofía accedió a contar su historia con la única condición de que se reserve su identidad. A pesar de que ya superó la enfermedad no quiere que sus allegados sepan que la contrajo.
No tiene claro por qué, pero siente vergüenza.
Esta quiteña de 42 años de edad tampoco está segura en dónde contrajo el virus, pero sospecha que fue en una cadena de supermercados un día que salió a comprar alimentos.
Días después de haber presentado fiebre y dolor en los huesos de las manos y de las piernas, una prueba PCR le confirmó lo que temía: el coronvirus SARS-CoV-2 ingresó a su organismo y la enfermó.
Ella sabía de lo devastadores que pueden ser los síntomas, pero más que eso le preocupaba ser rechazada por sus amigos, por sus vecinos y por su familia. Que la vean como la portadora de una plaga.
Es por eso que decidió reservar para sí misma la noticia, no hablar del tema con nadie y esperar hasta que el virus salga de su cuerpo. Ni siquiera se atrevió a buscar a un médico para que evalúe el avance del virus.
"Tenía miedo de ser señalada por tener esta enfermedad. Le dije a mi esposo que no converse sobre este tema porque algunas personas pueden reaccionar mal".
Sofía
Si algún familiar o amigo de la familia preguntaba por ella, la coartada para no hablar era decir que estaba ocupada cuidando a sus hijos o ayudándoles en las tareas escolares. No quería que nadie escuche la voz decaída que le producía la enfermedad.
Pasó encerrada y aislada en su casa, ubicada en el sur de Quito, toda la enfermedad.
Sofía dice que "el Covid-19 me hizo sentir como alguien que podía causar daño a la sociedad. Esta enfermedad puede significar un estigma, por eso no se lo conté a nadie".
Pasaron 21 días de encierro y silencio hasta que otra prueba PCR le permitió verificar que estaba sana y que el virus ya no estaba en su cuerpo. Igual no quiere que sus familiares y amigos sepan que tuvo la enfermedad.
Luis, de 29 años, también sufrió el miedo a ser rechazado, pues fue uno de los primeros pacientes en contraer la enfermedad en Quito, junto a su padre.
Temieron ser rechazados por sus compañeros, amigos y familiares y también guardaron el secreto. Su entorno social ignora que estuvieron contagiados, incluso ahora que volvieron a sus actividades laborales.
Como Sofía y Luis, 3.536 personas han superado la enfermedad y han recibido lo que se denomina como "alta epidemiológica".
Lo que es más complejo de saber es cuántos de ellos mantuvieron su contagio en secreto, aunque hay hechos que indican que es un temor habitual.
El alcalde de Quito, Jorge Yunda, dice que el Municipio ha descubierto pacientes que acuden a los hospitales y entregan datos falsos por miedo a ser discriminados.
"Hay que garantizar la confidencialidad de los datos para que se puede dar seguimiento a los casos positivos y establecer el cerco epidemiológico eficiente", apunta el funcionario.
Impacto psicológico
La investigadora de Psicología de la Universidad de Las Américas (UDLA), Clara Paz, explica que los pacientes con Covid-19 adquieren una "respuesta adaptativa" para desenvolverse en sus actividades diarias y no sentirse rechazados.
Es por eso que muchos de ellos ocultan su identidad o entregan datos personales falsos.
Paz agrega que, debido a que muchos aspectos del virus aún están siendo investigados, algunos pacientes pueden desarrollar cuadros de estrés, depresión y ansiedad y requerir atención psicológica.
El resultado: mantenerse alejado del entorno familiar o afectivo.
El psicólogo David Jaramillo dice que la autodiscriminación se ha convertido en un mecanismo de defensa frente a un supuesto o esperado rechazo social. "Las personas también ocultan la enfermedad porque consideran que se pueden cerrar oportunidades laborales".
¿Qué dice la OMS?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la pandemia de Covid-19 "ha provocado estigmatización social y comportamientos discriminatorios contra las personas que han estado en contacto con el virus".
Explica que "el estigma puede socavar la cohesión social y llevar al aislamiento social de algunos grupos, lo que podría contribuir a una situación en la cual el virus se propague con mayor facilidad".
Además, señala que los efectos de la discriminación conlleva a que las personas:
• Oculten la enfermedad para evitar la discriminación.
• Eviten buscar atención médica de inmediato.
• Dejen de adoptar comportamientos saludables.
La OMS recomienda fortalecer la confianza en los servicios de salud, la empatía con las personas afectadas, la comprensión de la enfermedad y la adopción de medidas prácticas para que las personas puedan mantenerse seguras a sí mismas y a sus seres queridos.
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