Tregua navideña para venezolanos en Pelileo, tras un mes de acoso
No hay número exacto de venezolanos que dejaron Pelileo para ir a otra provincia o regresar a sus tierras. Los migrantes han sentido un poco de tranquilidad, después de un mes de acoso.
Las familias venezolanas que viven en Pelileo, Tungurahua, quieren vivir una Navidad en paz.
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Sienten un poco más de calma, pero aún no tienen seguridad. “Es como estar sobre un volcán que no sabemos cuándo va a explotar”, dice Zulay, una joven que labora en un restaurante de Pelileo.
Ella es venezolana, de 32 años, soltera, pero con la responsabilidad de ayudar a sus padres. Está sola en el cantón, conocido como la 'Ciudad Azul'. Sus amigos son la única compañía más cercana y en quienes se refugia.
Asegura que la última semana ha sentido un poco más de calma y menos miedo de hablar en la calle, porque temía que alguien le haga una propuesta indecente o le lance algún comentario xenofóbico.
“Desde el 14 de noviembre hasta la segunda semana de diciembre fueron momentos feos. Fue muy tenso”, dice la joven, intentando controlar el timbre de su voz y evitar que la escuchen los clientes.
Carlos Andrés labora en un local de comida rápida y asegura que sus hijos fueron los más afectados por los comentarios dañinos dentro de los colegios.
Vive dos años en Pelileo y tiene esperanzas de que la buena convivencia continúe en las fiestas de Navidad y así poder recibir el nuevo año en calma.
Un segmento de la población de Pelileo promovió la xenofobia, en especial contra venezolanos, durante una marcha denominada por la seguridad, ante los constantes ataques de delincuentes.
Un mes que no olvidarán
El 14 de noviembre de 2023 quedará en la memoria de venezolanos que vieron en Pelileo un lugar tranquilo para vivir, pero decidieron partir por los acosos sufridos.
Los que se quedan, añoran pasar la fiestas de Navidad y Fin de Año en paz y que estos actos no se repitan.
Ellos quieren colaborar para identificar a quienes no trabajan de manera honrada y solo desean acercarse a las autoridades locales.
Ese 14 de noviembre "cayó la gota que derramó el vaso”, cuando delincuentes identificados como venezolanos en Pelileo dispararon a policías en un operativo antidrogas, en el que murió el sargento del Grupo de Operaciones Especiales del GOE, Wilson Ortiz.
El 5 de diciembre, la Junta del Campesinado hizo una marcha por la “paz”, en la que hubo mensajes contra los extranjeros.
Ante el temor de tener enfrentamientos o por las multas que decían iban a cobrar desde la Junta del Campesinado, los dueños de casa decidieron expulsar a los venezolanos de sus propiedades.
Lizmary Peroza fue una de las que decidió irse. Llegó a su tierra después de casi una semana de viaje y mencionó vía telefónica que añoraba abrazar a su familia.
“Hice conocer mi caso a Derechos Humanos, porque no se puede juzgar a todos por igual. No creo que en Pelileo les guste que a todos los tilden de xenofóbicos. Así también, no todos los venezolanos son malos, hay la excepción, como en todo lugar”, menciona la joven.
Lizmary no piensa regresar. Vivió dos años en Pelileo y hasta antes del 14 de noviembre se sentía tranquila.
Incluso quería llevar a su niña de 7 años en la escuela, porque no ha estudiado tras migrar de Venezuela a Colombia y de ahí Ecuador, pero decidió regresar a Valencia, de donde es oriunda, para tener oportunidades de sobrevivir.
Solo quieren tranquilidad
Para muchos venezolanos en Pelileo, esta Navidad tendrán sentimientos encontrados. Para algunos será la última que pasen en el cantón, porque en el nuevo año regresarán a su tierra, porque se sienten agotados emocionalmente durante ese mes conflictivo.
Los que dejarán Pelileo han vendido todos sus enseres adquiridos para regresar con recursos a sus ciudades y lo que no lograron ofertar, lo regalaron.
Pocos dan declaraciones. Prefieren seguir con la calma que estas fechas les han concedido. “Queremos vivir en paz. No hacemos mal a nadie”, mencionó Jorge, quien también abandonó la casa donde habitó un año, porque la dueña lo desalojó.
Trabaja en un gabinete de belleza, donde tiene el respaldo de la dueña. “En todo sitio hay gente buena y mala. Aquí (Pelileo) he encontrado de las dos partes”, dijo Jorge.
“Somos una ciudad de paz”
En Pelileo, las autoridades también son cautas para dar declaraciones. Solo aseguran que este es un cantón de paz y que promueven mesas de diálogo para estar vigilantes con la seguridad, sin caer en actos xenofóbicos.
El Defensor del Pueblo, Juan José Simon, menciona que están de observadores para garantizar el derecho de las personas de libre movilidad y de la comunidad en general.
En el cantón, las fiestas navideñas crearon un ambiente de tolerancia para compartir las tradiciones con quienes salieron de sus tierras y que se han enfrentado a desafíos significativos en busca de un lugar más amigable.
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