Ecuador aún debe definir cómo almacenará y aplicará las vacunas de Covid-19
Personal médico atiende a un paciente con Covid-19 en el hospital Vicente Corral Moscoso, de Cuenca, el 11 de noviembre de 2020.
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Gracias a las vacunas enfermedades letales en el pasado han sido exitosamente combatidas. La viruela fue oficialmente erradicada en 1980 y África derrotó a la poliomielitis este año.
Tras el anuncio de Pfizer y BionNTech de que su vacuna tiene al menos un 90% de efectividad, el entusiasmo en Ecuador se multiplicó. El Gobierno anunció que firmó una carta de intención para la provisión de dos millones de vacunas.
Pero una vacuna no tiene éxito por si sola, sino que hay factores lo condicionan. Quizá el más importante es la estrategia de vacunación de cada país para llegar a la mayor cantidad posible de la población.
El ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos, señaló que las primeras vacunas que llegarán al país se aplicarán a un millón y medio de personas, entre personal sanitario, policías, militares y personas mayores de 65 años.
Un sistema debilitado
Esa estrategia dependerá de la capacidad que tenga el sistema público para llegar a toda la ciudadanía o al menos a los sectores prioritarios. En este punto es cuando, en Ecuador, el entusiasmo inicial empieza a encontrar matices.
El exdirector Nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud (MSP), Alberto Narváez, dice que "el gobierno de Rafael Correa debilitó la cobertura de vacunación, al igual que la investigación de nuevas vacunas".
Pone como ejemplo la eliminación de las campañas masivas que se implementaron en el país para prevenir enfermedades como el sarampión. Además se redujo el estipendio de alimentación para el personal que participaba en la vacunación.
Eso terminó por debilitar el sistema, dice. Además de la desaparición del Instituto de Investigación de Salud Pública Leopoldo Izquieta Pérez, "uno de los mejores de la región en el desarrollo e investigación de vacunas".
La presidenta del Colegio de Enfermeras, Rosa Santamaría, agrega que "se construyeron grandes hospitales y dejó de lado al sistema de atención primaria". Con esa nueva infraestructura "las enfermeras no podían salir a vacunar, sino que se dedicaron a trabajar en los hospitales".
Según el Ministerio de Salud, cada año se vacunan más de tres millones de personas. "Ese número se incrementará notablemente cuando la vacuna contra el Covid-19 llegué al país", dice Narváez. Él considera que el Ministerio de Salud debe reconstruir el sistema de vacunación.
La estrategia y la logística
Enrique Terán, médico e investigador de la Universidad San Francisco de Quito, insiste en la importancia de la estrategia de vacunación y dice que no hay señales del camino que tomará Ecuador.
"No sabemos si lo que busca el Ministerio es que la aplicación de la vacuna sea reactiva o proactiva. Si las personas deberán acudir a un centro de salud o si el personal médico llegará hasta los domicilios", dice.
Al sistema debilitado y a la falta de una estrategia, se suman las dificultades de logística.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) destacó el avance que ha tenido la vacuna de la farmacéutica Pfizer. Sin embargo, reconoció que uno de los principales problemas tiene que ver con la cadena logística.
Esa vacuna deberá permanecer congelada a menos 70 grados centígrados para evitar que el efecto inmunizante se pierda. Los congeladores comerciales alcanzan hasta menos 30 o 40 grados centígrados.
Así que Ecuador, antes de recibir esas dos millones de dosis deberá encontrar dónde almacenarlas y cómo distribuirlas, pues el sistema público no tiene suficientes ultra-congeladores con esas características.
Terán dice que Ecuador podría aplicar con más facilidad las vacunas chinas o la desarrollada por la OMS, que no requieren esas condiciones de almacenamiento.
"La vacuna de AstraZeneca está creada con fragmentos del virus que le brindan mayor estabilidad y no necesita estar congelada", explica. El Gobierno ecuatoriano firmó un contrato para recibir siete millones de estas vacunas.
El período de inmunización también importa
Otro aspecto importante que condicionará las políticas de vacunación y los recursos que se destinen a este objetivo es la duración de la inmunidad que provee una vacuna.
En el caso de las vacunas contra el Covid-19 aún se desconoce con exactitud el tiempo en el que una persona tendrá inmunidad después de recibir las dosis recomendadas por el fabricante.
Pfizer espera que el efecto protector sea de al menos un año. Aunque las pruebas no han finalizado y podría ser superior.
Otras 10 vacunas en fases avanzadas de investigación, como la de AstraZeneca, también cercana a Ecuador mediante la iniciativa Covax de la Organización Mundial de la Salud (OMS), no han hablado aún de períodos de inmunización y están por definir el número de dosis necesarias.
El investigador Enrique Terán dice "el hecho de no saber el período en el que una persona estará a salvo de la enfermedad produce algunas incertidumbres".
La más importante es que "un país como Ecuador deberá disponer de más recursos si la inmunidad es de corto plazo, pues necesitará más dosis para los 17 millones de habitantes".
O, por el contrario, vacunar a una menor cantidad de personas.
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